martes, 21 de febrero de 2017

Diana Maffía


Hace poco más de un año nos encontramos con Diana Maffía en el Congreso de la Asociación de Filosofía de la República Argentina (AFRA). Este encuentro, entre cafés y muy cerca del espacio en que nos formamos, la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL, fue y sigue siendo uno de esos momentos en que quienes hacemos Entrevisiones nos sentimos abrumados por la amplitud de posibilidades que detona la práctica de la filosofía. La entrevistada en cuestión ha recorrido desde el hacer filosófico diversos caminos en los que se cruzan la investigación, la militancia política feminista, la representación, sin dejar de interpelar el legado de la historia de la filosofía desde el presente. Sin embargo, el relato de Diana no solo recupera su propia historia y su manera de vivir la filosofía. También rescata el trabajo de muchas mujeres que han atravesado grandes dificultades, históricamente impuestas, para sostener espacios de pensamiento y militancia que tienen como horizonte la igualdad de oportunidades. En la narración y la vivencia de estos caminos, los problemas se vuelven cuerpos, heterogeneidades, situaciones que nombrar, comprender y transformar. Su labor da cuenta de que la filosofía siempre es y puede ser mucho más: un encuentro con otros -múltiples y diversos- con los que podemos construir nuevas realidades, reconociendo lo que tenemos que cambiar del legado que heredamos y partiendo de un compromiso con nuestro mundo.


Diana Maffía y algunos de los integrantes de Entrevisiones de la Filosofía
Soy una mujer monogámica, monofilosófica. Cuando era estudiante y estaba por recibirme, había una cátedra de Gnoseología, que al principio era de Walton y Carpio -Carpio era titular y Walton adjunto- que después se dividió porque daban los dos Metafísica y Gnoseología. En un momento la directora del departamento decidió separar esas dos cátedras y dejar en Metafísica a Carpio y en Gnoseología a Walton. Después Walton tuvo que armar una cátedra y elegir adjuntos, ayudantes, etc. y me ofreció ser ayudante en esa cátedra; yo era alumna en un seminario que habíamos pedido sobre Fenomenología. Y entré como Ayudante de segunda, después Ayudante de primera, Jefa de trabajos prácticos, de Adjunta y ahora estoy a cargo de la cátedra. Y fue la única que concursé, cuando se abrieron los concursos después de más de treinta años, después de la dictadura pasó mucho tiempo hasta que se concursaron cátedras.

- ¿Y desde entonces ya te interesaban los temas de problemática de género o todavía en ese momento…?

En realidad, unir la filosofía con cuestiones vinculadas con el feminismo -prefiero hablar de feminismo como posición política y como compromiso práctico y no solamente como teoría, porque la teoría de género puede ser ultraconservadora, no es mi caso-, unir esas dos cosas fue como un cambio conceptual muy importante en el que tuvimos ayuda exterior. Todas las que nos dedicamos armamos la Asociación de Mujeres en Filosofía[1] y un Congreso internacional de filosofía feminista; y una revista que salieron diez números, la revista Hiparquia[2].Comenzamos porque había un incentivo de personas que estaban haciendo eso, trabajando en filosofía feminista, o en feminismo filosófico como lo llamaban ellos. La que me hizo juntar esos dos conceptos fue María Lugones[3]. María es una filósofa argentina pero vive en Estados Unidos, ahora está de nuevo en Argentina, trabaja feminismo decolonial. En ese momento ella trabajaba en ética, tenía una formación filosófica analítica, y era una militante lesbiana, feminista. Entonces, después de la dictadura vino a concursar en Ética en la Universidad de Buenos Aires. Cuando le preguntaron cuál era su especialidad dijo “Ética lesbiana” y yo creo que el jurado se cayó así como en las historietas (risas). Y como ella se enteró que había una Asociación de filosofía analítica que era SADAF[4], había escrito diciendo que quería viajar a Argentina después de veinte años y que tenía interés en dar una conferencia allí, porque su formación era analítica. Entonces vino a dar una conferencia que se llamaba Filosofía feminista o Feminismo filosófico, no me acuerdo cómo la llamó. Pero fue la primera vez que yo enganché... o sea, por un lado estaba mi compromiso por la igualdad, etc., que todavía no se usaba la palabra género, era en los ochenta, y por otro lado estaba mi trabajo en filosofía, que era académico, muy intenso. Pero juntar esas dos cosas fue una sorpresa, y lo fue para muchas de nosotras.Además cuando ella dio la conferencia nos encontramos allí un montón de docentes de la UBA y pensábamos “ah, a vos te interesaban estos temas”, nunca habíamos hablado de tener eso en común. Así que ella nos alentó mucho, nos trajo mucha bibliografía, que en ese momento no se conseguía, armó un pequeño seminario los días que estuvo, y después al año siguiente volvió y nos trajo más bibliografía, nos dio otro seminario, y la bibliografía que nos dejaba comenzamos a trabajarla. Allí surgió la Asociación de Mujeres en Filosofía: había una asociación en Estados Unidos que se llamaba SWIP (Sociedad de Mujeres en Filosofía), entonces se armó la Asociación acá, nos ayudaron a armar ese Congreso internacional, habían tenido el primero en Estados Unidos y se armó el segundo en Buenos Aires, lo armamos nosotras. Así que nos comprometimos mucho. Y otra influencia muy importante fue la de Celia Amorós[5]. Celia Amorós viajó también, al comienzo de la democracia, para trabajar cuestiones de filosofía política feminista, y eso también fue muy impactante. Entonces, en ese momento, hubo una concentración en una manera de práctica particular que era la teórica, que hasta ese momento no existía. Igual tardaron mucho los estudios de género en arraigarse en las universidades, eso ocurrió recién a mediados de los noventa...

- ¿Queda todavía camino por hacer en ese campo?

Mirá, yo tengo una posición muy particular respecto a eso. En primer lugar traté de colaborar -y eso también es una actitud feminista- cuando todavía no había centros académicos, en un Instituto que se llama Museo Roca, un instituto de investigaciones históricas que dirige una historiadora feminista. Armamos seminarios de filosofía feminista y también propusimos unos encuentros interdisciplinarios de estudios de género. Eso se hizo entre el '90 y el '95. En el '90 no había, había un centro que era el de Gloria Bonder[6] en la Facultad de Psicología que era sobre todo vinculado con subjetividad, y creo que fue el primer seminario académico sobre estudios de género. Pero luego estos cinco coloquios que hicimos, estos cinco encuentros, unieron gente que venía de todo el país, que estaba totalmente sola trabajando estos temas porque no había una organización institucional. Y en el '95 dejamos de hacerlo porque ya se transformó en un congreso más…O sea, la gente que antes estaba desesperada por compartir, que armó equipos de investigación, alianzas, estrategias para legitimar los estudios en cada uno de los centros académicos, bueno, eso se fue perdiendo porque ya era un instituto. Y a mí eso me interesó menos. Y en este momento pienso que quizás en quince o veinte años de trabajo académico pasó un poquito eso, se domesticaron, perdieron esa revulsividad política que tenían. También en buena parte perdieron el compromiso intenso con los cambios hacia el movimiento de mujeres, o sea, se abrió una distancia entre lo que es el feminismo más ilustrado y algo que yo reconozco pero no todas reconocen, que es un feminismo popular con movimientos de base. Está muy discutido que eso se pueda llamar feminismo porque muchas veces las posiciones no aceptan las clasificaciones teóricas que se hacen en la academia. Yo trabajo mucho temas de diversidad sexual porque trabajo con organizaciones y comunidades de diversidad sexual, pero que les hable de, por ejemplo, la categoría “transgénero”, que es algo que surgió en la academia, las travestis sostenían que era su identidad política y no querían que las llamaran transgénero...

- Desde tu lugar ¿pensás que la filosofía tiene algo para ofrecer que no ofrecen, por ejemplo, la sociología o la ciencia política, en estas cuestiones de género?

Sí, absolutamente, sí. Porque además, muchas veces en las disciplinas sociales vos tenés posiciones muy ingenuas, o que sabés que son contradictorias, que no podés sostener algo. Yo trabajo en epistemología feminista. No podés sostener ciertas posiciones epistemológicas y pretender sostener ciertas consecuencias políticas. Pero eso lo ves porque en filosofía se te hace obvio, es evidente, y muchas veces en las disciplinas sociales hay problemas en común pero el tratamiento no es el mismo, y yo creo que el lugar de la filosofía es indispensable. También me parece indispensable en la política. Realmente, lo que ofrecés como modalidad de trabajo, la manera de interrogar los problemas es distinta que la de una ciencia social.

- A raíz de lo que decías de cómo se fueron abriendo camino los estudios de género, en el marco de la universidad: en los últimos años la atención pública ha puesto más énfasis en las cuestiones de género, del patriarcalismo, de la violencia de género...¿Qué lectura hacés de ese fenómeno de visibilización más masivo de la problemática que se viene estudiando ya hace mucho tiempo?

Es muy interesante lo que preguntás porque tiene relación con lo que decía antes de la domesticación, ¿no? Es como lo que pasa con el psicoanálisis, que hay un psicoanálisis “vulgar”, digamos, que manejamos todos porque esta es una sociedad muy psicoanalizada, y también ha habido éxito en que ciertos conceptos fueran apropiados, y yo creo que eso es muy importante, porque vos lográs que una categoría sirva para leer la realidad, es un logro fabuloso. El lenguaje tiene muchísima potencia, entonces, que ciertas categorías que son elaboradas en la academia, como el concepto de género o el concepto de femicidio, para hablar de temas que están ahora como muy tratados por los medios y también en boca de decisores políticos, que eso sea un concepto que permite recortar algo de la realidad y señalarlo me parece muy importante. También el concepto se vuelve más impreciso y muchas veces decís “no, estás hablando de algo pero no lo estás usando correctamente y no estás haciendo un análisis adecuado”. Y siempre el pensamiento académico y sobre todo el filosófico es más elitista, porque no es algo que circule de manera generalizada, y somos muy estrictos con el lenguaje, y a mí me parece que hay que serlo. Cuando tomo exámenes y los alumnos son muy imprecisos suelo decirles que si fueran un cirujano y el lenguaje fuera su bisturí, piensen qué podría llegar a ocurrir si al bisturí lo agarra cualquiera y lo usa cualquiera (risas). El daño se ve menos en filosofía, pero es el mismo: cuando te equivocás, cuando no sos preciso y cuando no apuntás exactamente a las categorías del pensamiento que querés apuntar. Nuestras víctimas son más lejanas y más difíciles de probar, pero... La exigencia en el lenguaje, que es muy propia de nuestra disciplina, a veces se distorsiona; o se usa porque es correcto políticamente hacerlo, pero no es coherente con las acciones o con el resto del discurso.

- ¿En qué estado pensás que está la filosofía en la actualidad, acá en Argentina a distintos niveles, institucional o en relación a los distintos temas que se están trabajando a nivel secundario, o su impacto a nivel social?

Habría varias cosas que decir. Yo creo que no nos enseñan mucho en las universidades acerca de cuál es el alcance de la incumbencia de nuestro título. A mí me parece que la formación filosófica es muy buena para mucho más que lo que te plantea la universidad cuando te forma en docencia o investigación. Y la verdad es que las posibilidades de intervención son mucho más amplias, donde la formación filosófica es una formación relevante: vos podés trabajar de bioética y eso es un modo de aplicación del conocimiento filosófico mucho más refinado que el que puede tener un médico, un psicólogo y, ni hablar, un cura -que son los puntos habituales de los comités de bioética. Podés trabajar en una empresa trabajando cuestiones de conflicto, y vas a tener una visión totalizadora y una visión de cuáles son las cuestiones que constituyen el nudo real del conflicto y cuáles son hojarasca que está alrededor, y tenés la posibilidad de visualizar eso y de poder hacer esa distinción y en general no llaman a los filósofos para eso, llaman a otro tipo de profesionales para resolver conflictos que tienen que ver con la argumentación, o que tienen que ver muchas veces con la mezcla entre argumentos y otro tipo de cosas. Y uno analiza esa situación y podés distinguir perfectamente eso y ver las líneas de argumentos y de confrontación, y podés colaborar con la resolución de conflictos o con mediaciones, con aspectos que tienen que ver con situaciones no litigantes de tipo jurídico... En eso la filosofía te da una visión que es muy promisoria, pero ninguna de estas cosas te la dicen... Bueno, por supuesto trabajar en una empresa está muy mal visto, sobre todo por nuestra formación, de Sócrates en adelante. Pero son inserciones laborales posibles.
En relación con la escuela secundaria, recuerdo el final de una película de Antonioni que se llamaba “Zabriskiepoint”, donde el personaje se daba vuelta, miraba la casa donde había vivido, imaginaba que todo estallaba. Yo creo que la secundaria habría que empezar por esa solución (risas), me parece que es algo absolutamente fallido la educación secundaria en relación con las vidas de los adolescentes que están ahí, es como una guardería para adolescentes, los metés ahí adentro y esperás que crezcan. Y el tipo de contenido, la relación entre su vida cotidiana, sus problemas subjetivos, existenciales, que los tienen intensamente, y lo que hay ahí, que es, no sé, como un museo de cera...

- ¿El adolescente toma la escuela secundaria como un lugar para ir a ejercer su rebeldía, ante todo de lo cual adolece, y por eso es muy difícil imponerle toda esa escolaridad en tanto se está resistiendo a una nueva manera de enfrentar la vida?

Eso es una manera de pensarlo un poquito determinista para mi gusto. Porque el adolescente, no es que use un lugar para rebelarse, está formando su identidad y su identidad, generalmente, se forma por oposición, porque vos confrontás ciertos modelos, porque estás buscando otra cosa, todavía no definida del todo. La raíz de “adolecer” y “adolescencia”, son diferentes, o sea, no es que adolescente es aquel que carece de algo, pensarlo por la falta me parece...

- Claro, es un momento de posibilidad más que de carencia

Claro, es un momento de apertura donde todavía vos no sabés cómo vas a perfilarte, pero tenés claramente la percepción. Todo es intensísimo además porque en ese momento no tenés tantas preocupaciones materiales, diez años después vas a tener muchas, pero en ese momento, doce o quince años -no siempre, claramente, pero si pensamos en las mejores condiciones, alguien que está escolarizado- en general no tenés que ocuparte de esa parte, entonces todo es muy egocéntrico, tus sentimientos, tus percepciones, lo que sentís, lo que pensás, lo que te parece, está todo el tiempo presente, no estás volcado hacia algo afuera, estás muy pendiente de tus propias reacciones. Pero también, me parece que es un momento donde te hacés preguntas fundamentales, y esas preguntas son filosóficas. Y si pudieran darte herramientas para seguir tu camino de preguntas, no descalificarte porque vos tenés que aprenderte la teoría de Lavoisier de memoria. No son sarcófagos, cómo se enseña la ciencia.Es una cosa absurda que te enseñen los problemas resueltos y no la manera en que indagás, resolvés, ponés a prueba, que es algo que te va a servir para cualquier otra instancia. Pero yo soy muy crítica de la escuela secundaria, ahora, dicho esto, la filosofía retrocedió muchísimo, las horas de clase que había, incluso los contenidos, yo creo que uno de los planteos importantes que te hacés en la adolescencia son planteos de tipo ético, y son planteos que vos tendrías que permitir que los propios adolescentes los formularan y mostrarles que esas respuestas tienen caminos que llevan a posiciones distintas y que según su intuición pueden fortalecerlas con argumentos y trabajar con ellos. Pero no es así en general como se trabaja, hay muchas menos horas, hay orientaciones escolares en las que directamente se sacó Ética, en el terciario lo mismo, y yo creo que eso es una pérdida, porque me parece que tenemos lasmejores herramientasargumentativas, nuestra disciplina las tiene. Nadie pide que saquen Matemática del colegio secundario, sin embargo sacan Filosofía, y yo creo que es una herramienta de pensamiento, de estructuración del pensamiento indispensable. Y luego, sobre las universidades también tengo una posición un poco crítica -pasé demasiado tiempo ahí adentro, treinta y cinco años ya- por lo siguiente: yo creo que cada docente da su materia pero no hay una preocupación por el perfil completo de las personas que van a ser nuestros colegas, sino que hay pequeños núcleos bastantes dogmáticos, uno al lado del otro, no se entiende muy bien cómo se vinculan. Vos en la cátedra tenés que seguir las pautas de quien es el titular de cátedra, y luego vas a otras cátedras donde tenés que seguir otras pautas, y no tenés maneras de enlazar esto porque no tenemos una comunidad que trabaje en común. Te estoy hablando de la UBA en Buenos Aires, a lo mejor acá en Santa Fe que es una carrera más nueva y que tienen otra dimensión de convivencia, lograron armar una comunidad filosófica o epistémica mejor. Pero realmente en la Universidad de Buenos Aires no la tenemos. Incipientemente se empiezan a hacer jornadas de estudiantes, por ejemplo, donde se empieza a armar un poco más la comunidad académica, pero es raro que los docentes concurran a las jornadas de estudiantes, que haya el respeto por ver qué piensan personas que están buscando sus temas... Los congresos muchas veces son lugares de encuentro social, que yo creo que es un aspecto relevante, porque muchas ideas surgen de encontrarse socialmente, pero no veo esta interacción generacional, muchas veces los docentes no nos ponemos en el lugar de escucha, y hay jóvenes que están trabajando sus tesis y que saben más que nosotros de muchos temas y que han estado tres o cuatro años muy ocupados en temas puntuales y con bibliografía muy nueva, y ahí no veo la interacción.

- ¿Te parece que esa parcelación, por llamarlo así, también es un efecto de la profesionalización y a especialización?

Sí, y de ciertas exigencias que yo creo que en filosofía son negativas, esto de tener que tener cuatro papers por año en un congreso nacional o internacional…

- Otra área que se podría pensar es la de la investigación. En algunos videos[7]contabas una investigación que habían hecho y que mostraba que las mujeres que llegana la carrera de investigador usualmente están solas... y tiene que ver justamente con las implicancias que tiene la práctica de investigación, no solamente en filosofía sino en distintas áreas de estudio sobre la vida de las personas ¿no?

Sí, eso fue una sorpresa también. Efectivamente, si yo pienso en las pocas mujeres que eran titulares en la carrera, una de ellas no tenía hijos, otra no estaba casada, o sea, habían hecho un renunciamiento a una vida privada que iba a ser muy exigente porque para las mujeres es mucho más exigente que para los varones. De hecho, cuando yo empecé a estudiar Filosofía, Carpio me dijo “usted qué hace acá, la filosofía no es para mujeres. Tiene lindos ojos, ¿por qué no busca un novio y aprende repostería?”

- Uh, muy fuerte...

¡Sí! (risas). No me alentaron mucho. Hoy voy a hablar un poquito de eso, hay sustentos presuntamente teóricos acerca de la incapacidad de las mujeres para las ideas abstractas, por lo cual estudiar Filosofía era ir a un imposible. Yo dije “voy a estar ahí” y es la cátedra donde estoy (risas). Y después de muchos años me pregunté si esos desafíos no son vicarios también ¿no?, el desafío de decir “¿así que yo no puedo estar en ese lugar? Bueno, voy a estar, te voy a probar... y además, puedo conseguir novio, estudiar repostería y hacer filosofía, las tres cosas a la vez, no hay problema". Así que esa maldición de lo femenino es algo contra lo que se puede revelar pero de manera muy costosa. Lo que yo encontré fue una sorpresa para mí, entrevistando mujeres, encontré que había un 92% de varones y sólo un 8% de mujeres trabajando en CONICET en nivel superior.

- ¿Esto fue más o menos hace quince años?

Hace veinte años, en el '94 fue. Empezamos a hacer una investigación con la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología, que es un grupo que continúa; en este momento estamos haciendo una investigación junto con gente de CONICET sobre trayectorias académicas de mujeres y varones, porque hay una vocación, está Dora Barrancos[8], que es una investigadora feminista y ella está en el directorio y tiene vocación de que se puedan hacer medidas de equidad género. Para eso tenés que hacer un buen diagnóstico y para hacer un buen diagnóstico tenés que comprender cuáles son los obstáculos y para hacerlo tenés que investigar, cuantitava y cualitativamente. Y, cuando empezamos a entrevistar a esas mujeres, a mí me empezó a resonar eso de que vivían solas, entonces dije, bueno veamos en la cantidad de investigadoras de nivel superior qué pasa: el 75% eran solteras, o sea que su carrera había tenido un costo a nivel personal que, ya llegado a esa etapa de la madurez o de la vejez, estaban solas. Y quienes se casaban lo hacían la mayoría con compañeros de laboratorio. Y los compañeros de laboratorio, cuando eran compañeros de carrera -yo me casé con un compañero de carrera también- cuando hacían carrera juntos, encontramos dos casos de investigadoras principales -cargo anterior al superior- que habían hecho su carrera con sus novios que eran compañeros, habían hecho el doctorado juntos, y habían pedido una beca posdoctoral en el CONICET teniendo el mismo estatuto, haciendo juntos la misma carrera, y a él le daban una beca y a ella le deban media porque iba con el marido. Como si el CONICET tuviera que cuidar el rol de varón proveedor, a una bióloga y a una socióloga, casadas una con un biólogo y otra con un sociólogo. Como iban dos, a la mujer la deban media beca porque iba con el marido que es el proveedor, no le daban tres cuarto de beca a cada uno, o sea que si ella se separaba quedaba en la lona, ¡y el tipo podía estar lo más campante! Una de ellas había viajado con un bebé y estaba muy agradecida porque el jefe de laboratorio de Estados Unidos cuando había hecho el posdoctoral, la dejaba ir con el bebé, y... ¿por qué no iban una vez ella y una vez él con el bebé, no? El agradecimiento era tan comprensivo porque la dejaba ir con el bebé al laboratorio, la atención y lo que significa la posibilidad de atender a la vez dos roles que están pensados para ser de dedicación exclusiva: el modelo de ciencia es de dedicación exclusiva y el modelo de maternidad es de dedicación exclusiva. Entonces realmente es muy desgastante, yo creo que en generaciones siguientes ya no fue de la misma manera.

- Volviendo sobre algo que decías anteriormente, sobre la resistencia del comité de bioética a llamar al filósofo, o que esté mal visto que trabajen en empresas. Hay una nueva generación que está buscando otra salida para la filosofía y el filósofo pareciera que sigue aislado. Hace unos años atrás fuimos parte de una discusión sobre cómo estaba planteado el perfil de nuestra carrera, porque veíamos que era muy reducido y general.

No es que se resisten a llamarlo, no se les ocurre. Respecto al perfil, nadie se está ocupando de eso, los profesores y profesoras se ocupan de que en esa materia se aprendan los contenidos y después pasás a otro escalón donde ya no te dan más... y esto es algo que no solamente tienen que hacer los docentes, sino también los graduados, los estudiantes, es algo para hacer colectivamente.

- Claro, tiene que estar como posibilidad eso, pensarse colectivamente...

Pero eso es muy difícil, eso lo saben porque son filósofos, saben que la deliberación colectiva es un requisito para que las soluciones sean soluciones representativas. Yo fui defensora del pueblo, fue mi primer cargo público; en general, casi todos los defensores del pueblo son abogados, y yo me di cuenta que tenía muchas más herramientas para pensar soluciones que las que tenía un abogado, que está formado para el litigio y para en general pensar que del conjunto de normas deriva una solución, y yo tenía montones de mecanismos para resolver problemas, que eran de otra índole porque tenía idea de lo que es una democracia deliberativa y porque tenía convicciones -soy ideológicamente socialista- tenía ciertas prioridades y ciertas maneras en que me parecía que debían ejercerse los derechos ciudadanos. Pero son todas cosas donde había una base teórica, no es que lo hacía por intuición. Y siendo además feminista tenía esa posibilidad de ver que había una relación de poder en el género y por lo tanto comprometerme con diversidad sexual porque esa irrupción de géneros diversos también generaba una interpretación, una confrontación, que estaba siendo castigada, disciplinada. Todo eso lo podía ver muy claramente. Así que sí, efectivamente te da otros recursos. También me parece que hay una salida muy interesante en las experiencias de filosofía para niños porque eso tiene la posibilidad de decir “bueno, yo puedo dar herramientas para una manera de mirar la realidad y permitirte cuestionarla, desde la más tierna infancia lo podés hacer. Y respetar el uso de la palabra, escuchar al otro... nuestra forma, la forma filosófica del diálogo es algo que está casi ausente en la sociedad, no lo encontrás casi en ninguna otra parte.

- Claro, a veces en el secundario querés discutir algo y se asustan, porque están acostumbrados a que cuando les hablan es para retarlos...

Mirá eso es interesantísimo, la palabra no es más que para el disciplinamiento, nunca para invitar al diálogo. Pero en la universidad también, yo tomo exámenes y les pregunto a los estudiantes “¿Qué unidad te interesó más?” Entonces ya eso rompe el espacio social de examen, no? “-¿Cómo qué unidad me interesó más? -Claro, empecemos por un tema que te haya interesado, -Bueno me interesó tal tema… -¿Y qué opinión tenés con respecto a este autor que vimos?, -¿Mi opinión? ¿Y a quién le interesa mi opinión?, -Bueno a mí me interesa tu opinión” Pero romper con ese código de lo que significa el disciplinamiento es muy difícil.

- En relación a esto que decías de filosofía con niños, como una herramienta de transformación de la educación inicial: ¿Qué modificaciones creés que habría que hacerle a la educación, tanto inicial, como secundaria?¿Seguís creyendo en la escuela pública?

Bueno trabajo de la educación y si me defino de alguna manera, de las muchas cosas que hice, menos bataclana (risas) todavía bataclana creo que no.  Me defino como educadora, y sigo teniendo absoluta confianza en los cambios, que me parece que son los más radicalizados y los más persistentes. A pesar de que tengo intervenciones en muchos otros ámbitos, que acompaño a muchos movimientos que tienen estrategias que no son sólo educativas. Pero me parece que esa es mi manera de estar en el mundo, es una manera a veces excesivamente pedagógica, la ejerzo con el taxista, con el mozo (risas) lo hago razonar y le digo “¿pero a usted le parece…? ¿Cómo propondría que fuera…?” Aunque sea ese viaje de diez minutos, es mi manera de contribuir, creo que es lo mejor que puedo dar. Me gusta, lo hago con pasión, con compromiso. Así que sí, tengo absoluta confianza. Pero claro, las instituciones son otra cosa, yo nunca trabajé en un secundario, salvo en las prácticas de enseñanza (yo hice el profesorado), porque me parece que yo siempre tuve conflictos con la autoridad irracional: de mi papá, de jefes de trabajo… la autoridad impuesta, irracional, donde yo no puedo discutir el argumento es una cosa que me parece totalitaria e insoportable. Y en general las escuelas son así, son lugares donde el disciplinamiento y la autoridad… a lo mejor ha cambiado mucho, la diferencia con la universidad es que en la escuela los chicos sí están en una convivencia circunstancial, en la universidad ni siquiera tenés eso. La circulación es mucho más voluble, vos elegís la materia por los horarios, no vas haciendo grupos que van evolucionando juntos. El grupo que va evolucionando junto tiene una capacidad de resistencia también. Creo que también debe haber un control de pares entre los estudiantes secundarios, que hace que si alguien tiene un interés por la filosofía lo maten a palmetazos. Probablemente no hay posibilidad de que el interés filosófico surja y se pueda expresar porque hay un control de pares importante. Ahora a mí me parece que hay que ver cómo trabajás. A mí me gusta mucho el rock, y yo creo que hay una filosofía en el rock. Creo que podés tomar temas allí que podrías analizar con gente joven y preguntar ¿A vos qué banda te gusta, qué letra te gusta? Podés partir de cosas que les sean más cercanas. La filosofía en general es muy solemne, juntarse con otras disciplinas está mal visto, lo sé por experiencia. A mí me echaron de muchos grupos filosóficos porque “lo que yo hago no es filosofía”, porque me junto con gente de ciencias sociales, porque hago política, porque me junto con diversidad sexual siendo una señora respetable (risas). Todo eso está mal visto, ese salir de la solemnidad y del hermetismo de la filosofía que es una disciplina para iniciados, que no todo el mundo puede, en el que tenés que mostrar que podés perteneces a la elite y que no la vas a traicionar. Y yo lo que hice en muchos momentos de mi vida fue visto como traición a esa pertenencia académica que debía sustraerse de contaminarse por ejemplo con medios de comunicación. Ir y tener un programa de radio donde pretendas hacer filosofía estaba pésimamente visto, y sin embargo son maneras de llevar los temas. Yo creo que hay una democratización del conocimiento que requiere de esos otros medios, y que todo el mundo tiene derecho a apropiarse de los mejores resultados de la ciencia, es parte de los derechos humanos. Bueno, en la filosofía también, si estudiaste en la universidad pública tenés más obligación a hacer que la ciudadanía se apropie de lo más alto de los estándares que el mismo país colaboró en formar y en perfeccionar. 

- Voy a volver sobreuna pregunta anterior sobre la educación ¿Creés que se puede integrar a políticas de Estado modos de educación que tengan que ver con una concepción del sujeto de aprendizaje más abierta, más diversa, y no desde el punto de vista de que hay que disciplinar a ese sujeto de aprendizaje sino generarle posibilidades para que en un futuro sea un sujeto de transformación?

No solo hay sino que hubo históricamente intervenciones de esa índole. Intervenciones pedagógicas con mayor libertad, mayor creatividad. Por ejemplo que vos tengas que pasar de primero a segundo, de segundo a tercero es una cosa administrativa de orden público, pero vos podrías tener un grupo, en algunos lugares lo hay, en escuelas de frontera, que por ahí no tienen una infraestructura o una cantidad de alumnos apropiada, hay poquitos alumnos, están todos en un mismo aula, y van cada uno siguiendo su evolución personal. Este promedio que hacés de lo que tiene que rendir un alumno lleva a tener gente por arriba y gente por abajo. Entonces vos estás trabajando con un promedio y estás recortando lo justo, la cabeza y los pies de mucha gente. Yo recuerdo por ejemplo experiencias para chicos talentosos. Hay una línea especial de educación que es para chicos talentosos. Son chicos que superan no sólo la inteligencia de cálculo, algún aspecto donde sean brillantes, que se destacan y tienen una capacidad mayor, una enorme curiosidad. Esos chicos suelen tener problema de disciplina en las escuelas normales. Vos tenés mucho desarrollo en las escuelas habitualmente para el que rinde menos, pero no tenés preparada una escuela para el que despega y tiene una capacidad y una curiosidad enorme. Molesta en el aula, porque entendió rápido, terminó rápido, quiere más. Y a las maestras y los maestros les desespera eso. Ahora, ¿por qué tenés recursos para el que no llega a aprender y no tenés recursos para el que se destaca?Porque lo que tenés es un lugar que es un criadero de pollos, el que crece demasiado rápido molesta, vamos a carnearlo y lo vendemos rápido! Ese modo que se usa para los chicos que son talentosos, es un modo que les va permitiendo que evolucionen a su ritmo. Y eso tiene que ser para toda la gente.

- ¿Y creés que eso se puede convertir en una política nacional? Porque hay formas de educación no formal pero generalmente son privadas.

Bueno, el problema que veo es que el clavo mayor de la educación es el secundario, indudablemente. No hay acuerdo entre quienes son dirigentes políticos educativos acerca de cuáles serían las soluciones apropiadas. En algún momento hubo debates públicos sobre educación para hacer un cambio en la ley y para hacer una reforma. Esa reforma educativa llevó varios años de reuniones, de convocatorias, y en principio hubo mucha participación y después mucho menos, y lo que resultó no fue del todo satisfactorio. Tenía que ver con esto de prolongar una escuela primaria, hacer como tres ciclos en lugar de dos, algunos distritos lo aceptaron y otros no. Ciudad de Buenos Aires no lo aceptó entonces era un problema cuando tenían que cambiar de jurisdicción. Yo creo que sí puede haber cambios. Pero tiene que haber debate público, y la educación -si vos analizás las plataformas políticas- todo el mundo te dice que es muy importante, y que hay que invertir, pero no es que hay una propuesta de modificación como sí la hay en otras áreas. Y me consta porque fui diputada -y estaba en la comisión de educación- que desde la Ciudad de Buenos Aires que como autónoma es una ciudad nueva, tuvo su primera legislatura en el año 1997. De 1997 al 2001 fue la primer legislatura, cuatro años, después de 2001 al 2005 y así… Ahora, ninguna de las gestiones logró redactar la ley de educación. Y es el trabajo principal de la comisión de educación de todos los distritos, son sesenta diputados, y período tras período se dice que se va a hacer y no se logra hacer. Y no se logra hacer porque hay muchos compromisos. Compromisos económicos: de la transferencia a la educación privada; compromisos religiosos: el estado laico sostiene la educación religiosa; compromisos sindicales: los sindicatos docentes hay determinado tipo de cosas en las que no quieren evaluación docente. ¡No quieren evaluación docente! No quieren que se quite la posibilidad de que hagan pasantías de trabajo en donde no están en el aula. Entonces hacés una carrera en la que no querés estar en el aula, querés estar en otro lado. Pero eso entonces distorsiona el cuerpo docente que tenés, porque vos tenés una directora que está haciendo trabajo en comisión como asesora legislativa. Entonces ponen otra directora, que a su vez pide una licencia y entonces ponés a otra directora que se va a jubilar en dos años y quiere mejorar su estatuto entonces a los dos años tenés que poner a otra directora. Estoy hablando de niveles altos donde vos distorsionas el presupuesto y la capacidad que tenés para diseñar equipos docentes. Entonces todos tenemos responsabilidades, donde pensando sectorialmente no logramos articular un proyecto que sea colectivo. Y ninguno de esos temas es sencillo. Las cooperadoras escolares decían “queremos manejar nosotros el dinero para los pequeños arreglos”, y el Ministerio decía “no, porque las cooperadoras son poco claras en su rendición de cuentas”, entonces se tapaba un baño y tenían que iniciar un expediente que tardaban seis meses en ir a destaparlo. Tu pregunta atiende a la cuestión del diseño estructural y lo que debería ser la educación, pero para que ese diseño llegue a ser una realidad se tropieza con todos estos esquemas de intereses, donde si no lo dialogaste previamente… lo que ocurrió hasta el momento es eso: no se pudo redactar una ley de educación en la ciudad de Buenos Aires.

- Y tiene que ver con la voluntad política de hacerlo, más allá de todos estos pormenores…

Totalmente, porque siempre hay muchos intereses puestos en eso. La presión entre escuela laica y escuela religiosa, la exigencia de transferencia de recursos es muy alta. Yo creo que no debería financiarse la escuela confesional. Y que la escuela privada tendría que ser un riesgo empresario como cualquier otro. Ahora, qué te dicen: no hay suficientes escuelas. Ahí Daniel Filmus, que es un tipo inteligente, hizo un invento que fue llamar a todas las escuelas “escuela pública”. Sólo que había escuelas públicas de gestión estatal y escuelas públicas de gestión privada, pero son todas públicas. Y eso no es cierto, porque basta ver lo que pasa con la educación sexual, donde una escuela religiosa te dice “Nosotros no vamos a cumplir con la obligación, porque somos una escuela privada y acordamos hacer las cosas de otra manera”. Entonces, ¿Sos pública para cobrar subsidios y sos privada para tomar decisiones sobre contenidos? Creo que hay muchos problemas ahí.

- Tenemos una pregunta bastante conocida: ¿Qué es la filosofía para vos?   

Me parece que fundamentalmente la filosofía no puede dejar de lado el estudio del compromiso de sí misma en relación con el mundo, en relación con los demás. Tenés una cuestión religiosa, yo soy agnóstica pero, hay quien la tiene. Hay algo del perfeccionamiento de la propia humanidad que se olvidó como parte de la práctica filosófica. La práctica socrática de reflexionar y perfeccionar, eso es fundamental en la filosofía. Y es algo que en la universidad no te transmiten, la mayoría de los docentes no lo ejercen, o sea que tampoco te lo muestran como modelo de vida, y que debería ser el núcleo de la formación filosófica. Ahora nosotros ya no nos formamos en comunidades que permitan ir acompañando eso con un maestro, nos formamos de otra manera. Y entonces se pierde algo que me parece que es un ingrediente muy relevante. Y que se va a expresar en lo político con la despreocupación de lo que se llama “la buena vida”, que es algo que está en los discursos emancipatorios latinoamericanos actuales, pero que también cuesta mucho que se ejerza. Y a mí como feminista me importa esa “buena vida”, en esa generación de sujetos que examinan su vida permanentemente y que se exigen mutuamente, me interesan las relaciones de género, los aspectos patriarcales de la sociedad, y veo que muchos de esos dirigentes son violentos, no reconocen a sus hijos, son abusadores con sus mujeres, no reconocen derechos de las mujeres a su propio cuerpo, retroceden incluso en leyes ya establecidas. O sea que cuando alguien me dice que tiene una posición revolucionaria, si no va acompañado de determinado tipo de reflexión humana y de exigencia con respecto a eso, me parece que es deficiente. Y lo que siento es que todavía hay mucha deficiencia, y eso es algo que la filosofía debería poder ofrecer, debería poder abrirnos ese camino, y en general son búsquedas solitarias e individuales.

- Con respecto a tu experiencia en la práctica política y en relación a todo lo que venimos hablando ¿encontraste en ese ámbito político (en los partidos y en la cámara)un escenario que a vos te permitiera ejercer tus convicciones, lo que querías cambiar? ¿Qué balance has hecho de ese contacto con la política profesional?

Bueno, yo creo que el feminismo es una posición política, así que como feminista siento que hago política permanentemente porque incido en las relaciones de poder, por lo tanto, esa es mi posición. Cuando yo fui diputada entré como independiente en la lista. Y entré como independiente con un trabajo académico que yo consideraba profundamente político. Elisa Carrió[9] había decidido fundar un instituto, que es el instituto Hannah Arendt[10], y me ofreció dirigir ese instituto. Yo dirigí durante cinco años ese instituto y ella me dijo que creía que había que cambiar los perfiles de la política, y yo lo dirigí sin estar afiliada, porque ella creía que había que hacer una formación cultural y política no partidaria. En tu pregunta hay como una distinción en lo que significa lo político y lo partidario institucional. Bueno, ella decía “Tenemos que hacer una formación que sea una formación humanística, amplia y muy diversa”, o sea, no censurar o invitar solamente a los amigos. Y yo lo hice mucho tiempo y fue como si sos un chico y te dicen “vas a administrar Disneylandia” (risas) Es fabuloso, tener recursos como para poder tener simultáneamente seminarios con formaciones muy distintas. Y la respuesta social fue impactante. Que en el primer curso que diéramos teníamos un aula para 160 personas y la fantasía era “mirá si vienen cien a hacer el curso, lo que eso puede significar en transferencia, ¡cada uno de ellos que le cuente a dos!”Y resulta que abrimos la inscripción y se saturó inmediatamente, el primer día, y entonces tuvimos que abrir un segundo, un tercero, abrimos siete cursos simultáneos y había mil cuatrocientas personas en el Instituto. Fue impactante, realmente para mí eso fue fabuloso como posibilidad de transferencia. Ahí Carrió me dijo que creía que había que cambiar los perfiles de la política, y me proponía ser diputada, y yo le dije que no, que mi manera de hacer política era otra, que nunca me había afiliado a un partido, que además soy una persona profundamente libre, milito por la despenalización del aborto desde hace mucho tiempo, y yo sabía que en eso teníamos una diferencia porque la primera vez que me encontré con ella fue para que nos hicieran a ambas una entrevista sobre la despenalización del aborto. Y tuvimos un diálogo impresionante, estuvimos más de una hora hablando, argumentando, en un diálogo filosófico, tratando de comprender lo que decía la otra persona y dar las mejores herramientas para responder. Y hubo un acercamiento de muchas cosas en ese diálogo, que yo admití que era sesgado mi pensamiento y que ella admitió que era sesgado el suyo, no nos pusimos de acuerdo en la despenalización pero nos pusimos de acuerdo en un montón de cosas porque comprendimos lo que la otra persona decía y tuvimos la decencia de decir “si, en eso tenés razón, tendría que modificar…” Ese diálogo fue lo que a ella le impulsó ofrecerme el Instituto, y yo le dije “Mirá, yo no estoy afiliada a tu partido, soy agnóstica –ella era una católica practicante- y estoy a favor de la despenalización del aborto y milito a favor de eso, y sé que vos no”, y me dice “pero ese diálogo es para mí el modelo de lo que debería ser el diálogo político”. O sea, ella se planteó (no sé ahora, hace mucho que no la veo) como modelo de diálogo político la deliberación que hacíamos en filosofía. Ahora cuando estás en política estás discutiendo poder, y se discute de otra manera y con muy mala fe. Yo finalmente después de mucho negociar acepté eso. Y lo terminé haciendo en un período porque mi vida transcurre en la academia, para mí no tenía sentido cambiar y transformarme en una política profesional. Cuando empecé a trabajar yo hacía las cosas a mi manera, porque soy tozuda, entonces por ejemplo, fundamentaba los proyectos de ley. Y me decían “No fundamentes, si lo que después se vota es la ley. Ponétrés o cuatro renglones, si vos ya arreglaste los votos… ”. Y yo decía no, por que quien va a averiguar si hay una disputa por esa ley, va a ir a ver cuáles son los fundamentos, y van a ver la deliberación legislativa, porque es el modo en que se ve cuál es la voluntad del legislador. Yo necesito además argumentar con derechos humanos, con un marco que me parece que es el que tiene que haber en la política, entonces eran argumentaciones sólidas. Y se burlaban de mí, me decían “vos no sabés lo que es la política nena”. Yo le llevaba un proyecto al director de una comisión y me decía “¿pero esto para qué me lo traes? A mí ‘fulanito’ me trajo un proyecto diferente al tuyo pero yo sé que me subo a ese tranvía, da la vuelta y después cobro, tu tren no sé a dónde me lleva”. El lenguaje, el cinismo. Seguí haciendo las cosas a mi manera y se me han burlado en la cara muchas veces. Cuando terminó el primer año legislativo -que fue muy desgastante para mí-, hay una revista que se llama Parlamentario, que todos los años da un premio a los mejores legisladores, evaluando lo que sus pares dicen, o sea los pares eligen quiénes son los mejores legisladores, me dan a elegir quiénes me parecía que eran los cinco mejores legisladores. Yo hago mi elección, no todos del bloque al que pertenecía, porque es mi manera de trabajar: hacía interbloques con Patricia Walsh, mientras ella fue legisladora, con gente de Proyecto Sur, con gente que era afín hacía interbloque, no me limitaba a mi bloque. Pasaban cosas graciosas, cuando se hace la reunión de jefes de bloque, se calcula cuáles son los votos, por ejemplo, tenemos esta ley ¿qué bloque la apoya? Y mi jefe de bloque decía “el bloque apoya tal cosa, a Maffia pregúntenle”. Yo votaba sola, me estudiaba los proyectos sola, era un desgaste tremendo. Entonces ese primer año me dicen “ganaste el premio Parlamentario, tus colegas te votaron…”. ¡Si se burlaron de mí todo el año! “Si se burlaron de vos pero te eligieron.”Y los cuatro años gané el premio Parlamentario, que es un premio de pares y que solamente dos veces había ganado una persona todos los años de su ejercicio. La otra persona había sido Gabriela Michetti, una mujer, ¿interesante, no? Lo digo solamente, esto no me califica como legisladora, califica -lo que vos me preguntabas- la resistencia, la relación ahí adentro. Por un lado me maltrataban, se burlaban, me ninguneaban, y por otro lado había como una… “pucha, esta mina resiste y trabaja”. Y eso fue respetado, tomado en cuenta. Quiere decir que es bastante contradictorio. Muchas veces, por ejemplo, yo respetaba el horario de convocatoria de sesión. Y a veces tardaban como cuatro, cinco horas, yo me iba con un libro, me sentaba, había una cámara, porque filmaban las sesiones. En la cámara se veía el recinto y yo que bajaba al horario que me decían, y mi jefe de bloque me decía “no bajes a la hora que convocan”. Nosotros teníamos un circuito interno, con el cual podías ver si ya habían bajado o no al recinto. Entonces me decían, “baja cuando veas que ya hay gente”. Entonces le digo “¿Vos te das cuenta de que ese argumento es ridículo, que si todos hiciésemos eso nadie bajaría?” (risas) Para mí era obvio que ese argumento lleva a que nunca nadie iba a bajar al recinto. Para los demás no, no era obvio.   

- Es como si hubiera una especie de doble legalidad, entre el debe y el es. Porque ellos  reconocían en vos el cómo debería ser una legisladora, pero ellos seguían la lógica del cómo es. Pero premiaron el debe.

Bueno, lo reconocieron. El premio lo da otro. Si hubiesen tenido que premiar ellos, premiaban eles (risas). Pero eso tiene que ver con lo que comentaba de “la buena vida”, del revisar la propia vida. No nos podemos permitir esa doble moral, tenemos que tener una fundamentación ética de la acción y en el momento en que considerás que los valores en que se fundan tus decisiones están mal narrados tenés que explicitar eso y cambiarlo. No te podés permitir un doble código moral. Y eso en política está además encubierto, por el hecho de que usan un lenguaje… nadie te va a decir “soy un tránsfuga que privilegia los negocios, si me dan una orden la cumplo y no me importa si esa orden es correcta o incorrecta”, nadie te va a decir las cosas de esa manera. “Hago trueque con mis leyes para que me voten la mía porque me va a dar un beneficio”.

- Claro, porque en un momento la caracterización que hiciste se asemejaba mucho a la caracterización que Platón hacía de los sofistas, el discutir con mala fe para obtener la victoria en el auditorio, que serían los votantes…

Bueno sí, y muchas veces eso de que se filmaran las sesiones hacía que fueran cuidadosos en algunas cosas porque la gente podía poner un canal de televisión y ver la sesión. Y había muchos que hablaban para la tribuna y que yo sabía que el discurso iba por un lado y las acciones iban por otro. Por eso es que no lo hice nunca más, claro, terminé esa función y yo había dicho, que iba a estar un período, pero me ofrecieron continuar. Porque cuando me votaron no me conocía nadie, después de cuatro años había una visión pública mayor y yo podía pensar que podía obtener un apoyo mayor.

- ¿Crees que entonces tu compromiso con tus convicciones políticas y filosóficas puede darse en instancias que no son las de la política profesional?

Bueno, de hecho, mirá lo que pasó, te cuento algo también esperanzador, porque no siempre las cosas salen mal cuando actuás correctamente, porque sino la visión es que la persona que tiene una preocupación ética es un ingenuo que después se queda  solo y que fracasa. Y no siempre es así. Cuando terminé ese cargo legislativo y no acepté tener otro período, me decían “¿Pero qué vas a hacer?”, como si viniera el precipicio

- Claro, que es lo que supuestamente le pasa al político cuando ya no tiene adónde ir…

Claro, le inventan otro cargo para que aguante dos años porque no se puede presentar de inmediato, hay que estar dos años antes “en remojo”, ¡pero estás “en remojo” con un salario público! Y después volvés, y algunos vuelven esperando que haya desmemoria colectiva. Acá en Santa fe se ve mucho ese político. (risas) Entonces yo decía, bueno, voy a volver a dar clases, que es lo que hice durante treinta años, vuelvo a mi dedicación exclusiva, 45 horas semanales, pero la idea de trabajar les da pavor! No sé, piensan que es una cosa imposible. Además había seguido dando clases en la cátedra de gnoseología, mientras era diputada. Cuando terminé entonces, pensaba volver a la docencia. De hecho, para el primer semestre de 2012 (yo terminé en diciembre del 2011)ya había aceptado seminarios de posgrado, me armé un primer semestre súper complicado, y me proponen para un cargo electivo que era ser consejera académica en el Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires. Yo venía ayudando a Carmen Argibay[11], colaborando con ella en la oficina de la mujer de la Corte Suprema, justamente por eso tenía viajes por todo el país, que era una formación en Género para el Poder Judicial. Desde que ella había sido elegida en la Corte Suprema de Justicia, yo la conocía y colaboré con ella haciendo esas capacitaciones. El Consejo Académico se ocupaba de la formación del Poder Judicial de la Ciudad. Y a mí me pareció interesante, porque era nuevamente poder hacer una transferencia, en este caso a la Justicia, de cosas que ya venía haciendo como docente y en investigación, y me parecía buenísimo. Era un cargo electivo, o sea que se concursó, me eligió la Legislatura como Consejera Académica. Y yo supongo que también preocupados por mi destino (risas). Y entonces fui al Consejo Académico, que tuvo una primera reunión donde se revisaron los seminarios que iba a haber, congresos, currículum de docentes, unas becas que se iban a dar, y dijeron bueno, nuestra próxima reunión es dentro de cinco semanas. Y yo pregunté: qué tengo que hacer de acá a cinco semanas. “Nada”, me dijeron, y se rieron. El presidente del Consejo había sido diputado al mismo tiempo que yo, del Frente para la Victoria, yo del ARI -perro y gato era poco decir-, discutimos muchísimo pero nos respetamos muchísimo. Era Juan Manuel Olmos. A pesar de ese antagonismo hicimos juntos una ley, de protección de pacientes en protocolos de investigación clínicaen hospitales públicos. Que es una ley excelente, y la hicimos como adversarios que se respetan pero exigiéndonos (risas). Yo hice la parte de derechos humanos y él la parte económica de quién paga los laboratorios, y quién las cuentas del Ministerio; y juntamos las dos cosas y salió una ley espectacular. Que además se implementa y eso solo valía la pena el pasar por la Legislatura. Entonces lo fui a ver y le dije “mirá, me nombraron a un cargo y tengo que ir una vez por mes a una reunión. Ese trabajo, yo lo hago en la universidad permanentemente y a mí me lleva un día, dos, no me lleva un mes revisar los proyectos, los programas, los currículum. Dejáme hacer algo con incidencia, porque sino yo estoy cobrando un salario que era mayor que el salario de la universidad”. “-¿Y qué harías?” Le respondí: “Bueno, una cosa que ví, cuando me designaron analicé los programas de quince años que había tenido la formación de Justicia de la Ciudad. Pedí los archivos y me dijeron que había un libro que sacaron a los diez años con todos los programas que habían implementado en esos diez años y después me dieron las carpetas de los últimos cinco años. Cuando fui a hablar después con el presidente de esa Comisión, le dije que había algunas líneas que se interrumpieron, una línea de derecho crítico que se dejó de dar, una línea sobre argumentación jurídica que me parecía muy buena que también se dejó de dar, no hay nada de Género.” Se quedó mirándome y me preguntó “¿Leíste el libro?” (risas) Bueno ahí ví que faltaban algunas cosas y que faltaba sobre todo hacer una capacitación en Género y que además era obligatorio hacerla, y no la estaban cumpliendo. Hubo acuerdo con eso, y entonces le dije, “dejámeque diseñe algo que tenga más incidencia”. “-¿Y qué harías?” Bueno, haría un Observatorio para investigación y capacitación en Género, un Observatorio de Género en la Justicia. Lo fundamenté (porque había otros en el mundo, etc.) y lo comencé a hacer. A los dos años me llama y me dice “Tu bloque te retiró el apoyo y a fin de año termina tu cargo.” ¿Pero cómo, si era un cargo electivo de cuatro años? Y se ríe y me dice: “no pusimos la duración en la ley”. Yo no me había dado cuenta, pero ellos sí. Había un arreglo de bloques políticos en el que cuando termina un período legislativo patean un hormiguero. Entonces yo dije “pero quiero que el Observatorio siga, porque eso tuvo reconocimiento nacional, internacional, pidieron las capacitaciones desde otras jurisdicciones, hubo mucha prensa para muchas intervenciones.” Entonces me designó como directora del Observatorio, y lo que antes hacía Ad Honorem y por voluntad propia, era ahora mi función. Eso es algo que me parece que, por el camino menos esperado, salió bien. Y fue sostener mi convicción.

- A la vista de esta experiencia: ¿Creés aún en la política?

Sí, profundamente. Yo creo que hay que perfeccionar las formas, me parece que los perfiles de la política tienen que ser diversos. La política no es sólo para profesionales. Tiene que haber, en esta deliberación sobre el poder, representantes de muy diversas actividades. Me parece que falta mucho para que las mujeres tengan igualdad de oportunidades en las decisiones de las cuestiones públicas. Si vos pensás en qué leyes afectan a los cuerpos de las mujeres, todas salieron a partir de que hubo mujeres en la Legislatura, con la ley de cupo: ley de violencia, ley de parto humanizado, ley de acoso sexual, ley de trata, la ley de lactancia… todas las normas que tienen que ver con derechos sobre los cuerpos de las mujeres. Es como si la ciudadanía no hubiera tenido cuerpo, hasta que aparecen las mujeres y se acuerdan de que hay cuerpos a los que les pasan cosas: las matan, las violan, menstrúan, paren, lactan, abortan. Entonces, todos estos ciudadanos no estaban antes contemplados en el rango de personas por las que el Estado tenía que hacer algo. Y a mí me parece que eso es algo muy relevante. Y como no es solamente una cuestión de género, es una cuestión de género, de clase, de raza, de etnia, de edad, de discapacidad, etcétera, me parece que si los perfiles fueran diversos la representación también tendría otras posibilidades de llevar a lo público problemas que, si no, quedan en el ámbito de la resolución privada. Porque son problemas de derechos humanos y deben ser resueltos desde el Estado. Sí tengo confianza en la política, creo que es un modo de intervenir en la realidad y que tenemos que tener una enorme vigilancia ciudadana. Por ejemplo, cuando era Defensora del Pueblo, se votó la Ley de Salud Sexual y Reproductiva. Yo había hecho un pedido de informes a todos los hospitales públicos para ver cómo se atendía la salud sexual y reproductiva. Y un año después de la sanción de la ley, hago otro pedido de informes, y eran la misma cantidad de profesionales, la misma cantidad de pacientes tratados, los mismos horarios, no había cambiado nada. Hay una ley que te dice que te va a proteger y nadie había puesto presupuesto, compra de anticonceptivos, consejería, capacitación de profesionales, nada. Entonces si nada cambia, la norma no se transforma en derecho. Ahora, para que eso se mantenga, además de la exigencia de los sistemas de control, que están muy deteriorados (Santa Fe tenía una muy buena Defensoría del pueblo), tiene que haber control ciudadano. Y ahí es donde veo que tenemos una ciudadanía un poco más pasiva. Que debería haber un activismo ciudadano mayor, de controlar y de vigilar que ciertas cosas que están en la esfera de interés se cumplan. Recuerdo que había un contador que venía a la Defensoría del Pueblo y decía que participaba en un grupo donde cada uno se había propuesto vigilar a un funcionario. Si te interesan las políticas de juventud, te juntás y vigilás que se cumplan y analizás cómo se cumplen. Y si te interesa la salud, vas a un centro de salud con una lista de chequeos y controlás que están las cosas que deberían estar. Hay un montón de mecanismos de control ciudadano, a través de la prensa, a través de cartas de lectores, montones de mecanismos que no se ejercen. No hay una ciudadanía muy activa. Tampoco se la favorece.

- Queríamos saber tu opinión sobre la realidad argentina actual y a la vez cuáles son los temas pendientes que para vos se tienen que tratar a nivel nacional.

Con respecto a la política real, de partidos, creo que es muy desalentadora, porque son arreglos circunstanciales, no es que vos tengas expresiones políticas donde sabés que si votás este partido vas con una trayectoria de cien años en ciertas ideas. Vos tenías una lógica de partidos hasta hace no tantos años, quince años, que era con partidos tradicionales, grandes: el partido justicialista, el peronismo, que ya sabías que tenía determinado tipo de políticas sociales, a veces a expensas de ciertas áreas liberales que podían verse un poco más censuradas; tenías un partido radical que era más republicano en algunas cosas; y tenías un partido socialista muy puesto en la cuestión educativa, más iluminista, digamos. Ahora tenés peronistas en todos lados, radicales en todos lados y socialistas en todos lados y son arreglos discursivos que tampoco distinguís mucho. Entonces yo creo que se hace muy difícil que las personas puedan elegir de acuerdo con un modelo de vida y un modelo de país. No es lo que hacemos. Entonces, lo veo muy opaco al sistema político actual. Opaco no sólo por las formas de corrupción que hay que son escandalosas, brutales, sino por la poca percepción de las personas acerca de las consecuencias de esa corrupción. Parece que la corrupción fuera un delito sin víctima. Incluso se dice “Mirá que bien que la hizo, estuvo dos años y mirá la casa…”. Porque no se ve la víctima, no se ve que cierto otro punto de la cadena -que yo por un defecto emocional tengo permanentemente presente, voy a un lugar y digo: para que este lugar exista tiene que haber alguien que carece de todo-. No puedo sacarme de la cabeza que para que alguien esté en el medio de cierto tipo de festejos, otros no tienen ni las sobras de ese festejo. Me parece que no hay percepción pública con respecto a ese costo que tiene la corrupción, que yo creo que es un problema gravísimo. Me parece que la falta de ética pública, la falta de democratización de la vida cotidiana, de lo privado, no sólo de lo público, la falta de una concepción equitativa en cuanto a derechos donde la ciudadanía no sea abstracta sino que esté encarnada y se vea de qué manera ciertos rasgos te someten a formas de opresión, a formas de dominio sistemáticas. Todo eso me parece que son problemas de la política que habría que resolver. Y siento además de la pérdida de esos modelos que eran un poco más transparentes en cuanto a qué elegías cuando elegías poner tu voto por alguien, es la falta de sentimiento de que podés programar tu vida, de que podés con esfuerzo personal tener movilidad social, de que ciertos pasos te conducen hacia cierta responsabilidad acerca de que si querés algo tenés que hacer los pasos necesarios. Parece que todo ocurriera por azar, tenés la fortuna o el infortunio de que te toquen o no te toquen ciertas cosas. Y eso también me parece que nos da una forma de vida completamente caótica, rápida. Yo creo que la política es importantísima pero que las representaciones de partidos no son entusiasmantes en este momento como para encarnarlas.  




[1]La Asociación Argentina de Mujeres en Filosofía (AAMEF) se formó en el año 1987, sus objetivos fundamentales estaban dirigidos a difundir los trabajos de las mujeres filósofas y estudiar en clave de género los escritos, sistemas y preconceptos filosóficos del canon. A pesar de su breve vida, dejó importantes huellas. Fue el marco en el que se organizaron jornadas, seminarios, conferencias, propuestas de agenda temática para congresos nacionales e internacionales y diversas publicaciones. Fuente: http://www.hiparquia.fahce.unlp.edu.ar/
[2]La revista Hiparquia (1988-1999)fue una publicación de la Asociación Argentina de Mujeres en Filosofía (AAMEF). “Hiparquia –única mujer mencionada por Diógenes Laercio en Vidas de Filósofos Ilustres- fue precisamente el nombre elegido para la publicación periódica que salió a la luz en 1988. Por aquél entonces, sólo existía en nuestro país la revista Feminaria –dirigida por Lea Fletcher- que incluía a la vez trabajos teóricos, crítica, ensayo y literatura. A diferencia de esa publicación, abierta a un público más heterogéneo y distribuida en algunos kioscos porteños, Hiparquia se limitó a un horizonte disciplinar, la filosofía, y tuvo las pretensiones propias de las revistas académicas.Hiparquia se construyó a sí misma como una plataforma desde la que debatir con “los popes” de la disciplina, como una voz menor e incisiva desde la que dirigirse a un cánon, a veces muy difícil de conmover.” Fuente: http://www.hiparquia.fahce.unlp.edu.ar/
[3]María Lugones es una filósofa nacida en Argentina y egresada de la Universidad de California. Actualmente investiga temas relacionados al feminismo descolonial.
[4]La Sociedad Argentina de Análisis Filosófico (SADAF) tiene sus inicios en los años ’70 en Argentina y sigue desempeñando un papel muy importante en la filosofía académica nacional. Puede indagarse más sobre ello en:  http://www.sadaf.org.ar/es/
[5]Celia Amorós Puente es una filósofa y ensayista española, teórica del feminismo. Se ha destacado en estudios sobre la construcción de las relaciones entre Ilustración y feminismo.
[6]Gloria Bonder es una psicóloga, investigadora y activista de género argentina. Fundó en 1979 el Centro de Estudios de la Mujer (CEM) y el Postgrado de Especialización y Estudios de la Mujer en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. 

[8] Dora Beatriz Barrancos es una socióloga, historiadora y feminista argentina. Se ha dedicado a estudiar el desarrollo del feminismo en Argentina, los movimientos sociales de principios del siglo XX, las revoluciones llevadas a cabo por las mujeres, los movimientos socialistas y anarquistas, y el rol de la educación en la Historia argentina.
[9]Elisa Carrió es una abogada, catedrática universitaria y política argentina.
[10]http://www.institutoarendt.org.ar/
[11]Carmen María Argibay (1939 - 2014) fue abogada, jueza y ministra de la Corte Suprema de Justicia de Argentina desde el año 2004
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