sábado, 14 de mayo de 2016

En defensa de la Universidad Pública



Fotografía: Griselda Parera
Esta es una entrada diferente a las demás. En esta ocasión nos reúne la DEFENSA DE LA UNIVERSIDAD PÚBLICA ARGENTINA. Nos reúne la defensa de salarios dignos de los docentes universitarios. Para defender, apoyar y comprometernos con la situación que en estos días están viviendo las universidades públicas de nuestro país, y que nos afecta a todos, es que en esta entrada comunicamos nuestra postura sobre la cuestión. Compartimos con ustedes una de las tantas clases públicas que se están realizando en Santa Fe. Ésta fue llevada a cabo el 11 de Mayo frente al edificio de la Escuela Industrial Superior (escuela secundaria dependiente de la Universidad Nacional del Litoral). Junto a clases que brindaron docentes de dicha escuela, estudiantes y docentes de las carreras del Profesorado y Licenciatura de Filosofía dimos una clase tematizando los argumentos que sostienen el carácter público y gratuito de la educación superior.


INVITACIÓN:
A los docentes, graduados y estudiantes de las carreras de la FHuC y a la comunidad de la UNL:
Luego de la última reunión realizada en el gremio ADUL, y ante la preocupación por la nula respuesta del gobierno actual ante el reclamo universitario, docentes, estudiantes y graduados de la FHUC (Facultad de humanidades y ciencias) proponemos realizar una actividad en apoyo de y como medio de visibilizar la medida de fuerza que se llevará a cabo esta semana en las diversas universidades del país. En concreto se insta a toda la comunidad universitaria y no universitaria a participar ACTIVAMENTE de la CLASE PÚBLICA "EL DERECHO A LA EDUCACIÓN DE LA UNIVERSIDAD PÚBLICA"
- Apremiados por un gobierno que parece no interesado en dar una respuesta clara al reclamo docente, perplejos ante lo que parece una falta de respeto como lo fue la mejora del 1% de la última propuesta realizada respecto de las anteriores, atentos y movilizados ante los argumentos meritocráticos y arancelarios de artículos de importantes diarios en las últimas semanas;
- Considerando que la gravedad de las circunstancias tiene que movilizar no solo a quienes se ven afectados directamente por al inoperancia del gobierno actual, sino a todos los que nos encontramos en las aulas y hacemos la universidad, y que es necesario ir más allá y ocupar el espacio PÚBLICO para dar mayor visibilidad y resonancia a esta problemática, y cómo se pone en ridículo la dignidad del trabajo y la lucha de los docentes y los trabajadores:

A partir de una reunión de docentes y estudiantes de Filosofía el viernes 06 de mayo de 2016, se resolvió:
Fotografía: Griselda Parera
Comprometerse y MOVILIZARSE a la mencionada clase pública y a la marcha docente estudiantil en defensa de la educación publica y por un boleto educativo gratuito.

Por la educación pública y gratuita, por el trabajo, por la universidad: Los esperamos.
La deuda sigue siendo con la educación. Los estudiantes queremos aprender, los docentes enseñar.




La universidad y el derecho a la educación pública

La universidad como espacio de aprendizaje, formación, investigación, es espacio de transformación en la medida en que estamos comprometidos a cumplir con algo más que los requisitos para una matriculación. Ese “algo más” comprende un posicionamiento que parte de las preguntas por: desde dónde aprender y enseñar y hacia dónde: qué queremos hacer con ello, por qué, y hasta dónde queremos llegar. Es la pregunta por la destinación de la universidad: su causa, su sentido, su fundamento, su compromiso. En palabras de Derrida: “¿Qué se ve desde la Universidad?”[i] Podemos también preguntarnos acerca del lugar que ocupa hoy en nuestras sociedades: ¿Cuántos pueden tener lugar en ella? ¿Cuántos tienen hoy en día no sólo el derecho declarado a acceder a este espacio, sino también la posibilidad de materializarlo? ¿Cómo nos comprometemos a hacer que sean cada vez más los que puedan acceder a una educación de calidad, en los distintos niveles del sistema? ¿Cómo puede la universidad concretar esta aspiración si el Estado no asegura a sus trabajadores condiciones dignas de trabajo? ¿Qué argumentos permiten defender la gratuidad de la educación superior?

         La historia de la universidad en nuestro país se remonta a la colonia, y dicha historia muestra un fuerte tejido que vincula al saber con los distintos poderes: religiosos, económicos, políticos. Los primeros en acceder a esta educación se aseguraron por mucho tiempo ser los únicos portadores legítimos del conocimiento y del poder. El siglo XIX da diversos ejemplos de cómo las universidades formaron a aquellos hombres supuestamente destinados a gobernar el país. A través de distintos sucesos esta legitimidad comenzó a ser cuestionada, hasta que la reforma universitaria a principios del siglo XX, sentó las bases de una nueva forma de construir la educación superior. De la mano de estudiantes, obreros y docentes, la reforma posibilitó una inflexión en los saberes que se constituían en este espacio, en la construcción de las decisiones que se tomaban allí y en el papel que la universidad tendría en la sociedad argentina. Sin embargo, no es hasta 1949[ii] que el acceso a esta educación se concibe como un derecho de todos los hombres y mujeres del país, y cuyo cumplimiento es una necesidad y deber del Estado. En este sentido, el cuestionamiento acerca de quiénes y cuántos podían formarse en la universidad, qué tipo de profesional se formaría y cuál sería su lugar en el entramado social, marca cierta ruptura. La ampliación del acceso a la universidad a los sectores medios y obreros, y la perspectiva de una formación que contribuyera al crecimiento del país, puso en discusión la idea de que su objetivo fuese el mero ascenso individual. Esta historia da cuenta de cómo el modelo de universidad se piensa en función de un ideal político: si la educación es considerada por el Estado como un derecho, él es quien tiene el deber de asegurar este derecho, abriendo las escuelas y universidades a todos los hombres y mujeres en todo el territorio nacional, proporcionando los recursos que hagan posible una educación de calidad. De esta manera, la educación es una herramienta fundamental para la construcción social y política, que precisa de educadores formados con ese compromiso. Este recorrido hace pensar que el vínculo entre universidad y política no es novedoso ni perjudicial a priori para la educación, como postulan ciertos medios.
         Allí encontramos un primer argumento para sostener la gratuidad de la educación universitaria: la necesidad de profesionales y educadores que construyan una ciudadanía pensante; y por otra parte esto requiere que sea público porque el estado debe garantizar el derecho: éste no es una mera concesión que brinda a los hombres y mujeres. De no ser pública, la universidad sería un lugar más de reproducción de las estructuras sociales y sus desigualdades.  
Fotografía: Griselda Parera
         No seamos ingenuos: la gratuidad es sólo una de las condiciones objetivas que permiten el acceso a los estudios superiores. En la misma institución universitaria, actualmente existen ciertas formas ocultas de la desigualdad: una restricción del ingreso a los sectores más empobrecidos, la no permanencia por el estancamiento o retraso de los estudiantes y el abandono. Y por otra parte, tampoco es el único lugar para formarnos en un saber hacer. En este sentido, cuando pensamos en la universidad y en la educación que hemos co-construido en ella (es decir, no sólo la recibimos de ella), pensamos en ciertos límites y lejanía respecto de otros espacios de la sociedad. De hecho, estamos aquí hoy para visibilizar una lucha que creemos está siendo minimizada, tanto por el gobierno como por los medios de comunicación y el conjunto social. Justamente por eso creemos que es necesario volver sobre la justificación de la universidad pública, para defender su existencia y el derecho a educarnos en un espacio como éste, y fomentar que se siga ponderando como espacio de formación. En esta ocasión tenemos la oportunidad de hacer una vez más lo que hemos aprendido a hacer, y mucho, en este ámbito del saber, y sobre todo desde la filosofía. Tenemos la oportunidad y la necesidad de PENSAR. Y es preciso que nos cuestionemos acerca de este pensar: desde dónde lo hacemos, y hacia dónde se dirige. Retomando otras palabras de Derrida, la universidad es (y no debería dejar de ser) el lugar en el que nada está a resguardo de ser cuestionado. En ella puede ejercerse el derecho a cuestionar y a decir públicamente todo, y por ello también ser enjuiciado.[iii] En ese cuestionamiento se ponen en juego un saber ver (los textos, la memoria, el horizonte) y también, fundamentalmente, un saber oír: poder compartir con otros lo que decimos,  escucharnos, respondernos, interpelar también lo que no se está diciendo. La universidad no solo construye una forma de abordar el mundo sino también debería estar a la escucha de lo que sucede en él. (en este punto, es una discusión que aún nos debemos, si hoy la universidad lo hace) Es en este lugar, además, donde -retomando también a Kant-  podemos ejercer el uso público de nuestra razón, desligarnos de las tutelas o discutir a la par con ellas, dejar de ser menores de edad para hacer posible que otros también dejen de serlo. Aquí encontramos otro argumento para defender la universidad pública, como espacio que posibilita una crítica en el sentido deleuziano: no sólo señalar lo negativo sino pensar alternativas y de esta forma acceder a una transformación de la realidad, a una nueva forma de ver el mundo.[iv]  

Fotografía: Griselda Parera
         En este sentido esta discusión que nos convoca responde a un compromiso, una tarea con otros. No cuestionamos por mera diversión, o al menos no lo hacemos cuando esta discusión pone en juego los límites de nuestras convicciones. Muchas veces ponemos el cuerpo en debates que resienten la tolerancia mínima que hace posible el encuentro con el otro. Por lo tanto, en la universidad no se debería tratar solo de saber y memorizar lo que otros dijeron y cómo elaboraron sus argumentos, sino de cómo esas ideas nos tocan, cómo nos transformamos leyéndolas y poniéndolas en discusión, cómo su uso nos posiciona ante determinadas situaciones. Todo esto lo construimos desde la primera inserción en el sistema educativo y la universidad nos permite, quizás, desafiarlo. ¿Por qué desafiarlo? Porque no somos meros repetidores de lo que otros han pensado y hecho. Porque necesitamos conmover las bases en las que nos encontramos parados para saber de qué están hechas, qué puede construirse todavía con ellas. Si bien no es el único espacio para hacerlo, la universidad y el lugar que tiene el conocimiento en ella abre la posibilidad de hacerse de las herramientas simbólicas que configuran fuertes relaciones de poder, y cuestionar allí la forma en que se construyen esas relaciones. Ningún conocimiento es independiente de cómo se configura el poder. Y para transformar en algo esa configuración, es necesario preguntarnos de qué manera los conocimientos nos permiten modificarlo, de qué forma nos preparamos, a través de su estudio, para asumir un compromiso que es con la sociedad.
Y ¿por qué tenemos un compromiso con nuestra sociedad? Porque la universidad forma a los científicos, a los profesionales, a los trabajadores que contribuyen a educar, curar, edificar, defender a todos los miembros de nuestra sociedad. Quien ejerce una profesión produce una tarea en el contexto de ciertas relaciones sociales, políticas, económicas. El profesional es tal en cuanto tiene una responsabilidad para con el conocimiento y para con la sociedad: no está cumpliendo una tarea como quien elabora una receta: y aún si así lo hiciese, se pone en juego en su acción un acto performativo: en cómo actúa se traduce qué tipo de compromiso asume para con otros. Esta posibilidad que ha concretado, su profesión, no le cayó del cielo, porque se es heredero o no se es, como podríamos pensar con Bourdieu y Passeron.[v] Porque si tenemos la posibilidad de estudiar, todavía la tenemos a costa de que otros muchos no la tienen, y es necesario trabajar para que ellos también puedan ejercer su derecho. En fin, porque si bien en un país como el nuestro –a excepción de muchos- la educación superior ya se proclamó como un derecho y se hizo viable para muchos más a partir de su des-arancelamiento, el ejercicio de ese derecho aún está vedado a muchos. Como sabemos, la selección para acceder a los estudios superiores no empieza exclusivamente en el ingreso gratuito a la universidad. Como afirman algunos artículos periodísticos en los últimos días, el desarancelamiento no asegura en sí mismo la permanencia y graduación. Razón por la cual en los últimos años, debido a una mayor inversión en educación se han implementado programas de becas que permitieron y permiten la permanencia de muchos de nosotros en la universidad. (Ejemplos en nuestro país: Becas Bicentenario, de trabajo y económicas, becas económicas promovidas por el PNBU, becas de investigación CIN, becas otorgadas por universidades nacionales: en nuestro caso en la UNL: becas de transporte, material de estudio, residencia, investigación, comedor, de trabajo). Es una realidad concreta que estas políticas estratégicas nos han permitido permanecer en la universidad, sobre todo a un centro de estudios al que concurren estudiantes de toda la provincia. Esto ha sido posible por una decisión política en cuya base reposa cierta concepción de educación.
Fotografía: Griselda Parera
Hoy ciertos discursos siguen entronizando la idea del “mérito” (referencia a la publicidad de Chevrolet), de la suficiencia de un voluntarismo meramente individual, acrítico, que se supone desapegado de las desigualdades existentes. Encontramos también críticas letales a la educación y al espacio universitario mismo, que vienen desde diversos espacios políticos de derecha que buscan enmascarar sus argumentos con un tinte progresista. Notas del diario La Nación como la titulada: “¿Gratuidad es sinónimo de igualdad?”[vi], no hacen más que avalar y fogonear un accionar político que promueve el vaciamiento de nuestras universidades: una acción que empeora la situación en que se encontraba ya el trabajo en la universidad. Frente a este panorama no podemos hacer oídos sordos: es necesario fundamentar y defender con insistencia la importancia de la universidad pública y de la educación gratuita en todos los niveles como un derecho que no nos debe ser vedado. Por un lado, la idea de despolitizar esta discusión es inviable: estamos acá porque el derecho a estudiar y a trabajar debe ser garantizado por el Estado, y porque nosotros debemos velar por que sea accesible para todos y todas. Esta propuesta, que discute la gratuidad universitaria como una forma de posibilitar la “modernización y eficiencia” para nuestro viejo sistema educativo, enmascara una intención sumamente perversa: limitar un derecho inalienable a aquellos que puedan pagar por ejercerlo.
Fotografía: Griselda Parera
Fotografía: Griselda Parera
El desfasaje existente entre quienes pueden y quienes no pueden ingresar a la universidad y permanecer en ella, debe modificarse a partir de una estrategia que nos comprometa a todos a dar a nuestro entorno las mismas posibilidades que hemos tenido. Nunca se soluciona ni puede solucionarse vaciando los recursos económicos y culturales, dejando en manos del mercado y de los intereses individuales el funcionamiento más eficaz de algo que es de todos. Afirmamos, con Derrida, que no hay lugar neutral en la enseñanza, no es ésta un don natural, sino una práctica social y política, que el Estado -todos como parte de él- debe garantizar y defender. 


Ana Orecchia y Laura Gatti 

[i] Derrida, J.: Las pupilas de la universidad. El principio de razón y la idea de Universidad. http://web.archive.org/web/20071011140257/http://jacquesderrida.com.ar/textos/universidad.htm
[ii] En la Argentina había una sola ley universitaria hasta que llega el peronismo, que era la Ley Avellaneda, de 1885, que tenía cuatro artículos. La ley 13.031, de 1947, lo que hace es estructurar esta visión de la universidad como agente de desarrollo local, de vinculación orgánica con la sociedad y plantearle objetivos claros: sus problemas académicos deben surgir del territorio y su función es pensar cómo colabora con la sociedad para resolver sus problemas de desarrollo, de desigualdad, fomentar una cultura nacional. La ley también articula el sistema universitario y plantea una necesidad de pensar a la universidad no ya como ente autónomo del conocimiento que se abastece a sí misma, sino que se la estructura dentro del Estado. También se sanciona lo que son las becas universitarias. La segunda ley, de 1954, refuerza estos aspectos, articulándose con los nuevos mandatos de la Constitución sancionada en 1949. En esta Constitución se establecía la educación como un derecho, por ejemplo.
[iii] Podemos encontrar estas ideas en dos textos de Derrida: La universidad sin condición, http://web.archive.org/web/20071011133004/http://jacquesderrida.com.ar/textos/universidad-sin-condicion.htm. Dónde comienza y cómo acaba un cuerpo docente. http://web.archive.org/web/20071011142633/http://jacquesderrida.com.ar/textos/cuerpo_docente.htm
[iv] Deleuze, G.: Nietzsche y la filosofía, Ed. Anagrama, 1995 [1962].
[v] BOURDIEU, P. y PASSERON, J-C.: Los herederos. Los estudiantes y la cultura. Siglo XIX, 2009 [1964]
[vi] http://www.lanacion.com.ar/1876121-gratuidad-universitaria-es-sinonimo-de-igualdad Como respuesta a estas opiniones y otras en la misma línea, pueden leerse otras publicaciones como las siguientes:  http://www.pagina12.com.ar/diario/universidad/10-298620-2016-05-06.html


        

               



 








martes, 10 de mayo de 2016

Entrevista a María Luisa Rubinelli

María Luisa Rubinelli es Profesora y Licenciada en Filosofía, egresada de la Universidad Nacional de Rosario, y es Diplomada en Interculturalidad e Integración Educativa (2006). Se desempeña desde 1987 en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Jujuy, donde es actualmente Profesora Titular de Antropología Filosófica y Pensamiento Argentino y Latinoamericano. Nos encontramos con ella motivados por su intervención en el panel “Pensamiento y Filosofía Latinoamericana”, en el Congreso de AFRA, realizado en Santa Fe en agosto de 2015. En ella encontramos una búsqueda por ir más allá de lo que los libros permiten: una construcción del pensamiento que entreteje diálogos interculturales, enseñanzas que van y vienen entre distintas generaciones, tiempos y tierras. Escuchar qué tiene para decir el otro más cercano sobre la filosofía como parte de la vida, abre horizontes que nos permiten volver sobre nosotros mismos: para saber cuál es nuestro lugar en el mundo, dónde elegimos vivir y pensar, desde dónde enseñamos, hacia dónde apuntamos con nuestras investigaciones. Un saber que se reconoce como construcción colectiva transforma nuestras realidades.

 - Sabemos que estudiaste en Rosario y que después te fuiste para el norte. ¿Querés hacer una presentación más o menos breve de tu vida?
- Bueno, me van a obligar a reflexionar sobre mi propia vida  (risas). Les digo mi nombre primero. Soy María Luisa Rubinelli. Si, estudié en la Facultad de Humanidades y Artes, en la Universidad Nacional de Rosario. Tuve la fortuna de estudiar antes de la última dictadura. Ahí tuvimos profesores, en general, de muy buena formación, y profesores que después, durante la dictadura, o los echaron o se fueron, o a nosotros mismos nos echaron. Trabajé en el Instituto de Filosofía, al final del último período democrático, antes de la dictadura, y estaba haciendo una adscripción con [Andrés] Mercado Vera[i], a Mercado Vera lo echaron de la Universidad de La Plata y después no sé si lo echaron o se fue de la de Rosario.

- ¿De qué era profesor Mercado Vera?
- Con nosotros dio filosofía contemporánea. Él trabajaba mucho Marx y Nietzsche y bueno… obviamente no alegaron razones políticas, pero lo dejaron fuera. Y tuvimos otro profesor que actualmente critican -y nosotros también criticábamos muchísimo cuando éramos estudiantes- (risas), que era el que llevaba prácticamente el núcleo de la carrera: Adolfo Carpio[ii]. Muy liberal en sus ideas, muy especial en sus formas de dar las clases, se paseaba por el salón, un salón inmenso, porque era una materia común a varias carreras, y era bastante autoritario a tal punto que el que llegaba tarde no se animaba a entrar a las clases porque lo desnudaba en público (risas). Pero fue una persona muy estricta, su formación era muy buena y era el que nos apadrinaba, porque prácticamente era el papá de todos los que hacíamos filosofía, y decidía quiénes hacíamos filosofía y quiénes no… Nos orientaba en las consignas de trabajo, nos alentaba para que empezáramos a participar en congresos. Fue una persona coherente con sus ideas liberales y en la época de la dictadura, por ejemplo, dos de mis compañeros estaban militando en el ERP[iii], fueron apresados y luego torturados, y bueno, mantenidos en la cárcel; y para que no dejaran la carrera Carpio se arriesgó a ir a tomarles examen en la cárcel. También hubo otros que, sin decir que fueron absolutamente colaboradores, fueron más a las ideas de la dictadura, pero ahí se desarmó todo, con la dictadura muchos compañeros de otras carreras desaparecieron de repente de la facultad, y la facultad se transformó en un desierto.

- ¿Vos alcanzaste a concluir tus estudios antes?
- Sí. Pero estaba trabajando en el Instituto de Filosofía y de repente por una cuestión de racionalización administrativa nos echaron, a mí y a otras personas. Y quedaron dentro de la facultad los que obviamente eran afines a las ideas de la dictadura, o a la falta de ideas de la dictadura. Y bueno ahí ya no tuve más que ver con la facultad, ni con la Universidad de Rosario.

- ¿No volviste nunca más a la Universidad de Rosario?
- Al menos como docente, no. Fui una vez a un Congreso si no me equivoco. Y otras veces a buscar algunos compañeros, como Silvana Carozzi[iv] y otros amigos que me quedaron en Rosario. Pero nunca a una actividad académica en la facultad. A ver… en el setenta y pico, ’77, ’78, yo ya estaba trabajando a nivel medio y en la universidad, [en] lo que era en ese momento el Instituto Politécnico, y… nos secuestraron junto a mi marido. Estuve más o menos un mes secuestrada. Mi marido no apareció nunca. Entonces desde ahí cambió mi vida. Me dediqué a hacer otro tipo de cuestiones, de trámites, de averiguaciones que nunca me dieron resultado. Y en un momento tuve la posibilidad de viajar al exterior -yo tengo familia en el exterior-, y pensé en la posibilidad de quedarme afuera. Pero cuando estaba en Francia, después de un tiempito que no fue mucho, decidí volverme. Y viví un tiempo más en Rosario, pero ya no le encontraba mucho sentido a vivir en la ciudad, estaba bastante cansada; trabajaba en la docencia, pero en otros niveles del sistema. Fue muy gratificante para mí trabajar en la primaria, por ejemplo, porque soy maestra también. Me gustó mucho, trabajé también a nivel secundario en una de las Normales. Yo había ido al norte -hacía mucho tiempo- y decidí volver a hacer un poco de memoria, de cómo era, y me entusiasmé mucho con la cultura andina, norteña. Pensé entonces en irme un tiempo, “un año” había dicho, y resulta que me quedé un poco más de treinta hasta ahora (risas). O sea que más o menos la mitad en Rosario, la otra mitad en Humahuaca ha sido mi vida.

- ¿Qué es lo que te impactó de la cultura norteña?
- Me pareció una cultura distinta, rica, pero que yo todavía no podía entender. A esta altura había leído ya la obra de [Rodolfo] Kusch[v], pero todavía no la entendía porque no tenía contacto con esa cultura. Entonces dije “me voy a ir a ver si tengo trabajo allá”. Y sí, me ofrecieron la totalidad de las horas pero en El Ramal [Jujuy] que es una zona, una cultura diferente, más cercana a la cultura guaraní, o con integrantes de la cultura guaraní residiendo en esa zona.



- ¿Las horas que te ofrecieron eran en escuelas?
- Sí, de nivel medio. Y de nivel terciario, o sea en profesorados. Pero esa zona tiene un gran inconveniente, insuperable para mí, que es la temperatura, el clima. En el verano la temperatura habitual es de más de cuarenta grados. Yo quería estar más en contacto con la gente que vive dentro de lo que ha sido, ¡de lo que hay ahora!, de las recreaciones de las culturas andinas. En Humahuaca conseguí un lugar para trabajar en escuelas secundarias y también algunas horas de nivel superior, algunas específicas, pero la mayor parte no, no eran de filosofía. En ese momento y durante un tiempo posterior, no era fácil conseguir profesores que enseñaran y se quedaran en Humahuaca.

- ¿Cómo era la cuestión del idioma?
- Ellos hablan español. Lo que sí, tenés que adecuar el oído, porque al principio no se entiende, es difícil. Así como ahora me cuesta, cuando voy a Buenos Aires entender lo que dicen algunos porteños. Sí, hay expresiones que son regionales, que derivan de antiguas lenguas indígenas, pero hablan el español. Entonces, hay palabras y hay expresiones que son distintas, hay conjugaciones de tiempo -se usan distintos tiempos verbales, sobre todo la gente adulta-; pero bueno, me fui adecuando. Con los que primero establecí una vinculación, un lazo afectivo, que también me permitió después acceder a otros niveles más familiares fue con los adolescentes… adolescentes que en algunos casos ya son jóvenes porque, generalmente, te encontrás con alumnos con sobreedad, yo a veces los cargaba, y cuando tenía problemas con ellos les decía –“bueno miren que yo no voy a convocar una reunión de padres, porque ustedes son grandes… ¡voy a convocar una reunión de hijos, para contarles a ellos lo que ustedes hacen!” (risas) porque casi todos tenían ya sus hijos, tanto las chicas como los muchachos. La experiencia en la escuela me gustó, si bien el director que teníamos era mentalidad dictadura, y tuve problemas con él, pero la experiencia con los estudiantes fue muy linda, muy interesante, y bueno me fui quedando, me fui quedando… porque encontraba cosas que me interesaban, que me gustaban, me sentía bien… y me sigo quedando (risas).

- ¿Fue más o menos ahí que empezaste a acercarte al estudio del Pensamiento Latinoamericano o ya habías tenido algún contacto en la carrera?
- En la carrera no teníamos Pensamiento Latinoamericano, no teníamos una materia específica que yo recuerde, pero cuando terminó la dictadura reincorporaron a un profesor que era Rafael Virasoro[vi] que se dedicaba a eso. Y yo empecé a ir a su seminario, aunque había terminado la carrera. No fue una adscripción, pero lo acompañé durante uno o dos años. Empecé a estudiar por mi cuenta Pensamiento Latinoamericano. Una de las críticas que les hacíamos a los profesores era la falta de pensamiento latinoamericano y de contextualización histórica. Cosa que no pasaba con el profesor Mercado Vera porque él tenía una formación hegeliano-marxista y era el que más contextualizaba. Después con los años nos dimos cuenta de que, si bien criticábamos mucho a nuestros profesores, habían sido buenos profesores (risas), nos habían dado buena formación académica. El resto fue por cuenta nuestra.

- ¿Tuviste, además, algún otro “maestro de la vida”, alguien que te haya marcado?
- Yo creo que los que más han incidido en mi formación han sido Adolfo Carpio y Andrés Mercado Vera. En Epistemología, si bien lo considerábamos por momentos como un loco simpático, fue interesante el contacto con Raimundo Pardo[vii], y en Lógica y Medieval teníamos también un profe que era todo un personaje, que era Alberto Moreno[viii]. Con posterioridad, cuando mi formación en Pensamiento Latinoamericano se profundizó, la impronta de Arturo Roig[ix] ha sido muy importante en mi formación, no solamente en lo filosófico sino como persona. Tenía una personalidad muy especial, una generosidad muy amplia y una muy buena formación. Eso me ha marcado mucho y ha hecho que mi actitud hacia los estudiantes y también hacia aquellos que se acercan y quieren seguir su formación sea más abierta. Y también han incidido en mi formación los profes del equipo con los que trabajo, gente muy generosa. Es muy distinta a la actitud de algunos profes de la UBA, que tratan de hacer más sólida su posición académica desde el desprestigio de los que recién empiezan, esto provoca indignación ¿no? Sobre todo porque hemos tenido oportunidad de evaluar proyectos de estos profes consagrados, y justamente lo que les marqué en esta evaluación es que… se olvidaron de dónde están parados. Los proyectos son muy buenos, sólidos académicamente pero… ¿desde dónde? ¿Desde Europa? ¿Desde acá? ¿Desde dónde lo están planteando?

- ¿Te parece que en las Universidades que conocés falta poner en situación los saberes, en contexto?
-Yo creo que son culpables de ignorancia. Y son culpables porque podrían saber más de lo que se produce en Argentina, en América Latina… podrían. Por ejemplo, el conjunto de investigadores al que me refería hace un momento está dentro del Instituto del INCIHUSA[x], que es el Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales si no me equivoco, son investigadores del CONICET[xi], tienen una vasta producción, son grupos que se amplían año a año cuando se convoca a la presentación de postulantes de becas de doctorado o a ingresar “a carrera”: no conocen nada de esa producción local. Entonces yo creo que son culpables de ignorancia. No les interesa conocer la producción que hay en Argentina, en América Latina. Que no es fácil a veces conocerla porque seguimos teniendo el problema de que las obras se distribuyen muy cerca del lugar donde se producen. Entonces para conseguir bibliografía de Perú, de Bolivia, de Ecuador, de Centroamérica, tenés que ir a comprarla al país donde se presentó, no circulan con facilidad. Circula con mucha más facilidad lo que viene de Europa y de Estados Unidos. Pero bueno, se puede hacer un esfuerzo.

- ¿Cómo ves vos la actualidad de la filosofía en Argentina? Puede ser en su práctica profesional, o en la producción, o en el impacto social.
- Yo creo que hay algunos canales que se han abierto -no a todos-. Por ejemplo, en Canal Encuentro, en YouTube, vos encontrás producción latinoamericana, encontrás también programas de divulgación y algunos de problematización, que son bien interesantes. Con algunos de los de difusión yo no estoy tan de acuerdo porque es como que hacen de la filosofía -si bien lo hacen con cierta seriedad-, un producto… lo veo más bien como mercantilización de la filosofía, y no me gusta mucho. Pero son una forma de difusión. Hay otros que son más problematizadores, que no dan lecciones solamente sino que invitan a vencerla, me parecen más positivos. Por otro lado hay bastante producción editorial, y no solamente de la filosofía, sino de lo que puede llamarse pensar latinoamericano, y que tiene que ver con aportes de la lingüística, de la literatura, de la historia... Hay muchas pequeñas editoriales, en distintos lugares: en Córdoba, en Jujuy mismo también. ¡Y están las editoriales universitarias! El problema es que la tirada es reducida y el sistema de distribución malísimo. Entonces, si bien hay bastante producción, es difícil la llegada al mercado o acceder a la difusión.
Además, hay muchísimos encuentros de Filosofía en distintos lugares del país. Nosotros tenemos este año uno en Jujuy de algo que se ha llamado “el Norte Grande”[xii] que nuclea a universidades nacionales del NOA y del NEA y que se hace cada dos años. El año que no se hace el Congreso se hace una jornada regional de filosofía. Esto se viene haciendo desde hace bastante tiempo y es itinerante, es decir, va cambiando de sede entre las universidades del NOA. Y no solamente participa gente que hace filosofía en el NOA sino en distintos lugares del país. Pareciera que cada vez hay más convocatorias de Filosofía en distintos lugares del país, lo cual está muy interesante, es muy bueno, pero son demasiadas para poder participar en todas.
Creo que es necesario hacer mucho dentro del campo de la filosofía para que la filosofía latinoamericana -y bueno, yo me dedico fundamentalmente a pensamiento andino ocupen cada vez un lugar más importante. El tema es que lo hacemos con esfuerzo propio, en los distintos lugares en los que estamos, en las cátedras, o tratando de abrir algún otro espacio en las facultades. Pero necesitaríamos sentirnos más apoyados entre nosotros, me parece, para no cansarnos. Y por supuesto que esto tiene que tener continuidad con la gente más joven que se viene formando y está formada, y que a su vez está formando gente más joven aún. Creo que hay mucho interés en los estudiantes, porque a nosotros por ejemplo cada vez se nos acerca más gente. Hemos formado una unidad de investigación que llamamos “Pensamiento latinoamericano: relaciones interétnicas e interculturales”, y al principio no teníamos investigadores del CONICET, ahora hay tres, que han ingresado al CONICET, y que están trabajando en la unidad de investigación -bueno… una es becaria-. Son todos aportes importantes porque a su vez esperamos que formen más gente. Y además no están todos en la disciplina de la Filosofía, estrictamente hablando. Hay por ejemplo una becaria que está en el campo de la salud. Nosotros damos Antropología Filosófica en la Licenciatura para la Educación para la Salud. Y hay gente también de Literatura también trabajando la unidad, y de Ciencias de la Educación…
Hemos planteado algo que llamamos “trayecto formativo intercultural”, convocando a gente que está en la facultad en distintas disciplinas y a gente que no está en la facultad y conoce de cultura andina. Lo planteamos como un trayecto de formación para el que esté interesado -obviamente tiene que tener el título del secundario, porque eso no lo podemos, por ahora, dejar de lado-  en formarse en pensamiento andino. Y lo hemos planteado en varios módulos con la participación de académicos y de no-académicos. Porque pensamos que por ahí podíamos “zafar” del problema de la falta de títulos.

-  En el panel en el que expusiste hablaste de recuperar saberes de las comunidades andinas, los cuales se fueron perdiendo y tienen todavía importancia para ellas. ¿Te parece que esa resignificación viene de la mano con pensar el conocimiento como una “caja de herramientas” para una trasformación más social, mas política?
- Si, yo creo que es importante que dentro de la academia se consideren otros conocimientos, lo que otras culturas pueden aportar. Por ejemplo, en el tema salud nosotros tomamos el asunto de las enfermedades o dolencias, pero tratamos de tomarlo desde cómo se entienden las enfermedades en el pensamiento andino, que no se entienden como problemas individuales, sino como un problema de desequilibrio, que influye en todo el grupo y que tiene que ver con un desequilibrio que se ha producido en la relación con otros seres, en algunos casos humanos y en otros no. Entonces, para nosotros es importante que esto sea considerado conocimiento. A veces se habla de saberes, pero se les da un status diferente. Nosotros entendemos que, tanto en relación al tema enfermedad – salud, en una carrera que es específicamente de salud, como a otros conocimientos, son saberes que deben ser aprovechados por la academia, no desvalorizados, no desacreditados. El tema es que no es fácil que esto se de en conjunto con otras cátedras. Por ejemplo, en un seminario que di el año pasado para el doctorado en Ciencias Sociales, una egresada de Antropología me dice: – “¿Por qué nosotros no tenemos esto en la carrera? Tenemos mucha teoría marxista, y está bien, pero ¿por qué no tenemos pensamiento andino?” Dado que se están formando como antropólogos en una región andina. Pero además no hay filosofía latinoamericana, salvo en el espacio de Pensamiento Argentino y Latinoamericano y en Literatura del NOA y latinoamericana, no hay otros espacios.

- ¿No hay un reconocimiento institucional de que esos saberes tengan que ser enseñados?
- No, en todo caso son objeto de proyectos de investigación y de papers que presentás y publicaciones que hacés, pero hasta ahí.

- ¿Cuál es tu lectura de los últimos movimientos políticos de reivindicación de identidad latinoamericana, tanto en nuestro país como en los de la región, esto que se llama “socialismo del siglo XXI” o la idea de “Patria Grande”? ¿Te parece que hay algo más que aportar desde filosofía o pensamiento latinoamericano para que tomen una legitimidad más duradera?
- Sí, creo que hay mucho para aportar… creo que en algunos casos es una cuestión de aprovechamiento de un momento, que en realidad no son tan sinceras esas reivindicaciones, pero vienen bien de todos modos. En el Norte se sintió mucho. En Jujuy, que limita con Bolivia, el tema de la asunción de Evo Morales[xiii] se sintió mucho. Se siente mucho. Bueno, porque además Bolivia está en una situación económica más favorable que la nuestra. El cambio del dólar siempre era favorable al argentino, que iba a comprar más barato y contrabandear, y ahora el peso boliviano está por arriba, entonces la gente lo vivencia como una situación de comparación con lo que hace Evo Morales y su gabinete (lo conocen más a Evo que a García Linera[xiv]), lo sienten de alguna manera como una reivindicación.
En la academia circula esta idea de “la Patria Grande”, es objeto de muchos trabajos también, es el caso de Venezuela, de Bolivia, de Ecuador. Se ha instalado un poco en el discurso académico. De todos modos, pienso que en lo fáctico, en lo concreto, no se visualiza demasiado cambio a mi entender. Pero a la vez hay una situación más favorable para un diálogo, para buscar fuerzas comunes, para tratar de visualizar de otra manera el porvenir de la región. Y esto me parece positivo. Nosotros tal vez tenemos que redoblar esfuerzos en este momento favorable, hacer algo de lo que Arturo Roig denominó “trabajar sobre las huellas dispersas”[xv] del filosofar latinoamericano, que él no veía sólo en la academia, sino en la vida cotidiana de los pueblos latinoamericanos, en las luchas que esos pueblos vienen dando desde hace siglos y que no se visualizan como una continuidad, sino que se las advierte cuando irrumpen. Pero la hay, existe una continuidad. Entonces esas huellas dispersas, que aparecen discontinuas… ¿cómo se van vinculando entre sí? Ese es un esfuerzo que nosotros tenemos que hacer. Como él lo ha hecho en Ecuador y en nuestro país, recuperando la historia de las ideas, como lo ha hecho también Leopoldo Zea[xvi] en México y otros pensadores en otras regiones, por ejemplo Arturo Ardao[xvii] en Uruguay. En nuestro equipo de investigación, estábamos trabajando historia de las ideas en Jujuy desde mediados del siglo XIX a un poco antes de mediados del siglo XX, sobre la categoría de “universo discursivo” de Arturo Roig. O sea, buscamos lo que se ha producido desde las élites y simultáneamente buscamos qué es lo que aparece desde otras formas de producción, sea la producción periodística de la época, la narrativa popular, la poesía, algunas canciones, expedientes de juicios, por posesión de tierras por ejemplo. Buscamos conocer cómo viene esa historia, cómo se ha manifestado por ejemplo respecto de la presencia del indígena, que muchos esperaban que desaparecieran de la faz de la tierra, sobre todo de Jujuy, porque eran una muestra de atraso, de barbarie. Entonces, cómo podemos hablar ahora de un reconocimiento si, en realidad, muchas posiciones de élites vienen ya de antes de la colonia y continúan teniendo una mirada totalmente peyorativa de lo que son las culturas indígenas. Todavía hay tensiones no resueltas, o sea, que por un lado ahora hay más dialogo, más apertura, más visibilización y por otro lado, todavía persisten estas resistencias.
Por eso decía que en muchos casos es singular este asunto de la apertura. Hay candidatos políticos que en este momento, en medio de una campaña, como hacen siempre, van y besan a todo el mundo, destacan la importancia de las culturas, pero siguen pensando como pensaba la élite del siglo pasado. Siguen siendo además parte de la élite. Entonces, si nosotros no trabajamos sobre los prejuicios naturalizados, no podemos pensar en que haya un cambio, una apertura real, un diálogo, una posibilidad de convivencia basada en el reconocimiento. No es real.

En relación a las prácticas educativas y a partir de la Ley de Educación Nacional n° 26.206, en la cual el concepto de inclusión está fuertemente marcado, ¿ves todavía estas tensiones de las que hablábamos entre una educación que busca incluir pero manteniendo y valorando las diferencias interculturales?
- Yo tengo mis críticas a la última Ley de Educación. En realidad la diversidad estaba reconocida como importante ya en la Ley Federal. Pero cuando vos ibas a los diseños curriculares de formación docente, la diversidad estaba mencionada pero después no aparecía trabajada. Y ahora, si bien está mencionada la modalidad de educación intercultural bilingüe, en Jujuy no hay definición al respecto -más allá de que hay un equipo de educación intercultural bilingüe del Ministerio, pero no se ha avanzado demasiado. Por otro lado el marco legal es bastante ambiguo, porque al definir la modalidad de educación intercultural bilingüe, habla de multiculturalidad, pero en realidad no se sabe muy bien de qué está hablando. Y además, la educación intercultural bilingüe está prevista para poblaciones indígenas rurales, cuando en otro momento la ley dice “para todos los argentinos”. ¿Cómo van a educarse interculturalmente todos los argentinos si sólo va a haber interculturalidad para los indígenas?

- Y sólo en el campo…
- Claro. Está bastante difícil como está formulada la ley. De todos modos hay provincias que han avanzado bastante y tienen institutos de educación superior que forman docentes en educación intercultural bilingüe. En Jujuy no tenemos.

- ¿Te parece que la lengua es el primer paso para abrir el diálogo con el otro?
- En Jujuy hay poblaciones quechua-hablantes, y hay poblaciones descendientes de inmigrantes aimara-hablantes. Pero no sé, esto no está totalmente reconocido. Entonces no sé si en algún momento va a haber escuelas en las que se hable el quechua y el aimara como lengua en uso. Es más común y más fácil advertir este uso en la población guaraní de la zona baja, que hablan el guaraní de una manera más abierta. Pero yo creo que está bien que haya legislación. Hay una resolución del Consejo Federal de Educación[xviii] -que si no me equivoco es del 2010- que hace una serie de consideraciones interesantes acerca de cómo implementar la educación intercultural bilingüe, y ha contado con el apoyo del Consejo de Educación Autónoma de los Pueblos Indígenas (CEAPI[xix]). Pero de ahí a que eso se ponga en práctica hay mucha distancia. El docente no puede quedar solo librado a su voluntad, porque además se expone a muchos riesgos, dentro de un sistema jerarquizado como lo es el educativo. Entonces yo creo que hay un larguísimo camino.
Quiero rescatar también, algo interesante: trabajé tres años en un proyecto de investigación con gente del Instituto de Educación Superior que tiene sede en la Quiaca y en Abra Pampa, en el límite con Bolivia. Ellos mismos han desarrollado un postítulo en Interculturalidad, que no vino de Buenos Aires como un “paquete”. Yo trabajé con un grupo de docentes egresados de esa postitulación, por lo tanto gente genuinamente preocupada por la educación intercultural, y ellos se planteaban este problema: ¿cómo hacemos para no seguir homogeneizando? Esto es un desafío permanente. Y por otro lado hay un tema que plantean los docentes, y es real: la falta de material impreso, porque no es negocio para las editoriales. Algo similar pasa con el Ministerio y algunas fundaciones que trabajan con fondos de Estados Unidos, del Banco Mundial, de Coca-Cola, de Repsol… ¿Qué interés van a tener ellos? Es una forma de “blanquear”. Entonces, la cosa está bastante mezcladita. Y es difícil, para la gente que realmente quiere trabajar la interculturalidad, sostener un esfuerzo continuo, porque muchas veces están solos. Tiene que haber una decisión real del Estado Provincial y del Estado Nacional de fortalecer esto, más allá de que haya cambios de gobierno, cambios políticos. Pero bueno, para que construyamos algo así falta bastante. Por supuesto que hay que seguir apoyando a la gente que lo quiere hacer desde donde están. Y la universidad tiene un papel y una responsabilidad importante en eso.







[i] Andrés Mercado Vera (1918 – 1992). Fue profesor de filosofía y filósofo argentino. Se graduó en 1945 en Filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Fue discípulo de Carlos Astrada y su adjunto en Gnoseología y Metafísica, y luego adjunto y titular de Historia de la Filosofía Moderna. Es autor de Carlos Astrada, la revolución existencial. Buenos Aires. Libros de Hoy. 1953. Valoración de la fenomenología del Espíritu (en col.). Buenos Aires. 1964. Aportes para la fundamentación de un filosofar latinoamericano. UNLP. 1974. Y de “El proceso dialéctico en la Fenomenología”, “Astrada y la fenomenología”, “La filosofía política de Hegel”, entre otros artículos, además de haber realizado una labor docente memorable. Fuente: PODETTI, Amelia: Comentario a la introducción a la fenomenología del espíritu. Ed. Biblos. 1º edición. Buenos Aires. 2007. Advertencia preliminar, nota al pie nº 4.

[ii] Adolfo P. Carpio (1923 - 1996) fue profesor de filosofía y filósofo argentino. Se Doctoró en Filosofía en la U.B.A. en donde también se recibió años antes de Profesor. Curso estudios en las Universidades de Heidelberg y de Friburgo en Alemania. Ejerció su profesión en la Universidad de Buenos Aires, en la Facultad de Filosofía y Letras. Fue Profesor Titular de las cátedras de Introducción a la Filosofía y de Metafísica. También fue Profesor en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), en Argentina, y en la Universidad de Puerto Rico. Era conocido por su metódico estudio y profunda defensa del alemán Martin Heidegger, a quien conoció durante sus cursos de perfeccionamiento de posgrado en Alemania. Entre sus obas podemos citar: Principios de filosofía: Una introducción a su problemática. (1974) - La obra cuenta a la fecha con 18 reediciones. Páginas de filosofía. (1974). El sentido de la historia de la Filosofía. (1974) Francisco Romero: persona y pensamiento. (1974).

[iii] El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), guerrilla marxista (no peronista), fue la estructura militar del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) en Argentina durante los años '70, liderado por Mario Roberto Santucho [hemos hecho una pequeña referencia a él en la entrevista a Manuel Navarro: Primer encuentro. Nota 14].

[iv] Silvana Carozzi es docente de Filosofía Política y Pensamiento Latinoamericano en las universidades de Rosario y del Litoral (Santa Fe, Argentina). Es Licenciada en Filosofía, Magister en Ciencias Sociales y Doctora en Humanidades y Artes (mención Filosofía) por la Universidad Nacional de Rosario. Es investigadora independiente y autora del libro Las filosofías de la revolución. Mariano Moreno y los jacobinos rioplatenses en la prensa de mayo: 1810-1815. Prometeo, Buenos Aires, 2011.

[v] Günter Rodolfo Kusch (1922 - 1979) fue un antropólogo y filósofo argentino. Obtuvo el título de Profesor de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires en 1948. Realizó profundas investigaciones de campo sobre el pensamiento indígena y popular americano como base de su reflexión filosófica. Realizó viajes de investigación y trabajos de campo en la zona del noroeste argentino y del altiplano boliviano; organizó simposios, seminarios y jornadas académicas sobre la temática americana. Entre sus obras se destacan: La seducción de la barbarie: análisis herético de un continente mestizo, (1953). América profunda (1962). Indios, porteños y dioses (1966). De la mala vida porteña (1966). El pensamiento indígena y popular en América (1971). La negación en el pensamiento popular (1975). Geocultura del hombre americano (1976). Esbozo de una antropología filosófica americana (1978).

[vi] Rafael Virasoro (1906- 1984) fue un filósofo argentino, profesor de Filosofía moderna en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional del Litoral, profesor de Gnoseología y Metafísica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Su pensamiento filosófico trata sobre la dignidad de la ética personal del hombre. Virasoro le reconoce al espíritu una relevancia ontológica y destaca como postulado la apertura del hombre a la trascendencia. Su ética encuentra fundamento en las teorías de Max Scheler y Nicolai Hartmann sobre los valores, y el rescate de la intuición emocional. Entre sus obras podemos destacar: Envejecimiento y muerte (1939). La ética de Scheler (1942). Vocación y moralidad (1949). Libertad y valores (1954). Introducción a la fenomenología de Husserl (1955). Ensayos sobre el hombre y sus problemas (1955). Existencialismo y moral (1957). La conciencia moral y los valores (1963). Su nombre ya ha sido mencionado en este Blog, en la entrevista realizada a María Elena Candioti.

[vii] Raimundo Pardo (1916 - actualidad). Entre 1948 a 1955, se desempeñó como profesor de Epistemología e Historia de la Ciencia en la Universidad Nacional de La Plata, posteriormente a partir de 1956 fue profesor en la Universidad Nacional de Rosario, donde también fue designado director de la Escuela de Filosofía. Su campo de trabajo ha sido la filosofía de la ciencia y la epistemología. En su pensamiento se destaca el desarrollo que realizó en la teoría de la epistemología del denominado «empirismo evolutivo». Entre sus obras podemos destacar: Ensayo sobre los integrantes racionales. Partes 1 a 4. Sociedad Argentina De Filosofía. Buenos Aires. 1949. Ensayo sobre los integrantes racionales. Parte 5, Del origen a la esencia del conocimiento. Sociedad Argentina De Filosofía. Buenos Aires. 1954. Ensayo sobre los integrantes racionales. Parte 6, Ser y verdad en una teoría evolutiva. Sociedad Argentina De Filosofía. Rosario. 1965. Ensayo sobre los integrantes racionales. Parte 7, La ciencia y la filosofía como saber sin ser. Universidad Nacional de Rosario. Facultad de Filosofía. Rosario. 1973.

[viii] Alberto Moreno (1922 - 1999). Profesor de filosofía por la Universidad de Córdoba. Obtiene su doctorado en 1960 con la tesis Lógica proposicional en juan de santo Tomás, que fue publicada por la universidad de Notre Dame, Indiana, U.S.A. Especializado en cuestiones de lógica, fue profesor en la Universidad Nacional de Córdoba, en la Universidad Nacional de Cuyo, en la Universidad Católica Argentina (Buenos Aires), en la Universidad Nacional del Litoral, en la Universidad Nacional de Rosario y en la Universidad Nacional de Buenos Aires.
Entre sus obras principales podemos destacar: Lógica. Ed. Fundación Eva Perón. Córdoba, 1954. ¿Qué es la lógica Matemática? Columba. Buenos Aires. 1967. Lógica matemática. Eudeba. Buenos aires. 1969.

[ix] Arturo Andrés Roig (1922 - 2012) fue un filósofo e historiador argentino. Nacido en Mendoza, se egresó en la Universidad Nacional de Cuyo con título en Ciencias de la Educación (Profesor de Enseñanza Secundaria, Normal y Especial en Filosofía). Continuó sus estudios en la Sorbona, y de regreso en Argentina, empezó a enseñar filosofía en la Universidad Nacional de Cuyo, en 1955, con un interés especial en los filósofos regionales. Poco después, este interés se expandió a los filósofos nacionales y latinoamericanos. Su vasta obra se destaca como uno de los ejemplos más logrados de la Filosofía latinoamericana. En ella podemos destacar: Los krausistas argentinos (1969). El espiritualismo argentino entre 1850 y 1900 (1972). Platón o la filosofía como libertad y expectativa (1972). Esquemas para una historia de la filosofía ecuatoriana (1977). Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano (1981). Filosofía, universidad y filósofos en América Latina (1981). El pensamiento social de Juan Montalvo (1984). El Humanismo ecuatoriano de la segunda mitad del siglo XVIII (1984). Bolivarismo y filosofía latinoamericana (1984). Narrativa y cotidianidad (1984). El pensamiento latinoamericano del siglo XIX (1986). La utopía del Ecuador (1987). Pensamiento filosófico de Hernán Malo González (1989). Historia de las ideas, teoría del discurso y pensamiento latinoamericano (1991). Rostro y filosofía de América latina (1993). El pensamiento latinoamericano y su aventura (1994). Ética del poder y moralidad de la protesta (1996). La universidad hacia la democracia (1998).

[x] El Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA) es una Unidad Ejecutora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) que conforma, con otras cinco, el Centro Científico Tecnológico CONICET Mendoza.

[xi] El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) es el principal organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología en la Argentina.

[xii] La Red Filosofía Norte Grande, integrada por las Universidades Nacionales de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, Santiago del Estero y las del Nordeste argentino es un espacio generado a partir de intercambios entre los departamentos de filosofía y las comunidades filosóficas de estas casas de estudio, con el objetivo de abrir espacios de debate, reflexión y discusión filosófica.

[xiii] Juan Evo Morales Ayma (Orinoca, Oruro, Bolivia; 26 de octubre de 1959 - actualidad) es un político, sindicalista, activista y dirigente cocalero boliviano, sexagésimo quinto Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia. Fue uno de los fundadores del Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (IPSP) que luego se aliaría con el Movimiento al Socialismo (M.A.S.) para participar de los comicios presidenciales de 1997. En las elecciones de 2005, obtuvo casi el 54 % de los votos, por lo que se convirtió en el primer presidente de origen indígena. Asumió el poder el 22 de enero de 2006 y, tras ser reelegido en 2009 y en 2014, sigue siendo el presidente boliviano en la actualidad.

[xiv] Álvaro Marcelo García Linera (19 de octubre de 1962 - actualidad) es un matemático, sociólogo y político boliviano, actual vicepresidente de Bolivia desde 2006. Participó en la guerrilla indigenista de los años 1990. Se afilió a los Ayllus Rojos, una serie de comunidades nativas de orientación marxista-katarista del noroeste boliviano. Luego participo como ideólogo en la organización del EGTK (Ejército Guerrillero Túpac Katari), de orientación indigenista. Arrestado y acusado de terrorista, se le aplicó la prisión preventiva en 1993, siendo prescripto el proceso judicial en 2006. Durante su estadía en prisión estudió sociología, llegando luego a ocupar el cargo de docente universitario en dicha carrera.

[xv] ROIG, Arturo: El pensar latinoamericano y su aventura. El Andariego. Buenos Aires. 2008. “Tras las huellas dispersas de nuestra filosofía”, pp. 156 – 162.

[xvi] Leopoldo Zea Aguilar (1912 - 2004) fue un filósofo e historiador de las ideas mexicano. Uno de los pensadores del latinoamericanismo integral en la historia. Se hizo famoso gracias a su tesis de grado El positivismo en México (1945). En 1947 fundó, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México (UNAM), el "Seminario sobre historia de las ideas en América". En sus obras hace una defensa de la integración americana, en ruptura con el imperialismo estadounidense y el neocolonialismo. Entre sus escritos podemos destacar: América en la historias; América Latina y el mundo; Dependencias y liberación en la cultura latinoamericana; El pensamiento latinoamericano; La filosofía americana como filosofía sin más; Dialéctica de la conciencia americana; Filosofía de la historia de América, entre otros.

[xvii] Arturo Ardao (1912 - 2003) fue un filósofo e historiador de las ideas uruguayo. Arturo Ardao estudió en la Universidad de la República, Uruguay, recibiéndose de doctor en Derecho y Ciencias Sociales. Continuó vinculado a esa casa de estudios, dedicándose a la Filosofía y abriendo un nuevo campo en el estudio de la Historia de las ideas. Ante la llegada de la Dictadura Militar en 1973 se ve forzado a exiliarse en Venezuela, dónde continúa su actividad académica como profesor en la Universidad Simón Bolívar de Caracas. Entre sus obras se destacan: Vida de Basilio Muñoz. En coautoría con Julio Castro. (Montevideo. 1937); Filosofía pre-universitaria en el Uruguay. (Montevideo. 1945); Espiritualismo y positivismo. (México. 1950); La filosofía del Uruguay del siglo XX. (México. 1956); Racionalismo y Liberalismo en el Uruguay. (Montevideo. 1962); Etapas de la inteligencia uruguaya (Montevideo. 1971); Génesis de la idea y el nombre de América Latina. (Caracas. 1980).
[xviii] El Consejo Federal de Educación es el organismo de concertación, acuerdo y coordinación de la política educativa a nivel nacional, para asegurar la unidad y articulación del Sistema Educativo. Su presidente es el Ministro de Educación de la Nación y se encuentra a su vez integrado por la máxima autoridad educativa de cada jurisdicción y tres representantes del Consejo de Universidades. Más información sobre su actividad, resoluciones, etc. en el sitio oficial http://portal.educacion.gov.ar/consejo/

[xix] Consejo Educativo Autónomo de los Pueblos Indígenas. Fue reconocido (no creado) como órgano consultor y asesor del Ministerio de Educación y del Consejo Federal de Educación mediante una resolución de este, en el año 2010. Sin embargo, su actividad tanto a nivel regional, como a nivel nacional e internacional es más rica y precedente. Una pequeña historia de su labor además de diversa información sobre sus actividades puede encontrarse en su página oficial http://www.ceapi.info/