lunes, 12 de octubre de 2015

Entrevista a Federico Penelas

Santa Fe, jueves 6 de agosto de 2015.


Por alguna razón, no resulta fácil presentar el encuentro con Federico Penelas. Es posible que sean las múltiples facetas de su persona, o la cadencia de su discurso, que no refiere simplemente a un ritmo, sino al modo en que se ordena y -de modo musical- concierta los temas de los que hablamos, llevando la conversación, de manera inadvertida, a un nivel de discusión más interesante, más complejo, que el que abren nuestras preguntas.
Federico Penelas es profesor de Filosofía del Lenguaje (JTP en UBA y titular en la Universidad de Mar del Plata), investigador del CONICET, filósofo analítico, escritor de sonetos, dramaturgo, actor, cantante de tango -en ámbitos domésticos-, devenido peronista a los 40. Lleva con ligereza y espontaneidad este equipaje de facetas cultivadas con pasión y siempre en contacto con otros -amigos, grupos, equipos, referentes. No nos dice que goza de cada cosa que hace -no necesita decirlo.
Nos encontramos con él el jueves 6 de agosto, en el marco del Congreso Nacional de Filosofía que se realizó durante esa semana en la ciudad de Santa Fe. Nos reunimos en un bar desierto del que debimos pedir que nos prendan la luz, dentro del Foro Cultural Universitario, donde más tarde se desarrollaron unas conferencias sobre Filosofía y Arte a las que asistiría. Comenzamos a charlar de su trayectoria biográfica, del núcleo de interés filosófico que retrospectivamente observa que permanece como variaciones de un mismo tema: la teoría del conocimiento, la epistemología y la lógica, siempre en sus conexiones más o menos inmediatas con la filosofía práctica. Este interés se presenta acompañado de un modo concreto de practicar la filosofía, en grupos de lectura y discusión muy horizontales.
Como necesidad colectiva es que surge precisamente su compromiso público con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Nos detenemos allí en los modos y motivos de esa toma de posición, vivida por él como una celebración, y pasamos entonces a pedirle que atrape con sus palabras a ese ser de mil caras que es el peronismo (“Bueno, nadie lo sabe” -contesta inicialmente). Derivamos entonces en las conexiones objetivas y vitales planteadas entre filosofía y praxis, nos concentramos en el análisis de la actual situación política del país y por último, como no podía faltar, le pedimos que intente atrapar a la filosofía, otro ser de múltiples rostros.


-El primer pedido que te hacemos es que te presentes a vos mismo. Que cuentes un poco lo que hacés y cómo llegaste a ser lo que ahora sos.

Bueno, soy Licenciado y Doctor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires. Soy docente en la UBA en la cátedra de Filosofía del Lenguaje, ahí soy JTP. Desde hace diez años soy docente en la Universidad de Mar del Plata, ahora soy el titular de la materia, y también soy investigador del CONICET. Así que mi vínculo profesional con la filosofía es la docencia y la investigación, las dos de manera fuerte. Tengo el perfil típico del docente investigador. He dado clases en todos lados. En un momento era como un profesor federal [risas]: en la UBA, en Mar del Plata, en el Litoral, en General Sarmiento, en UNTREF, en Quilmes. Mi circulación como docente de grado y posgrado ha sido diversa, siempre universidades nacionales [énfasis]. Y bueno, mi formación ha sido desde muy temprano en la filosofía analítica más bien. No era lo que yo pensaba cuando ingresé a la carrera. Siempre cuento que cuando ingresé a la carrera de filosofía mi idea era hacer filosofía política, marxismo, y lo primero que me pasó es que una de las primeras materias que tenía que hacer era Lógica, tenía 10 horas de cursado, 6 de teórico y 4 de práctico y yo dije “¡uy, esto es una estafa!” [risas]. Y bueno, después fui durante 14 años profesor de Lógica [risas]. Siempre hacía ese chiste a mis alumnos de Lógica para mostrarles que son muy contingentes los recorridos que uno como filósofo va haciendo. Es contingente pero siempre hay un núcleo, creo yo ¿no? -si bien los caminos se bifurcan de maneras curiosas- hay un núcleo que siempre reaparece, un núcleo de ese primer impulso que lo llevó a uno a estudiar filosofía.

- ¿Y en este caso cuál sería el tuyo?

Bueno, mi recorrido fue: curso Lógica y me enamoré de un profesor, Carlos Alchourrón, era el titular de Lógica, un gran filósofo argentino y un gran profesor, con una pasión extraordinaria. Al toque nos invitó a algunos estudiantes a sumarnos a un seminario de doctorado que él iba dar sobre Quine. Nos dijo “no van a entender nada pero vengan igual”. Fuimos. No entendimos nada. Nos invitó, en el marco de este seminario, a una discusión que iba a haber en S.A.D.A.F. (Sociedad Argentina de Análisis Filosófico) en torno a un libro que acababa de aparecer, que era Lógica, Significado y Ontología de Raúl Orayen, quien era un gran filósofo argentino que terminó trabajando en México los últimos 20 años de su vida. Y entonces fui a SADAF y la presentación del libro consistía en cinco profesores que eran Klimovsky, Alberto Moretti, Carlos Alchourrón, Gladys Palau y Tomás Moro Simpson que hacían observaciones al libro, luego había un ágape donde todos bebían algo y Orayen se encerraba en una habitación solo a pensar las respuestas. Luego salía Orayen, volvía todo el mundo a sentarse, respondía a las críticas y se armaba la discusión y yo dije “yo quiero estar ahí, este es mi lugar”. La manera crítica y horizontal, porque después todo el mundo intervenía y yo veía que había gente muy joven y no había ninguna jerarquía a la hora de la discusión filosófica y, bueno, dije “yo quiero pertenecer a este espacio”.

-Como buen lógico entraste por lo formal…

Bueno, sí, pero por una forma política, que eso tiene que ver con el núcleo que voy a mencionar. Luego ahí fui derivando, hubo personas muy importantes en mi consolidación como investigador. Cuando curso Filosofía del Lenguaje, tuve en el práctico como JTP a Eduardo Barrio y a Eleonora Orlando y ambos me estimularon a presentarme a una beca de estudiante bajo la dirección de Alberto Moretti. No de ellos, ellos me dijeron “vos presentate con Moretti”. Yo ni sabía que había becas, eran épocas del menemismo, yo entré a la carrera en el año ’90, había muy pocas becas, el sistema de investigación estaba destruyéndose, hasta estar totalmente destruido durante esa década. Era incomparable a la situación actual donde cualquier estudiante entra a la carrera y ya sabe rápidamente porque alguien le informa cuáles son los caminos a seguir. Allí no había información porque los caminos eran prácticamente nulos y yo ni sabía qué era  una beca de investigación.
Me presenté, no la gané, había solamente una beca para Filosofía en toda la facultad, no había becas CONICET. Al año siguiente me volví a presentar y sí la gané y ahí ya mi vida empezó a ser una vida académica. En ese entonces trabajaba como empleado público y el mismo día que me echaron -uno de los ajustes más del Estado- me echaron dos días después de que me enteré que me había salido la beca y nunca más trabajé en otra cosa que no sea vinculado al sistema de investigación científica argentina, ya sea de la UBA, fui becario de beca doctoral y demás, bueno tuve una beca Antorchas, en un período, esa fundación privada ayudaba, y luego CONICET y ahí ya nunca más cambié. Y ahí ya mi investigación se fue derivando hacia Filosofía del Lenguaje y Teoría del Conocimiento y esa mixtura se produjo en virtud de una contingencia más que fue cursando Filosofía Moderna con el profesor Leiser Madanes. El curso consistió al menos ese cuatrimestre en que durante los teóricos se leyó un solo texto, que eran las Meditaciones Metafísicas, luego en el práctico se veía empirismo y Kant, pero en el teórico se veían las Meditaciones de manera exhaustiva. Y el último día del curso Madanes dijo “bueno estuvimos todo este cuatrimestre con Descartes, ahora vamos a leer un breve texto crítico de la tradición que fue gestada en la modernidad con Descartes” y entonces leímos el capítulo 3 de La Filosofía y el Espejo de la Naturaleza de Rorty y ahí me volví loco con Rorty, empecé a trabajar la obra de Rorty desde un punto de vista a caballo de la Filosofía del lenguaje y la Teoría del conocimiento, pero, claro, Rorty es un autor que me permitió que esa línea de investigación que era la que a mí me había sorprendentemente interesado, vía mi acercamiento a la filosofía analítica me permitía también hacer esbozos de filosofía política que era el núcleo original que me había llevado a la carrera. Entonces, de manera muy curiosa, mi tesis de licenciatura se llamó Verdad, Creencia y Crueldad y el primer capítulo era sobre Tarski [risas] y el último capítulo era ensayístico sobre el concepto de crueldad como concepto político en Rorty, era un Frankenstein, pero un Frankenstein que siempre defendí, esa posibilidad de no quedar anclado no sólo en un problemita, sino ni siquiera en una especialidad y tampoco en una tradición. Por supuesto, uno tiene su formación fuerte en algunos aspectos, en algunas tradiciones, pero trata de hacer algún esfuerzo de recorrer el espinel de una manera más amplia, y Rorty fue el autor que encontré para poder hacer eso, porque Rorty permite pasar de la semántica a la política pero no sólo eso, permite pasar de la filosofía analítica a la filosofía continental también. Por supuesto, yo no soy un experto en filosofía continental, ni soy un filósofo continental, soy un filósofo analítico, algo que descubrí rápidamente cuando empecé a dar clases, daba clases en la materia Introducción a la Filosofía de la Escuela de Arte Dramático, y ahí yo di mi clase sobre Heráclito y mi clase sobre Heráclito reconstruía argumentativamente a Heráclito y ahí dije “no, yo soy un filósofo analítico”. Heráclito el oscuro para mí era reconstruible de manera argumentativa.
Pero, a pesar de que es bueno reconocerse en sus fortalezas y en sus límites, trato siempre de acercarme a otras tradiciones, desde mi mirada por supuesto. Entonces Rorty fue la ocasión para investigar en el área y en la tradición que la facultad me había presentado y de la que me había enamorado, siendo de alguna manera fiel también a ese primer impulso que me llevó a hacer la carrera. Haciendo la reconstrucción, en realidad, mi mirada retrospectiva, qué me hizo filósofo, me recordé a mi mismo leyendo -mi familia tiene una veta, digamos, cercana al PC, entonces había muchos libros publicados por las agencias soviéticas, entre otros, libros de filosofía, manuales soviéticos de filosofía- y ahí yo me acuerdo los dos primeros libros de filosofía que yo leí a los doce años fueron ¿Por qué no soy cristiano? de B. Russell y un librito, un manualcito –creo que de la agencia Novosti, que era la agencia que publicaba cosas de la Unión Soviética en español- que se llamaba La Verdad y el Error, que era un textito que era una presentación de divulgación de Materialismo y empiriocriticismo de Lenin, es decir era un texto a caballo entre teoría del conocimiento y filosofía política, entonces en el fondo yo creía que quería ser filosofo político pero en realidad lo que más me había atraído era la epistemología, la teoría del conocimiento, que es a lo que finalmente me dedico, así que, las vueltas de la vida, hay contingencias, hay sorpresas, pero hay algo que estuvo siempre presente y que se reactualiza de modos inesperados probablemente, pero está ahí…

-Y en esa especie de transversalidad que se da en distintas temáticas filosóficas, lo ves también en tu vida, tenés una veta artística y también un compromiso político.

Bueno, a ver, sí, siempre tuve muchos intereses, de diversos tipos. Una cosa que decidí a los 18 años no ser fue ser músico. Yo siempre tuve una fascinación por la música, siempre hice música, mi hermano es un músico bastante reconocido, nos formamos, el es 5 años más chico que yo, pero mi casa la llenamos de música, mi hermano y yo, nuestra casa familiar. Yo empecé a estudiar piano, en un momento, en mi adolescencia, tenía mi banda de rock, por supuesto, en mi adolescencia y mi primera juventud. Y cuando empecé la facultad decidí: “músico no voy a ser”. Dentro de todas las cosas que me gustan, esa no, porque no podía todo, había algo de la burocracia de ser músico, ir a los recitales, llevar las cosas, conseguir los lugares, toda la burocracia de la música que me aburría y que no estaba dispuesto a pagar esa burocracia para el momento de felicidad que me daba la música, evidentemente. Uno siempre paga un precio burocrático por cualquier cosa, en la filosofía académica ni hablar. Pero no quise atar eso a algo que me daba mucho placer, seguí haciendo música desde siempre, pero en el mundo doméstico.

-¿Siempre con el piano?

No. Me pasé a cantar, con mi hermano tenemos un dúo de tango. Yo canto y el toca el piano, pero para amigos. O sea, eso está vigente pero en un ámbito doméstico, eso fue una decisión. Lo que no decidí nunca abandonar es la escritura literaria que también estuvo presente en mí desde chico. Mi primera novela la escribí a los nueve años. Era una novela que tenía diez páginas pero para mí era una novela, veinte páginas capaz, que se llamaba La vida de un soldado sin armas que era una novela histórica, política, el personaje era un periodista federal, en medio del avance unitario, pero lo mataba justo antes de la llegada al poder de Rosas, porque no sabía mucho qué decir al respecto [risas]. Muy prudentemente se moría ahí el personaje. Siempre escribí, hasta que en el año ‘90 empecé un taller de dramaturgia con un profesor que había sido profesor en el secundario que era un dramaturgo importante, Patricio Esteve, había sido director del Teatro Cervantes cuando llega la democracia, un taller en el que nos reunimos tres o cuatro compañeros en la casa de él los sábados a la mañana durante 5 años hasta que él se murió. Ya ni nos cobraba, nos cobró el primer año y no nos cobró nunca más, y ahí me convertí en dramaturgo, cosa inesperada también. No me interesaba la escritura dramática, fue una contingencia más y, luego, a instancias de Horacio Banega[i], con quien nos conocimos en la carrera, que empezamos inmediatamente a compartir nuestra hibridez, estuvo a punto de dirigir una obra mía, que después no aconteció, una obra mía que era una farsa sobre el encuentro de Guayaquil entre Bolívar y San Martín y, a instancias de él, finalmente me inscribí en la carrera de Dramaturgia, de la Escuela Municipal de Arte Dramático, la carrera que dirige Mauricio Kartun. Egresé así que soy Dramaturgo Municipal, ahí me vinculé al mundo de teatro porteño, yo escribía en soledad, pero ahí me vinculé al mundo del teatro porteño porque los compañeros de la carrera eran actores, eran directores y esa es otra rama que mantuve, luego estrené varias obras, hasta un determinado momento donde me tuve que volcar mucho a terminar el doctorado y demás y bueno dirigí, incluso dirigimos juntos con Horacio y Eduardo Safigueroa una obra en 2002 a los 50 años de la muerte Eva Perón, que la escribimos juntos y la dirigimos juntos y luego en el año 2004 dejé de escribir y de acercarme al mundo teatral y no volví nunca, me chupó la academia digamos. Pero no volví nunca sin el mismo gesto de abandonar la música a mis 18 años, estoy siempre a la expectativa del retorno, que por ahora no se ha producido, pero no es algo que haya cancelado, está en mi mente permanentemente y mientras tanto despunto el vicio literario escribiendo sonetos que es un hobby que comparto con Tomás Moro Simpson, que creo que somos las únicas dos personas en este país que siguen escribiendo sonetos [risas], es como un hobby para mantener un vínculo con la literatura, siendo que en realidad mi vínculo más fuerte está más bien en la dramaturgia. Así que sí, esta esa transversalidad presente.
Y la política, vos me mencionabas la política, bueno eso es más reciente. Eso tiene que ver con, bueno, hace unos cuantos años me dediqué a la política universitaria, a nivel de la facultad, como graduado ya, no como estudiante y eso me hizo tener una visión más política de la vida académica, un vínculo con el mundo académico también desde un punto de vista político y en determinado momento a muchos colegas nos pasó que sentimos la necesidad de conformar, así como se armaron muchos grupos de investigación a fines de los ‘90, antes la idea de grupo de investigación era muy escasa. El Instituto de Filosofía de la facultad de filosofía de la UBA, yo era becario y tenía la llave del Instituto, en aquel entonces los becarios podían entrar a la biblioteca en cualquier momento y estaban vacías las aulas del Instituto, no había reuniones de grupo, no había una concepción del trabajo grupal tan fuerte como hay ahora, puedo decir que fuimos pioneros en algún punto con un grupo de colegas con el que armamos un grupo de lectura que después lo llamamos Grupo de Acción Filosófica[ii] pero en principio éramos Eduardo Barrio, Eleonora Orlando, Juan Comesaña, Carolina Sartorio y yo, nos juntábamos, no es que fuimos los pioneros, tenemos una historia, pero eso se fue consolidando y fueron creciendo diversos grupos y hoy creo que es inconcebible para cualquier investigador no pensar en términos grupales.

-El Grupo de Acción Filosófica depende de alguna otra institución o es autónomo.

No, no depende de nadie, era un nombre para un grupo de amigos que hacían filosofía.

-Pero, ¿el lugar donde se reúnen?

No existe más el GAF. Tuvo un crecimiento muy grande, de mucha gente y hubo un momento en que sostener una unidad dada la diversidad de temas de intereses y de concepciones metafilosóficas, etcétera hacía muy difícil una cohesión y un trabajo compartido, entonces el mismo crecimiento hizo que… no hubo ninguna ruptura, ni una pelea, al contrario…

-El árbol dio frutos.

Exactamente, el crecimiento hizo que en algún sentido no tenía más sentido. Hay otras razones que se podrían dar pero no vienen a cuento de por qué ya no tiene sentido el GAF. En algún momento lo tenía y ya no lo tiene tanto.

-Estabas en realidad haciendo referencia a que habían sentido la necesidad….

Entonces ese mismo impulso hacia lo grupal hizo que también en determinado momento un grupo de colegas sintiéramos -colegas que pertenecen a la academia y que nos pensamos a nosotros mismos como trabajadores docentes e investigadores, no outsiders de la academia- que podíamos conformar un grupo también donde pudiéramos plantear nuestra voz en lo que respecta a cuestiones de política nacional. En parte veíamos que la voz del intelectual en la Argentina que siempre fue reclamada, incluso fue reclamada desde voces de intelectuales, estaba generalmente asociada a figuras provenientes del campo de las Ciencias Sociales, no tanto de la filosofía, por diversas razones los filósofos no aparecían con una voz pública fuerte y mucho menos como un grupo. Voces individuales sí, pero un grupo no, de hecho Carta Abierta[iii], para poner un ejemplo no es un grupo de filósofos, la mayoría proviene de la Facultad de Ciencias Sociales, por dar un ejemplo, el grupo Plataforma[iv] para pensar en un grupo no kirchnerista, tampoco está conformado por filósofos, gente que viene de la crítica literaria, la literatura, la antropología, y entonces en determinado momento con un grupo de colegas dijimos “juntémonos, empecemos a charlar de política, saquemos un documento”. Esto fue en ocasión de la proximidad de las elecciones en 2011, de la reelección de Cristina Kirchner. Entonces armamos un grupo que se llamó FIDES, un nombre interesante que alude al concepto de confianza y teníamos un blog que se llamaba El Pingüino de Minerva[v]. Fuimos más conocidos por el nombre del blog que por el nombre del grupo. Sacamos un manifiesto y después utilizamos la plataforma de ese sitio para sacar nuestros ensayos de aproximación a los fenómenos de la política nacional y ahí yo publiqué -creo que debe ser el texto que yo he publicado que más ha sido leído [risas]- que no es un texto académico ni una obra de teatro sino ese texto que se llama “Hacerse peronista”[vi] que lo escribí en 2011. Nicolás Lavagnino que es el que sigue manejando el blog y sigue viendo las entradas me dice que siempre hay gente que lo lee, es decir que sigue siendo leído, muy llamativo el fenómeno, y esa fue una experiencia interesante la de ese grupo.

-Es que hace referencia a algo que estábamos hablando un rato antes de la entrevista que es preguntarte sobre la experiencia de hacerse peronista, y con relación a eso te queríamos preguntar qué es ser peronista para vos.

Bueno, nadie lo sabe.

-Bueno, pero pensábamos en intentar hacer una especie de análisis semántico para determinar a qué alude.

Bueno, alude a demasiadas cosas y esa es parte de su riqueza. Lo importante no es qué significa el peronismo sino que se hace con ese significante, creo yo. En mi caso, lo que yo en parte digo en ese ensayo es que ser peronista es primero decir “ser peronista”, en mi caso fue eso, cuando cumplí 40 años, a mis amigos en la fiesta de cumpleaños, les dije, me hice peronista.

-¿Y también reivindicativo?

El peronismo siempre está reclamando ser reivindicado. Porque el peronismo sigue siendo, la frase de William Cooke es “el hecho maldito del país burgués” y yo hace muchos años a Horacio [Banega] se lo dije -ahora lo dijeron por ahí- que hay que cambiar ese slogan, que es “el hecho burgués del país maldito” porque evidentemente el movimiento peronista es un movimiento de redistribución del ingreso, no es un movimiento revolucionario marxista, es un movimiento keynesiano digamos de industrialización y redistribución del ingreso. Quieren llamar a eso burgués, es burgués, pero el país es tan maldito que ni siquiera un movimiento de redistribución del ingreso y reindustrialización ha sido posible, le costó mucha sangre a este país el impedimento del desarrollo de ese proyecto, entonces siempre está siendo reivindicado a pesar de su carácter burgués si querés, como es un país maldito, siempre está reclamando la reivindicación porque además tiene sobre sus espaldas muchos muertos. También en sus manos tiene sangre, ¿no? Pero tiene más muertos sobre sus espaldas que sangre en sus manos, no? Aludiendo al peronismo en su totalidad, con su diversidad de espacios.
Y lo que creo que nos pasó a muchos de nosotros es que la crisis de 2008, la crisis con el campo, nos hizo sentir las mismas dicotomías que leíamos en los libros de historia o que nos relataban nuestros mayores, que habían vivido en la década del ‘40 y del ‘50. La misma discursividad, las mismas tensiones, las mismas aporías reaparecían, como si hubiesen estado tapadas después de la dictadura y después de ese gran equívoco que fue el menemismo, es decir el peronismo, el PJ llevando adelante la política de culminación de lo que había empezado la dictadura.
Todo eso fue un gran problema para la ubicación de los campos políticos en Argentina, que el peronismo haya sido finalmente el que terminó con lo que había iniciado la dictadura. Y desde 2003, en adelante, y en especial después de la crisis de 2008, donde los campos vuelven a establecerse, había que tomar partido. Y los que nos sentíamos en cierta cercanía con el modelo redistributivo, tomamos partido por el peronismo. Y ahí es donde viene el acto performativo, para mí, porque uno puede decir “soy kirchnerista pero no soy peronista”, y como digo en mi ensayo, siempre entendí ese gesto como de cierta cobardía política. Quizás no en las nuevas generaciones, pero sí en la generación de los cuarenta para arriba, donde la conexión a través de los relatos y a través de la historia con lo acontecido en la década del cuarenta y cincuenta no podía ser denegada, había que hacerse cargo de esos relatos históricos que hacen posible la emergencia de un fenómeno como el kirchnerismo. Entonces, muchos sentimos que no nos decíamos peronistas, que no decirlo ahora era un acto de no entender la historia de ese movimiento y del presente que muchos de nosotros reivindicamos. Y eso me valió muchas cuestiones. Por ejemplo, supe que un filósofo, un profesor muy querido por mí, y que sé que me aprecia, no voy a dar el nombre, porque no me lo dijo a mí, pero trascendió, comentó después de leer mi ensayo Hacerse peronista, algo así como: “si la filosofía analítica no sirve para no hacerte peronista, no sirve para nada”. Así que mucha gente que me veía de una manera curiosa, se sintió sorprendida por mi ensayo, otros no. Los que me conocen bien no, pero otros sí. Y eso fue divertido. Yo lo viví de una manera muy alegre.
La escritura de ese texto para mí fue un acto de alegría. Creo que se nota en la textualidad del texto. Y creo que parte de esa alegría ha hecho que, si bien he recibido estas chanzas, no he recibido nunca una mirada de desprecio o de crítica profunda, al contrario, siempre he recibido respeto, incluso de gente muy gorila. Creo que tiene que ver con que es una enunciación alegre, no calculada.

-En definitiva escribir un texto así también está pendiente de la repercusión ¿no? porque si no se quedaría en una reflexión íntima y nada más.

Por supuesto, y eso para mí fue crucial y fue una de las experiencias más extraordinarias que tuve en los últimos años. Porque en virtud de ese texto fui convocado por la Secretaría de Cultura a un programa que se llamaba “Café Cultura” donde invitaban a intelectuales, gente de la cultura, de las artes, a dar charlas informales sobre un tópico cualquiera, en distintas ciudades y pueblos del interior. Y a mí sorprendentemente, un día me convocaron. Dentro de ese marco di muchas charlas, en Jujuy, en la provincia de Buenos Aires, en Río Negro. Recorrí varios pueblos y el contacto con la gente que se acercaba a escucharme, a discutir, a conversar, fue extraordinario.
Yo hablaba sobre el peronismo, pero era un poco más amplia mi charla. Mostraba la tensión de la militancia entre la confianza y la crítica, que hay un bandeo hacia la crítica que es propio de la modernidad y hay una reivindicación de la confianza en la filosofía contemporánea, y que el militante, el actor político, vive permanentemente la tensión entre esos dos polos. Y expresaba que yo creía que el peronismo era tan fuerte en Argentina, porque era la fuerza política que mejor mostraba la tensión, porque es la fuerza política que legó al discurso político argentino dos conceptos que son los conceptos de la tensión: el concepto de conducción y el concepto de movimiento. Que son dos conceptos que están en tensión permanente. Pero esa tensión es justamente la tensión del actor político, que parecía que el peronismo, en sus mismos conceptos, se hacía cargo de la tensión.

- El actor político pensado dentro de un partido, ¿no?

Y dentro de la tensión que consiste en ser un movimiento donde no hay fijeza pero también hay una conducción. Y eso es tensión pura. Es la vivencia de la acción política. Y que el peronismo tenga esos conceptos como centrales daba fuerza a su política, que de la misma enunciación de sus principios estaba elidida la tensión. Esa era la charla y desde ahí discutíamos. Y esa experiencia fue muy enriquecedora, y muy formadora para mí como filósofo, desde ese intercambio. Eso es lo más importante.

- Teniendo en cuenta que vos seguramente no ves como polos extremos a la filosofía analítica y a tu hacer en otros espacios como el hacer político, y también artístico, ¿cómo pensarías la relación entre la filosofía y la política? ¿Cuál debería ser esa relación?

Se podrían decir muchas cosas. Los filósofos que más me han interesado son los que han vinculado de una manera u otra la filosofía teórica con la filosofía práctica, y en particular con la filosofía política. Por mis intereses, por mis gustos filosóficos, o por mis destrezas filosóficas, siempre me incliné más hacia la filosofía teórica, pero siempre me interesó y trabajé el corpus bibliográfico de autores que desde la filosofía teórica avanzan sobre la filosofía práctica. Rorty fue eso, y en los últimos años me he volcado más fuertemente a trabajar con los pragmatistas clásicos, en particular con John Dewey, y Dewey es el paradigma del filósofo que desde de la filosofía teórica, la teoría del conocimiento, piensa la política. Siempre ha sido ese el perfil que a mí más me ha convocado. Entonces lo primero que diría es que no concibo las intervenciones en teoría del conocimiento, en semántica, en diversos espacios de la filosofía teórica sin tener implicancias en filosofía práctica. Las mediaciones pueden ser más o menos largas pero en el fondo siempre hay una implicancia directa, y eso es lo que a mí más me ha interesado. Por supuesto que uno puede como intelectual concentrarse en la parte estrictamente teórica sin dar los pasos subsiguientes hacia la filosofía práctica, y me parece que eso es legítimo porque la vida es corta y uno tiene un tiempo limitado para profundizar en cuestiones muy difíciles. Lo que sí a mí en todo caso puede irritarme a veces es cierto discurso que pretenda negar los pasajes y mediaciones entre ambas dimensiones.

-La profesionalización de la filosofía, el modo de practicarla encerrado en la academia, el salir de la universidad y ser un ciudadano con un sentido común como cualquier otro, justamente eso, ¿no sería negar las implicancias que tiene la filosofía teórica respecto de otras áreas?

Yo creo que la causa primera de esas disociaciones es la falta de curiosidad intelectual. Es la básica. Luego puede venir la cobardía política, o ética, pero la base a mi juicio es esa falta de curiosidad intelectual. Y esta falta no es propia de la vida académica. Uno puede ser un ensayista vinculado a los medios de comunicación y padecer de la misma falta de curiosidad intelectual que alguien que está “encerrado” en la academia. O uno puede ser un investigador académico con curiosidad intelectual y dar los pasos que haya que dar. No veo una consecuencia inmediata de la profesionalización de la filosofía. El principal problema de la profesionalización para mí tiene que ver con los criterios de evaluación, y que esos criterios pueden redundar en desfavorecer la formación de una comunidad epistemológica propia. Para decirlo rápidamente, una de mis principales luchas epistemológicas, metafilosóficas, políticas si querés, es convocar a que los filósofos latinoamericanos, o al menos los argentinos, se lean entre sí y se citen. Uno se encuentra en la inercia de citar el último paper del último scholar que se acaba de graduar en Oxford, y a lo mejor el colega que está en la habitación de al lado tiene lo mismo o algo más interesante para decir. Sin embargo, uno no lo lee o no tiene el reflejo de citarlo. Es algo que incentivo en mí mismo y en todo el mundo. Pero hay ciertos cánones de la vida académica profesional que pueden favorecer esa inercia. Uno puede atravesar la vida académico-profesional siguiendo esa inercia de manera exitosa. Es un esfuerzo adicional que hay que llevar adelante, porque las grandes comunidades filosóficas, de donde sale la agenda filosófica, se constituyen porque hay gente que se lee entre sí. Y entonces creo que nos debemos los filósofos de la periferia tener una agenda. Hay ejemplos, pero son escasos, de filósofos de la periferia que imponen una agenda. Pero para que eso no sea un gesto individual, y por lo tanto poco fértil, porque eso se queda en ese filósofo, en un nombre, hay que hacer un esfuerzo colectivo. Y eso es una tarea política, de política cultural, política filosófica, y en consecuencia de política tout court. Y que tiene que ver también con lo que yo llamo curiosidad intelectual. Yo creo que hay que formar a los jóvenes filósofos en la realización de ese esfuerzo. Porque es un esfuerzo, dado que lo otro es inercial, requiere una contrafuerza. Por eso lo de los grupos es un camino, aunque el riesgo es que se generen pequeños nichos y se lean entre diez. Y entonces está el grupo de al lado y no es leído. El esfuerzo requiere una tensión permanente, la constitución de esa comunidad epistémico-política de filósofos.

-Estamos hablando de política hace rato ya, y vos mencionaste a nuestro país como ese “país maldito”…

De garcas… (risas)

- …que no permiten, estos garcas…

Ni siquiera una revolución burguesa.

- Claro, que se efectivice esa transformación que vos marcabas como especie de meta del peronismo.

Sí, de industrialización y redistribución.

-Teniendo en cuenta eso, pensando que venimos de 12 años de un intento de realizarlo en la política nacional, y en vistas a las elecciones que se vienen y al panorama actual, ¿cómo ves vos ese país maldito al día de hoy y en los próximos años? Y también es una pregunta sobre si se puede romper la maldición.

Lo que ha pasado en los últimos 12 años a mí no deja de sorprenderme. Lo que pasa es que como uno tiene sobre sus espaldas la idea de la maldición uno está permanentemente a la defensiva. Parte de lo que le pasa al kirchnerismo en sus actos irritativos es que está a la defensiva. Y eso irrita a cierto sector de la población. Pero es un estar a la defensiva más que entendible, a mi juicio. A veces uno puede cuestionar cierta alharaca, cierta sobreactuación en el estar a la defensiva que puede ser perjudicial, pero en general se entiende, a mi juicio, ese estar a la defensiva, dada la historia de este país. Ahora, ver lo que sucedió el año pasado con la situación de los fondos buitres, y ver el modo en que reaccionó el Estado nacional, incluyendo imponer una agenda a nivel mundial, es un acto de soberanía política inesperado en nuestro país después de la dictadura. Y también de astucia y de inteligencia políticas, y de muchas cosas. Entonces eso da una esperanza de que se ha consolidado, creo, un suelo donde ya no se puede hacer cualquier cosa. De hecho los discursos últimos de Macri parecen ser el triunfo del kirchnerismo, en el sentido de que no se puede hacer cualquier cosa. Y eso es una confianza a la que uno apela frente a la posibilidad de un futuro al menos un poco más conservador, a lo cual probablemente vayamos. También no ayuda la situación económica mundial, incluyendo la baja de los commodities. No ayuda pero no hay que sobredimensionarlo discursivamente, porque entonces se te vuelve en contra cuando te dicen “tenías el viento de cola”. Sí, tenías el viento de cola pero se hicieron muchas cosas para que el viento rumbeara para un lado favorable. Yo creo que la política del gobierno de los últimos años, si bien con dificultades específicas, ha generado un suelo de cosas más difíciles de hacer. El gran problema, a mi juicio, del país es que se llegó a un límite en la capacidad de perforar la pobreza estructural que se generó a partir del año 1976. Pareciera que todo lo que se ha hecho hasta ahora desanduvo lo hecho a partir del menemismo, pero hay un núcleo de un 20% de pobreza estructural que el kirchnerismo no ha logrado perforar. Y eso es lo que se produjo en el ciclo 1976-2001. Que haya una pobreza estructural que tiene que ver por supuesto con la política educativa, con la desocupación de muchos años, con muchas historias que un sociólogo o un cientista político podría explicar mucho más que yo. Y ese es el gran desafío pendiente del peronismo, volver a la fiesta peronista de los ’50. Pero evidentemente las dificultades son muy grandes. Entonces cualquier atisbo de movimiento conservador en lo económico sería muy perjudicial, sería un retroceso profundo, porque de lo que se trata es de avanzar con mayor énfasis, porque lo que se viene es lo más difícil. Así que yo creo que vamos a un momento más conservador en lo cultural, la presencia del Papa Francisco en eso es perjudicial para lo que es deconstruir el nivel socio-cultural en Argentina, es como un tsunami que nos apareció. La parte positiva de ese tsunami es que es un Papa, digámoslo, peronista, entonces puede hacer que ese suelo de que no se pueda hacer cualquier cosa esté retroalimentado con esa voz. Aunque yo no querría que fuera por esa razón, lamentablemente, pero es la parte positiva. Así que yo creo que podemos esperar algunos años de mayor conservadurismo socio-cultural, lo cual es lamentable, y a la espera de que no haya ni un atisbo de conservadurismo en lo económico, porque eso sería trágico. Y allí dependerá de cuán sólido es ese suelo que se forjó, y de las fuerzas políticas de la izquierda peronista que se han ido conformando en estos últimos años, de su fortaleza, de su capacidad de presión, y demás. Es una apuesta que demanda de los peronistas una presencia firme y constante. No podemos ya descansar como quizás descansamos en los últimos años, sino que va a demandar una militancia muy firme.

-Volviendo a la filosofía, ¿cómo definirías a la filosofía pensando en una persona que no necesariamente haya leído obras filosóficas ni le sea un ámbito cercano?

A mí me gusta mucho la definición de Wilfrid Sellars de la filosofía, que dice tan poco y dice mucho: la filosofía es la disciplina que se ocupa de cómo las cosas, en el sentido más general de la palabra, se relacionan, en el sentido más general de la palabra, entre sí. Y otra que es la más linda, es la definición de Silvia Magnavacca, una profesora de filosofía medieval, de las mejores que tuve yo en la carrera de filosofía. Ella alguna vez dijo: “la filosofía es una ardua, dura, terrible tarea de explicitación de lo obvio” (risas).

- Muy husserliano.

Sí, o del segundo Wittgenstein. No sé, la filosofía es tan amplia como el peronismo (risas).

-Gracias por el título para la entrevista (risas).

“Filósofos somos todos” (risas). No, no, creo que parte de lo que es ser filósofo es no saber qué es ser filósofo. Parte de lo que nos convoca es que no sabemos lo que hacemos ni por qué.





[i] Ver entrevista realizada en este mismo Blog: http://entrevisionesdelafilosofia.blogspot.com.ar/search/label/Horacio%20Banega%20%281era.%20Parte%29
[ii] El blog de Acción Filosófica es: http://www.accionfilosofica.com/tapa/tapa.pl
[iii] El Espacio Carta Abierta o Carta Abierta refiere a un grupo de intelectuales argentinos reunidos en marzo de 2008, cuando el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner enfrentó el paro agropecuario que durante 129 días (entre el 11 de marzo de 2008 y el 18 de julio de 2008) realizó una serie de medidas de protesta como la interrupción del transporte interurbano y de las exportaciones agrarias mediante el bloqueo de rutas y puertos. Más información en: http://www.cartaabierta.org.ar/
[iv] Refiere a el grupo de intelectuales autodenominado Plataforma 2012, inaugurado como contracara del Espacio Carta Abierta y manifiestamente crítico del movimiento kirchnerista. Para más información:  http://www.plataforma2012.org.ar/
[v] https://elpinguinodeminerva.wordpress.com/
[vi] https://elpinguinodeminerva.wordpress.com/palabras-dadas/hacerse-peronista-federico-penelas/

jueves, 20 de agosto de 2015

Entrevista a Darío Sztajnszrajber

Santa Fe, 3 de diciembre de 2014.


Se empieza a notar la proximidad del verano en Santa Fe, y nos encontramos con que una entrevista tan esperada por nosotros tenía una gran oportunidad de concretarse. La cita se fijó antes de la presentación de su espectáculo “Filosofía + Música” en nuestra ciudad, ante un teatro lleno que escuchó y participó de una masiva interpelación. Charlar con esta figura hoy tan visible y reconocida en relación con la Filosofía en nuestro país, era un interés que compartíamos desde hacía un tiempo. Su participación en medios de comunicación gráficos[1], radiales[2] y televisivos,[3] su actividad de divulgación en todo el país -a través de conferencias, espectáculos teatrales, cursos- que convoca un público masivo y heterogéneo, es lo que llama mucho la atención para un ámbito de pensamiento que muchas veces queda resguardado a los estudios universitarios y de posgrado. Es autor, además, del libro ¿Para qué sirve la filosofía? (Pequeño tratado sobre la demolición). Darío Sztajnszrajber parece haber entreabierto algunas puertas, dejando ver que la posibilidad de “salir de la caverna” está siempre abierta para todos.  


-¿Cómo definirías tu forma de practicar la filosofía?, ¿Notás que tiene una dimensión política?

Yo hago divulgación filosófica y creo que el concepto de divulgación es uno que recupera mucho de la vocación originaria de la filosofía, que es que la filosofía no es algo para especialistas, sino algo que puede ser apropiado por cualquier persona, porque es una de las tantas facetas que tenemos los seres humanos: plantear cuestiones, pensar. Hacer filosofía para mí es una forma de pensar de la que todos los seres humanos disponemos y el problema es que a lo largo de los años, de los siglos, esa forma de pensar que propone la filosofía, que es un pensamiento que cuestiona, que interrumpe el sentido de lo útil, que se hace preguntas más por la vocación de la pregunta que por la búsqueda de una respuesta concreta, es un tipo de pensamiento que fue tildado, por un sistema hegemonizado por el valor de la utilidad, como improductivo. Entonces, la improductividad de la filosofía la desterró de ser un discurso que garpe en el mundo en el que vivimos; por lo que está puesta en un lugar marginal, como algo inútil, como algo sinsentido, como un delirio, como una pérdida de tiempo. Y creo que no es bueno para la filosofía dar una pelea en esos términos, o sea, salir a demostrar que es productiva, que no es una pérdida de tiempo, que es algo útil; sino al revés, potenciar esa dimensión improductiva es una forma emancipatoria. O sea que en un mundo sumergido entre tanto ente, entre tanta cosa, la improductividad rompe con ese criterio que ordena el mundo de entes, entonces adquiere una dimensión política, desde el momento en que deconstruye la forma en que los sentidos se han instalado como únicos y definitivos. Y entonces, creo que la deconstrucción filosófica es una práctica política y diría, incluso, de izquierda. Entiendo que hoy una izquierda filosófica es básicamente una filosofía de la deconstrucción porque derrumba toda idolatría de cualquier verdad y trabaja en pos de un desmantelamiento de cualquier verdad fuerte, que es por donde creo que hoy se ejercen los poderes de turno.

-¿Qué habilidades pensás que necesita una persona que se dedique a la divulgación de la filosofía?

En el mundo de la filosofía cohabitan tres formas, tres dimensiones que son la investigación, la docencia y la divulgación. Creo que las tres tienen su propia lógica, su propio propósito y sus propias prácticas y que el problema es que, en general, no nos forman sino en la investigación que es esa faceta de la filosofía que se propone a sí misma, se presenta a sí misma como si fuese la correcta…



-Y que por eso se auto-clausura…

Y que por eso se auto-clausura porque se entiende única, entonces excluye a todo lo que no siga esos criterios. Por eso la docencia en filosofía siempre ha sido vista como una actividad de segunda línea, como una filosofía bastarda. A mí todavía me dice gente que se engancha con la filosofía: “bueno, yo quiero estudiar filosofía pero ¿a qué me voy a dedicar además de ser docente?”… como si el ser docente fuese un menos, un resto que no tiene sentido, ¿no? Pero bueno, a mí cuando me preguntan profesión, yo digo docente, no digo profesor de filosofía porque entiendo que es más importante la docencia que los contenidos que uno vierte. Creo que todo docente hace filosofía. Incluso podría haber sido docente de historia o de letras o de arte, que son disciplinas que me encantan tanto como la filosofía, pero me parece que esa docencia filosófica es clave, muy diferente a la de un investigador. Todos hemos tenido clases con excelentes investigadores que no pueden dar una clase, porque a los tres minutos te aburrís del soponcio que genera.

-Y por eso, en ese campo, ¿cuál pensás que son las habilidades que tuviste que trabajar? La gestualidad quizás…

¡Qué ansiosa! Viste que a los que hacemos filosofía nos preguntan por qué no ascendió Colón y empezamos con el ser, la nada y el devenir... Yo estoy yendo a tu pregunta. Mucho de lo que hoy yo elaboro cuando hago divulgación nace en la docencia. Y me le animé a la docencia por ahí desde lugares que no son los tradicionales. No es que sólo yo, sino que hay un montón de docentes que nos animamos a romper moldes, o sea, siempre para mí un aula fue un lugar donde montaba un espectáculo, más un lunes ocho y cuarto de la mañana en el secundario, había que generar algún tipo de impacto. Pero siempre di filosofía muy puesto en lo cotidiano, siempre rehuí a la historia de la filosofía y traté de hacer de mis clases, clases donde circulara la problemática, clases donde se generara el hecho filosófico. Y entonces se dieron una serie de recursos que después naturalmente los fui utilizando en la divulgación. Cuando das el salto a la divulgación te das cuenta que ya no tenés treinta alumnos sino que tenés miles de espectadores. Tenés que ir a una media, ver, tratar de pensar quién es el espectador medio y de qué manera poder incorporarlo, seducirlo, atraerlo con el discurso de la filosofía…Primero hay algo de los ritmos que es importante, que no pasa sólo por la filosofía, sino por cualquier ciencia, que en general escuchás a alguien hablando casi como si escribiera un ensayo y evidentemente no te engancha; no es lo mismo escribir que hablar y, entonces, en la oralidad es muy importante la cadencia, es importante saber que la concentración de alguien dura un tiempo. Yo por ahí estoy ocho minutos explicando un concepto, en el minuto nueve te mando un chiste, porque si no te vas dando cuenta de que se te va planchando el tipo que te escucha.

-A eso iba, con lo del chiste, ahí entraría el arte…

Sí, yo creo que la filosofía está más cerca del arte que de las ciencias, ¿no? Tiene mucho de arte en el sentido de que busca conmover, generar una experiencia estética. A mí me pasa con mucha gente que mira los programas de Mentira la Verdad, vienen, se me acercan, me abrazan y me dicen: me encanta el programa, no entiendo nada, pero me encanta. Yo al principio decía ¡qué horror! Ahora digo no, porque ese “me encanta” es mucho, porque evidentemente algo le genera en un plano que no es el meramente argumentativo-racional. Y en los diferentes proyectos en los que estoy trato de trabajar esa faceta. En este espectáculo de hoy que es de filosofía y música, básicamente explico conceptos y me acompaña una banda de rock que va tocando temas famosos del rock nacional que le van dando un aire a todo lo que estoy explicando. El otro espectáculo que es Desencajados es más una puesta teatral, ahí ya actuamos, la música y la filosofía además se ven atravesadas por el teatro, entonces vamos construyendo imágenes y después en la tele o en la radio estoy todo el tiempo usando estos recursos, pero creo que el recurso más importante es el pedagógico. En ese sentido, cuando explico un concepto, proyecto en lo que digo lo que interiormente entiendo yo que es un concepto debidamente explicado y no tengo ningún prurito, si explico algo y siento que no se entiende, entonces lo explico de nuevo y, si no, lo explico de nuevo y, si no, de nuevo. Puedo explicar ocho veces un mismo concepto, pero creo que así se termina entendiendo algo, porque uno va buscando caminos. Y creo que en la escritura pasa lo mismo. Muchas veces mis alumnos me dicen: “bueno, pero ¿cómo aprendo a escribir filosofía?” Yo les digo: vos escribí una oración en la que crees que ya explicaste todo lo que querías; bueno, cuando crees que ya explicaste todo, ponés punto y seguido y volvés a explicar lo mismo con otras palabras. Entonces te dicen: “eh, chamuyo, trucho” No, porque no es que uno piensa lo que escribe, la palabra crea sentido. Bueno, eso es Derrida puro, la escritura es autónoma y en su mero ejercicio van apareciendo conceptos. Entonces no es que decís escribo lo mismo con las mismas palabras y hacés una truchada, sino que empiezan a aparecer sentidos nuevos. Yo me le animo a eso, siempre me le animé a eso en los cursos.



-¿Y en tu formación tuviste algún maestro no académico?

Sí, tuve maestros no académicos por fuera de la carrera, por ejemplo, mi profesor de poesía fue fundamental, mi profesor de teatro fue clave. Hasta un director técnico que tuve cuando jugaba al fútbol por la manera en que planteaba el liderazgo frente al grupo, algo que después yo trabajo mucho con los alumnos, pero bueno, bien le haría a la carrera de filosofía tener una materia que sea teatro, no historia.

-Como explorar otros lenguajes…

Explorar otros lenguajes por ejemplo desde el teatro, desde la expresión. Porque para poder generar un mayor vínculo, una mayor transferencia con el que te escucha, necesitás unirte de recursos que no son propios del modo en que se hace filosofía académica…una materia que sea teatro en cualquier carrera de filosofía te sacan cagando, te dicen: “¿qué tiene que ver?”. Pero bueno, las carreras de filosofía no forman docentes de filosofía y el 95% que sale de la carrera de filosofía termina explicando filosofía a gente que no es de filosofía, con lo cual es ultra necesario, se vuelve muy necesario manejar esos recursos.

-De acuerdo a tu concepción de la filosofía, entendemos que en general la explicás como un gesto de desnaturalización, de deconstrucción de lo obvio. ¿Te pasó a nivel personal que se te haya impuesto algo que no podías discutir, desnaturalizar, encontrar algo tan contundente que no te permitiera dudar…?

Mirá, lo que me provoca son tensiones, porque por ahí cuando me encuentro con alguna situación, algún valor, algún acontecimiento que siento que me es difícil emocionalmente deconstruir, me encuentro en ese cruce, esa tensión donde, aunque me cuesta, no dejo de pensar que lo ideal sería deconstruirlo. Entonces hago un trabajo por deconstruirlo. Quiero decir, me la paso explicando en todos lados que los hijos no son propiedades de los padres. Ahora, como padre muchas veces me veo en situaciones donde me encuentro reproduciendo lo que cuestioné. Entonces la conciencia de que estoy reproduciendo eso que cuestiono, para mí es como un disparador para decir, bueno, trato de elaborarlo, aunque pierda, aunque no me salga…Me parece que eso es lo más valioso que tiene la filosofía…Hoy lo voy a trabajar nietzscheanamente: no se trata del retorno de Dioniso para que Apolo desaparezca y el mundo se vuelva dionisíaco, porque hoy el mundo es apolíneo, pero no se trata ni de que sea apolíneo ni de que sea dionosíaco sino entender que somos ese conflicto, que si fuésemos Dioniso solo no aguantamos dos días, y siendo Apolo solo somos estos tarados que somos. Entonces, claro, está tan apolinizado el mundo que hace falta que Dioniso retorne, pero no para que tome la hegemonía. Y eso creo que nos pasa en la vida cotidiana. Vos te encontrás muchas veces en situaciones en las que te das cuenta filosóficamente que estás metiendo la pata y ese darte cuenta genera que puedas laburarlo, ¿no? Pero bueno, se trata de eso, yo pienso que la existencia es de por sí algo dado que uno no eligió, que si uno la piensa a fondo no tiene sentido y si me la dieran a elegir, lo digo posta, a elegir (énfasis), yo no la hubiera elegido. Entonces ya me veo con esto, sé que hay una angustia originaria que me va a cruzar el resto de mi vida, entonces trato en ese juego -que lo llamo juego para no deprimirme más- de escapar lo máximo posible, de escaparle a lo instituido, sobre todo escaparle a que otros hagan con tu energía su propio poder.





-¿Ahí te podrías estar refiriendo a la academia o a lo que llamamos academia como esa estructura instituida?

Pienso más en las instituciones en general. Yo creo que con la academia filosófica, por ejemplo con todo este momento de divulgación en filosofía que hay a partir de todas las expresiones que surgieron en los últimos diez años, mi relación no es mala. Mis maestros, por ejemplo, los que fueron mis profesores, es gente que, cuando ve mis programas, me felicita, están orgullosos. Mis alumnos ni hablar. Por ahí a veces tengo dramas con mis colegas, pero por una cuestión más generacional, que nos formamos juntos, entran en juego otras variables ahí. Pero yo creo que hay cambios, o sea, creo que esa academia estática, “dinosauria”, conservadora así como un concepto amplio, general, no sé si diría que sigue igual. El CONICET ya exige en los programas de investigación un módulo que es divulgación. O sea, todo programa de investigación tiene que poder ser divulgado a un público más amplio. Sí me parece que hay lugares -yo no conozco la realidad de acá- en que por ahí vas a la carrera de filosofía de la provincia “x” y me ha pasado mucho que te encontrás con las internas de cada lugar, donde hay seis dinosaurios que manejan la facultad hace 40 años. Pero no haría de eso una generalización, creo que hay un movimiento interesante en la academia.


-¿Hay alguna problemática filosófica o de la vida que te encontraste que no podías llevar a la pantalla o no podías representar por la complejidad que tenía?

No, ninguna ¿Se te ocurre alguna?

-No, lo que parece fascinante es poder llevarla de esa manera.

No, para nada. Primero no he tenido ningún tipo de resguardo por parte del canal. Los temas que no toqué son los temas que no tengo debidamente trabajados. La selección tiene más que ver con lo que yo investigo. O sea, los primeros trece programas de la primera temporada eran los que tenía mas “mangeados” y así fui avanzando y en estas últimas dos temporadas me llevó mucho tiempo hacer toda una investigación como para dedicarme a trabajar estos temas. Por ejemplo, hay filósofos que yo no leí o leí muy poco; Sartre, por ejemplo, no lo tengo casi leído. Muchos me dicen, pero por qué no tocás Sartre. Y porque no lo leí. Entonces para divulgar tenés que tener muy claro; es al revés, la divulgación bien hecha supone mucho conocimiento de los autores, de los temas, de los conceptos para poder después volcarlos didácticamente.

-Por ejemplo, esto que hablabas del sentido, ¿se puede divulgar el sinsentido? ¿tendría sentido?

Y yo traté... por eso en esta última temporada hicimos un programa de la angustia, por ejemplo, donde trabajamos el tema del sinsentido, uno sobre la nada y claramente más allá de cómo las palabras intentan explicar esos fenómenos, hicimos mucho hincapié en la historia del personaje donde para explicar la nada fuimos llevándolo a un lugar casi de suicidio, de retraimiento de su propio ser, una persona que no se sentía cómoda con su propia identidad. Pero en los programas buscamos eso, buscamos en la ficción contar lo que desde la palabra filosófica no alcanza.

-¿Es todo guión tuyo o tiene colaboraciones?

El guión filosófico es mío y después me junto. El guión filosófico significa que todo lo que yo digo es mío. Y todo lo que aparece en la ficción es elaborado por un grupo de guionistas de televisión con los que nos juntamos en función de lo que filosóficamente queremos contar, para pensar cada una de las ficciones, entonces es así: queremos explicar la identidad, yo primero establezco el recorrido, casi como si fuera una clase ¿qué voy a hablar de la identidad? Bueno voy a explicar tres formas de la identidad, la identidad esencialista, la narrativista, la contingente. Entonces primero explico la esencialista, después cuestiono, dos o tres argumentos en contra, después la narrativista, después cuestiono. Bueno, listo. Le explico a los guionistas de televisión de qué vamos a hablar –todo esto es como un mini curso de filosofía- y entonces ahí decimos ¿qué hacemos? Pensemos dónde situamos esto. Bueno, un registro civil, vamos viendo, un registro civil donde las personas van a hacer el documento de identidad y ¿qué pasa? Hay gente que tiene conflictos de identidad. Bueno, una travesti. Vamos armando. Y así se van escribiendo los guiones. Lleva seis meses la escritura de guiones, reuniones, lecturas, contra-lecturas…

-¿Dificultades que aparezcan ahí?

Muchas, muchísimas. La más grande para mí es cuando la historia o el ejemplo dispersa lo que yo estoy explicando. Hay programas más logrados y otros menos logrados.



-Si tuvieras una máquina del tiempo, ¿qué época te gustaría visitar o en cual te quedarías a vivir?
Iría a los extremos, calculo. O sea, no creo que haya un origen ni un final, creo que el ser es desde siempre y será desde siempre. No creo que haya habido un punto cero, pero iría a lo más cerca del punto cero.

-Como para estar más cerca de la no existencia que de la existencia….

Si, sí, sí. Si fuese en mi vida, iría a la noche en que mis padres estaban haciendo el amor el segundo antes en que ahí... Y si fuese la historia del universo, te diría que iría a ese segundo previo en que la cosa... para ver a qué otro lugar podría haberse dirigido. También al final, es interesante. O sea, no iría a ninguno de los lugares conocidos, tipo la edad media o la modernidad. Pero porque ya está. Iría a lo radicalmente otro, lo inédito…

-A lo que no podés decir, a lo que no podés pensar, a lo que no podés explicar…

Claro, a lo impensable. O sea: máquina del tiempo llevame antes del tiempo, al momento en que se creó el tiempo. Iría a esos lugares extraños.

-Y si vieras que ahí pudiera hacer falta, ¿divulgarías la filosofía?

La filosofía tiene ¿cuánto tiene? 3.000 años, ¿no? Eso a veces nos olvidamos, llamamos a muchas cosas filosofía. La filosofía es un hecho occidental, creado en el siglo VI. Viste que algunos dicen que la filosofía nació el 26 de mayo del 585 a.C. porque fue el día que ocurrió el eclipse que predijo Tales, entonces se toma esa fecha. Néstor Cordero lo dice en el libro La invención de la filosofía. Es muy gracioso. Pero fue ahí, fue en ese entrecruce entre los comerciantes orientales, los europeos, en esa Mileto, digo ahí nace el lógos griego, se va constituyendo ahí como herencia de la mitología. O sea no tiene nada, la filosofía tiene 3.000 años y eso en la historia del universo es un moco. No es nada. El ser humano no es nada. El problema es que nosotros creemos que con nuestro cerebro -otra cosa que no es nada, una molleja gigante de 1,300 kg- con ese cerebro de mierda que te lo sacás, lo aplastás y se hace puré, podés conocer el absoluto, ¿no? Esa omnipotencia del ser humano, que viene una bacteria invisible y se mete en tu cuerpo y te hace ¡páf! y te mata en venite segundos y uno sigue creyendo que puede conocer el todo. Me parece que asumir nuestros límites es una forma de emanciparnos. Para mí, nuestros peores enemigos son esos dos. Yo en eso soy muy nietzscheano, creo que los grandes valores que el ser humano fue instituyendo para tolerar la existencia son como ese fármakon del que hablaba Platón, que después toma Derrida, el fármaco que es al mismo tiempo remedio y veneno, ¿no? Lo que te cura también te mata y estos grandes valores que parecen ordenar al mundo, al mismo tiempo que lo ordenan y le dan un poco de alivio, bueno, nos oprimen, entonces ese es el juego permanente de cómo tomar el fármaco en su medida justa, que nunca sabés cuál es.






[1] Como los diarios argentinos Clarín, Perfil, Tiempo Argentino, revista Noticias.
[2] Conducción de "El innombrable" en Radio Madre. Columnista del programa de radio Gente sexy de la radio Rock & Pop.
[3] Entre los que se encuentran Mentira la verdad y El amor al cine, en Canal Encuentro, además de 1000 manos de la TV Pública.

lunes, 22 de junio de 2015

Entrevista a Horacio Banega. Segunda parte


-¿Hay cuestiones en las que hayas cambiado radicalmente tu forma de pensar?
Pero depende la edad, yo tengo 50 años, y este país… Yo pasé por lo menos ya tres crisis de este país. Por eso, cambiar, depende en qué. Yo no fui a la guerra de Malvinas por dos años, les dije casi al pasar: yo hice la colimba en el ’83, la guerra de Malvinas fue en el ’82, hice la secundaria en la dictadura. En el ’89 yo estaba en Buenos Aires, en el 2001 también estaba en Buenos Aires. Entonces, cambiar, respecto de qué, en qué época…

-¿La primer crisis cuál sería?
La dictadura. La última, que ojalá sea la última. Por eso digo, a mi generación nos quitaron una década de expectativas de vida. Pasaste de Malvinas, dictadura, el ’89, el Menemismo, el 2001, en términos estadísticos tenemos diez años menos eh, de expectativas de vida. Esto es sociología. Les decía en el bloque anterior que creo que uno puede cambiar y sí, he cambiado. He cambiado mi conducta, he cambiado mis reacciones y he cambiado en mi forma de pensar. Me he vuelto mucho más tolerante. Incluso por ejemplo respecto de la amistad. Uno puede tener una noción de amistad como muy fuerte, en la cual uno dice “a la primera que me hacés, listo”, pero uno se vuelve más tolerante en ese punto…pero no sé si es eso lo que estaban pensando.

- Sí, tiene que ver…
Pero ¿en qué estaban pensando concretamente? Yo he cambiado en posiciones filosóficas, fui muy afrancesado. Muy afrancesado. Después cambié, me hice continental, después abrevé en la filosofía analítica, después dije “soy irlandés”. Católico en un mundo protestante, puedo mirar desde determinada distancia a todo el mundo. Y este es uno de los capitales que tenemos y que nadie se termina mucho de dar cuenta en América Latina. No somos ni Heidelberg, no somos París, no somos Berlín, no somos Nueva York, no somos California, no somos Oxford, no somos Cambridge. Podemos tomar de todos lo que mejor nos conviene a nosotros. Entonces sí, he cambiado, tengo una posición metafilosófica, o sea, en algún momento era afrancesado nietzscheano, en otro momento después fui trascendental y ahora mi impresión metafilosófica es más rortiana, metapragmatista, la meta-filosófica, sobre qué considero que es la filosofía. He cambiado sobre lo que considero que es la filosofía, sobre lo que considero que es el arte…en ese punto es como un sistema realizable de creencias y uno va viendo que va cambiando. He cambiado en lo que considero que es el amor,  lo que es la pareja, sobre las expectativas que uno puede tener para la vida “felíz”, como preguntaban antes. He cambiado mi percepción sobre lo que es Santa Fe, sobre lo que es la filosofía en Santa Fe, a partir de conocerlos a ustedes; me refiero no a ustedes en específico sino a tener relación con los estudiantes de acá y con los colegas que están acá. He cambiado mi percepción sobre lo que es la relación Santa Fe-Buenos Aires, pero porque ha cambiado la relación. Hace 27 años Buenos Aires era Nueva York; hoy es, bueno, ahí donde están los porteños.

- Por ahí esta inquietud nos había surgido a partir de un relato de un viaje que hiciste en una clase…
Lo pensé, pensé que a Fernanda le había impresionado eso y por eso decidieron invitarme. Pero eso, tiene que ver con una hermana chicos. La que abre la línea a Oriente es mi hermana, y he cambiado a partir de que viajé a Oriente mi relación con mi hermana. Porque viajé a Oriente por una insistencia de ella y eso me ayudó a entenderla. Y eso me ayudó a entender la relatividad de todo. Eso sí, obviamente te cambia,algo de lo que hablábamos en su momento, como cualquiera que haya podido tener una experiencia similar en Bolivia, aunque sea. Somos un país que tiene agua potable, comida y espacio suficiente para que todos vivamos bien. No tenemos ni idea de la que se viene. No tenemos ni idea. Lo que pasa es que esa radicalización que te lleva ese cambio, se te olvida. Se te olvida tanto que ni siquiera pude darme cuenta que la pregunta iba por ahí. Viajar es distinto a hacer turismo, el veneno de viajar por esos lugares es que después decís viajar es esto: que se te rompa la cabeza contra la pared. Después lo otro es turismo, vamos a Europa, dale dale, vamos a Estados Unidos. Rusia no sé, Rusia es como que está la madre Rusia, bueno… China, y el resto del mundo es…¡se te rompe la cabeza! Entonces a partir de ahí sí, ciertas cosas que creo que a nosotros nos convocan filosóficamente si se quiere, certezas que nos funcionan de manera absoluta muestran que son totalmente relativas. Y se acabó. Y se acabó quiere decir: Y SE ACABÓ. Arreglátelas. Sería casi como… ¿viste lo que enseña Derrida? Bueno ese es el mundo de la vida de todo el sudeste asiático, de la India, es eso. Viste lo que te enseña Heidegger, bueno eso es el budismo que vive Tailandia, que es de los países más funcionales al capitalismo. Porque es budista. Y porque eso lleva mucho al egoísmo. Porque te importa tu propia salvación. “Ah, qué bueno, pero ¿el budismo no es bueno?” Sí, claro, para vos es bueno, para uno mismo es bueno. Por eso hay toda una serie de cuestiones que implica decir: qué implicaría ir a visitar una sociedad que es politeísta. Y eso es como decir “Ahh..¿y hacen orgías ahí ?” No, es otra cosa. ¿Qué? Y empezás ahí a chapullar en el lenguaje. Adoran a este, adoran al otro, están con los muertos… Y ¿cómo viven? No, pero ¿cómo vivimos nosotros? Y ahí sí, obviamente eso te cambia. Te cambia en el sentido de…

- Te des-centra…
Pero entonces eso te hace tolerante. Entonces empezás a entender realmente algunas cuestiones de política internacional pesadas, en relación con la cultura. Cosas que en filosofía yo las planteo permanentemente, porque todo el curso está planteado tipo: ¿Qué hacemos con el que tiene otras costumbres que para nosotros son inaceptables? Ablación de clítoris, por ejemplo, que tiene que ver con la dominación masculina que acá también existe. No es que no exista acá eh, acá también existe. Pero decimos “eso no lo hacemos, no, eso no lo hacemos, no sabemos los hombres de qué se trata”. Otra cosa es decir “sabemos de qué se trata y vamos a cortar, con la dominación masculina y con eso”. O, bueno, las sociedades altamente codificadas del sudeste asiático donde, de nuevo, una mujer separada no puede volver a vivir con la familia. Y es rechazada por toda la comunidad, se le cierra. Chicos, o donde los intocables de la India para que el hijo pueda pedir le arrancan los ojos porque así tienen una deficiencia corporal y es habilitado para pedir limosna. ¿Qué hacemos? ¿Qué decimos? ¿Con qué derecho opinamos? Entonces ahí toda la filosofía occidental empieza a tomar una especie de relatividad. Entonces listo, hay que volver a pensar ciertas cosas que parece que ya estaban claras, pero eso es, obviamente, si tenés la experiencia, pero la experiencia la podés tener en el barrio hindú de Nueva York, qué se yo, no sé si hace falta viajar…

- Sí, ahí entramos también en la arena movediza que es la fundamentación de los valores, de la ética, que es siempre un problema para la filosofía.
Para mí no. ¿Estás con la revolución francesa o no? Y después el tema es cómo lo llevás a cabo. Es simple.

- Bueno pero ¿y si no?
Voy a discutir con vos porque no estás con la revolución francesa, no voy a discutir con los indios o los chinos. Primero voy a discutir con vos. ¿Por qué no crees que la revolución francesa es lo mejor que haya pasado? Perfecto, discutamos eso. A partir de ahí vemos. Pero yo no tengo ningún lugar a dudas de que las mujeres son tan seres humanos como los hombres. O incluso más seres humanos que los hombres. Y eso debería ser una ley moral y de costumbres en todo el universo. Y a partir de ahí…

- El problema es cuando la discusión va a definir una práctica y la cuestión queda abierta.
Claro, no, pero el problema es si eso lo vas a resolver como Obama, tirando una bomba. “Te llevamos la libertad.” (ruidos de tiros y ametralladoras) Y matás a todas las mujeres en realidad. Estamos de acuerdo pero ese es uno de los problemas. A ver, cuando yo lo expongo como muy sintético continental, hay dos problemas que la filosofía debe hacerse cargo: el capitalismo y el mal. El mal trasciende al capitalismo. Hubo mal antes del capitalismo y trasciende todas las clases sociales y no se sabe muy bien a qué se debe. Y el otro problema es el capitalismo. Si es posible salir de él y cómo. El mundo de Oriente nos plantearía como un tercer problema.  Ellos viven en otro lado. Nosotros somos marcianos que desembocamos ahí. No nosotros, perdón… “nosotros” es otro… Nosotros somos unos brasileros que todavía no nos dimos cuenta (risas)

- ¿Cómo?
Nuestro destino es ser una provincia de Brasil, que estamos discutiendo si estamos entre México y Canadá. Mirá cómo se ríen.

- Yo ya te la escuché a esa (risas)
A ver, volví de la India con esa idea. ¿Qué le importa al mundo? Brasil y México. Países de más de cien millones de personas. ¿Argentina? ¿Santa Fe? (risas) ¿¡Capital Federal!? San Pablo tiene veinte millones de personas. Es tema de demografía. Es una época de regiones. ¡Nuestro destino ya está marcado! Pero no es un destino astrológico, ¡es un destino de cantidad de gente! Entonces la discusión es que es México si somos el patio trasero y Canadá si somos los universitarios, los que estamos ahí, hacemos hockey…

- Le vendemos autopartes…
Le vendemos universidades públicas, libres y gratuitas…

- Claro pero le vendemos autopartes o le vendemos inmigrantes… ¿Entendés lo que quiero decir?
Exacto, gente que quiere entrar a San Pablo y se mata para entrar a San Pablo y todo lo demás. Pero en ese punto también modificó el viaje. Es decir, no nos conoce nadie. Pero también me llevó a entender esto: el problema del Estado Nación es un problema del siglo XIX. Cuando discutimos el problema de la nación estamos discutiendo un problema del siglo XIX. Ya estamos en el siglo XXI. Es un tema de regiones. Ahí no hay vuelta. No hay vuelta. No claro, no hay vuelta, el tiempo es terminal… Los deprimí, no quiero deprimirlos, no quiero ser pesimista, ¡por dios! (risas). No quiero ser pesimista, lo que digo es: tenemos una comunidad y una cantidad de personas que podríamos vivir muy bien. A ver... la filosofía no puede hacer nada. Y lo que tiene que hacer es… no, me embarré mal. Pido perdón (risas)

- Hay una pregunta justamente que es: ¿Qué rol tiene la filosofía en la transformación del mundo?
Ninguno. Ninguno y me parece que está bien, porque me parece que es uno de los errores… A ver, me parece que uno de los problemas más graves es el problema de la vanguardia política. Ese problema ya está planteado en Hegel en la Fenomenología del Espíritu respecto de los jacobinos y del terror absoluto, o la negatividad absoluta con el problema del terror… A mí me parece increíble que incluso toda la gente que se dedica a analizar el pasado reciente no se enfoque en lo que dice Hegel en la negatividad absoluta.  En consecuencia, creer que –de nuevo, tiene que ver con la concepción de filosofía que uno tenga- la filosofía o el trabajo intelectual tiene que ser vanguardia de algo, está complicado. Poder defenderlo sin hacerse cargo de los errores del pasado. Porque si uno se pone desde un punto de vista marxista más clásico y más básico, es: la praxis tiene que mandar; no la teoría. Y ese es uno de los fundamentos de la dialéctica negativa de Adorno. No sé qué hay que hacer, sé lo que no hay que hacer.  Lo que hay que hacer lo va a marcar la praxis, no la teoría. Entonces en ese punto la filosofía debería empezarse a pensar como práctica, que es esto de reunirse, discutir, intercambiar, socializar, restaurar comunidades, sociabilidades, formas de subjetivación. Pero son prácticas, no solamente teorías ¿se entiende? Entonces en ese punto pensar a la filosofía, y ahí me pongo bajo la égida del maestro Husserl en Crisis, es una práctica teórica. Muchos años antes de que Althusser definiera a la filosofía como una praxis para la revolución. Es una práctica teórica. Y una práctica teórica es poder armar comunidad primero, para poder establecer lazos sociales de tipo epistémico, en el sentido de que nos importa tener teorías del conocimiento, teorías de la praxis política y también praxis política y praxis de conocimiento ¿me van siguiendo o me perdí, o los perdí? Perdón, no estoy dando clases (risas) Entonces en ese punto, hay que seguir trabajando esa distinción generada, decimonónica, de praxis- teoría chicos. Ustedes están haciendo una praxis, es una praxis que es discursiva, pero es una praxis, ponen el cuerpo, me invitan acá, comparten conmigo una cerveza, me dan de comer, me hacen unas empanadas, es poner el cuerpo.

- Por ese lado también venía la pregunta…
Pero eso es una transformación en materia discursiva también. Es eso lo que han logrado y están logrando y me parece que es deber de los mayores apoyarlos en eso. Es nuestro deber. Porque es lo que queremos. Después nos bancamos los tomatazos: “¡Chanta! Dejá de repetir lo mismo!” Está bien, qué quieren que haga, páguenme más, páguenme en dólares si quieren que diga algo nuevo, ¿si? (Risas) ¡Dólares! Me parece que la posibilidad es esa. En ese punto sí me pongo foucaultiano o deleuziano, es decir, las micro-comunidades es lo que nos puede salvar, porque tiene que ver con la amistad también. Armar lazos de amistad te va a asegurar lazos que puedan trascender determinado tipo de cuestiones, salvo que en un momento las tensiones políticas se pongan muy complicadas y seas amigo de un sojero, qué se yo (risas). Pero en serio, yo he tenido amigos así que en esta década nos hemos distanciado y después te volvés a encontrar o no, dependiendo el proyecto que los unifique o no, o depende de la amistad, del grado de intensidad de la amistad. Pero estas políticas de la amistad que estoy defendiendo yo no las tengo desde Derrida, eh, es desde una pura reflexión que he establecido a partir de mi propia experiencia y con mis amigos. Hay que hacer comunidad. Porque la filosofía se hace en comunidad, la política se hace en comunidad, el arte se hace en comunidad; nadie está solo. El sujeto cartesiano nunca existió. Descartes no era cartesiano. Estaba ahí, con gobierno, con la guerra, con los curas, con la Reina Cristina; que no era nuestra reina Cristina…(risas)

- De hecho mandó las Meditaciones a alguien que se las objetara, es decir…
¡Es el primer publicista! Tiene una noción de publicidad increíble. Hace que las lean todos y publica las objeciones y la respuesta a las objeciones ¡y se asegura el mercado editorial con las críticas incorporadas! Es un genio de la publicidad, no tiene nada que ver con lo que nos han vendido que es el sujeto cartesiano. El sujeto Descartes no era cartesiano. Lo cual no evita, o no se tiene que impedir, que uno tenga una visión escéptica sobre las esperanzas. Porque eso me parece que también es un buen antídoto. Como un maestro mío me acaba recién de confirmar que es su práctica. Porque el siglo XX terminó mal y el siglo XXI empezó mal, ¿por qué hay que tener esperanzas? ¿Porque tenemos amigos? No me jodás. Sí, porque tenemos amigos. Ah bueno, pero entonces tenés esperanzas chiquitas. Sí, son esperanzas chiquitas; es eso.

- ¿Es lo que nos salva?
Exacto, pero eso nos viene salvando desde Grecia. Porque la amistad es la solidaridad y la igualdad, entonces también es una bandera de la revolución francesa. Yo soy amigo de mis iguales.

- Claro, pero eso es algo que podés comprender incluso en una charla, no hace falta una bandera enarbolada…es algo mucho más palpable, no es que lo impone la Razón…

Sí, pero no estoy de acuerdo en la devaluación que hacés de la razón kantiana en ese punto. Porque no te olvides que la razón kantiana emerge donde había que contrarrestar diferencias jerárquicas de naturaleza. Y la razón kantiana es el primer momento en el cual se dice “Somos todos racionales de la misma manera”.  Otra cosa es cómo llega eso al tercer mundo después de tres siglos. Pero en el momento en que surge es: somos todos racionales por naturaleza. Nuestra naturaleza es racional, la tenemos todos. Y en ese punto soy totalmente kantiano. Pero totalmente kantiano. Lo cual no quiere decir que uno acepte que luego en la implementación empírica las diferencias sean irresolubles. Lo cual, me deja en un atolladero, en el cual estamos todos. Pero yo reconozco de todas maneras que, bueno, criticar a Kant, no es tan fácil para mí. No te podés poner tan fácil en el lugar nietzscheano de tirarle piedras. Porque ese tirarle piedras es como los troskos que son diputados ahora: vos llegaste porque hubo kirchnerismo. Si no hubiese habido kirchnerismo, vos ni siquiera hubieses podido presentarte a elección. Entonces, vos tirá piedras, cuando venga la que se viene, te voy a salir a defender yo. Aparecen demandas por izquierda y por derecha porque hay un espacio que lo habilita…Yo me hice peronista cuando en la escuela secundaria, ya teniendo preocupaciones por el otro, me pasan para que lea Apuntes para la militancia política de John William Cooke y donde las FAR dicen: “nosotros descubrimos que éramos peronistas. No nos hicimos peronistas”. ¿Por qué? Porque el proletariado realmente existente era peronista. Y porque el movimiento histórico llevaba a esto. Esta es una interpretación marxista, década del ’60… Yo, desde mi historia, me hice peronista leyendo John William Cooke. Yo siempre fui un infiltrado. El 1 de Julio del ’74 yo me hubiera ido, no me hubieran echado, me hubiera ido. “Qué pasa, qué pasa general, que está lleno de gorilas el gobierno popular”. Y una corrección para algo que ustedes editaron. El instituto de filosofía lo cierra Isabel. No lo cierra la dictadura. Bajo el rectorado de Celestino Marini, o rectorado o era el Ministro de Educación. Que al mismo tiempo cierra el instituto de cine, que fue una de las mejores cosas que tuvo Santa Fe como capital cultural; digamos, en Santa Fe en el instituto de cine ¡enseñaba guión Saer, chicos! Santa Fe era una capital cultural más grande que Rosario, que después inventó la nueva canción. Esa es mi inserción en el peronismo. La otra pregunta es si es posible un peronismo de izquierda…habrá que ver cuán marxista te ponés y qué hacemos con los amigos troskos y con la herencia que tenemos de otros lugares de la izquierda. Pero bueno, como la izquierda siempre parece que viviera en otro planeta, quizás cuando vengan acá y aprendan a hablar en criollo, qué se yo, vemos. Borrá esto si querés, me parece que me van a tirar a los troskos a la clase! (risas) Por favor!

-¿En qué campos puede el discurso filosófico hablar hoy? Había compañeros que te escucharon decir que la filosofía había muerto o algo así…
A ver, la filosofía murió, claro; si murió el arte cómo no va a morir la filosofía. Lo que pasa es que eso no quiere decir que haya muerto cierta práctica que viene a posterior. Si yo habré dicho alguna vez que la filosofía murió, bueno, habré dicho que determinadas nociones murieron y hoy tenemos, como diría Samuel Cabanchik, y en eso coincido mucho, hoy tenemos filosofías. Entonces no hay más filosofía, la concepción unívoca, sea de cualquier capilla religiosa que sea, murió; murió o por lo menos se hizo lo suficientemente secular como para aceptar que o estás en el ecumenismo filosófico, o aceptás que no hay más dios de la filosofía. Si todavía tenés una especie de creencia metafilosófica muy fuerte y querés defender una capilla, vas a decir no, no, no, Horacio Banega está equivocado, entiende mal que x y/o z son dios. Pero yo soy ateo, yo soy ateo radical, no creo en ninguna instancia trascendente al propio discurso y a la propia práctica discursiva que está encarnada en una forma de vida; y una forma de vida es una práctica social. Entonces lo que murió es una noción de filosofía. Dada la polivocidad y pluralidad de los discursos filosóficos y de tipos de discursos filosóficos que tenemos disponibles, me parece que lo que mejor se puede hacer es aprovechar de todos lo que mejor le convenga a cada uno y a cada comunidad para llevar a cabo determinado tipo de objetivo que, para mí, es innegociable, que tiene que ver con una especie de liberación, que en última instancia se conecta con el iluminismo. Yo no dejo de ser iluminista/ilustrado en ese punto de creer que el conocimiento nos hace mejores, y eso sí es como una especie de esperanza mía que no tiene fundamento racional. Yo creo que eso es muy difícil justificarlo racionalmente, pero es como mi creencia metafilosófica no fundamentada. En este punto, ¿para qué va a servir? Va a servir para empezar a revisar tus propias creencias, tus propias certezas de sentido común y, a partir de ahí, para empezar a operar sobre los otros discursos imperantes que tienden a ser hegemónicos y que buscan ser hegemónicos en la realidad social y política y académica que nos toca vivir. Si hay algo que la dictadura nos dejó, es la frase de Aldo Rico “la duda es la jactancia de los intelectuales”, estamos de acuerdo, la duda es lo que nos enseño Descartes que hay que aplicar que es: dame razones para tus creencias porque no te creo tu afirmación. Y ese sigue un buen método racional de evaluación de creencias de todo tipo. “Te amo”, no te creo, “Seguime”, ¿para qué?. “Votame”, ¿por qué?. “Es mejor Kant que Hegel” ¿por qué?, “En el 2015 hay que votar a Binner” ¿por qué?...y así, pedir argumentos para tus creencias. Entonces ¿eso es una práctica argumentativa? Sí, la filosofía es una práctica argumentativa, en consecuencia, no es solitaria. Lacan creo que decía justamente que el perverso tiene una filosofía privada. La filosofía jamás fue privada, es totalmente pública. Y por supuesto política. Te dediques al realismo de los mundos posibles de la lógica modal de David Lewis, te dediques a el tema del tiempo en Husserl en los manuscritos del grupo C, te dediques a los fragmentos póstumos de Nietzsche sobre la voluntad de poder, te dediques a la historia de la biología en el s. XIV…cuando usás la palabra tenés una responsabilidad; y más si ocupas un lugar público como la docencia. Sino dedicate a otra cosa.

-¿Creés que hay que separar el saber filosófico del sentido común?
Qué buena pregunta.

-Igual ahora que la leo me parece ambigua…pero bueno, ¿qué es lo que te sugiere?
Esa pregunta lo que pasa es que coloca en crisis mi relación con la rama específica de la filosofía a la que yo me dedico, que es una especie de análisis del sentido común; ¿el mundo de la vida qué es sino el sentido común? Pero justamente lo que le hace falta a la fenomenología es una división crítica, entonces sí, hace falta separarlo del sentido común. Por otra parte, la división crítica no implica una aristocracia, que es la respuesta heideggeriana. La respuesta heideggeriana lo que da al sentido común es que el dasein está caído en el sentido común entonces no se puede saber que hay que rescatarlo, y se va a poder rescatarlo cuando se dé cuenta de que es un guerrero dormido. Y esa es una consideración aristocrática porque se diferencia del todo de la masa. Eso sería una respuesta, la otra respuesta es la consideración crítica, es: la filosofía se tienen que separar porque ya está separada, porque desde el inicio, desde Heráclito que consideraba que la locura era creer que el sentido común era el propio, porque era logos. Entonces el sentido común es  algo que tiene que ver con el logos, pero del cual la filosofía se ha ocupado de distanciarse porque lo ha objetivado, y si lo ha objetivado, en consecuencia, el filósofo o el intelectual tiene una separación respecto por lo menos de las creencias del sentido común, no de las estructuras del sentido común. Habría que distinguir ahí lo que son las estructuras del mundo del sentido común de las creencias del sentido común. Entonces hay una discontinuidad yo creo. Lo cual no me queda claro que es lo que ustedes creen que se infiere de ahí o no…

-¿De tu respuesta?
Si, o de cualquier respuesta posible a esa pregunta. No sé por qué hicieron esa pregunta. Digo, porque de mi respuesta se pueden inferir algunas consecuencias…

- Sí, creo que son distintas de las que se pensaron cuando se formuló la pregunta…Me parece que tiene más que ver con cuál sería la relación, de escisión o cualquier otro tipo de relación, entre el saber filosófico y el sentido común; cuál sería esa relación.
Hay a veces una clase de mediación entre el saber filosófico y el sentido común. Así como desde el punto de vista fenomenológico diríamos que hay una volks-chemistry, una volks-fisics, podríamos preguntarnos sino habría una volks-philosophy. Que en el mundo anglosajón, por lo menos en Inglaterra, queda claro que es Shakespeare, la gente aprende a vivir leyendo Shakespeare, no leyendo filosofía. Creo que fue Cristina González la que dijo que acá sería el tango -acá me refiero por Buenos Aires-. Una filosofía del sentido común sería donde vas a buscar respuestas existenciales. Y en ese punto uno podría estar de acuerdo con Cristina González en que hay una mediación entre la filosofía académica o profesional y el mundo del sentido común que sería la filosofía del sentido común, que es una respuesta a la pregunta por el sentido de la existencia, no del mundo sino de la propia existencia. Y sería entonces algo más conectado con filosofías existencialistas. Entonces en ese punto podés establecer una especie de mediación con el sentido común. Pero ahí sí me voy a poner entonces más profesional y voy a decir: si vamos a aceptar eso vamos a aceptar que ciertas comparaciones fenomenológicas sobre la química del sentido común, la física del sentido común también serían mediaciones entre una elaboración filosófica fenomenológica y el saber del sentido común. Cuando vos cocinás, estás haciendo química, sin saberlo. Cuando vos cruzás la calle estás estableciendo alguna especie de cálculo intuitivo para saber que no te va a chocar el auto; y esto no es falso. Para la consideración idiota, positivista sería falso. Pero para una consideración fenomenológica de reconstrucción del saber del sentido común conectado con el saber científico no es falso, sino que hay que elaborar las relaciones que se establecen entre el conocimiento práctico y el conocimiento científico y filosófico. Esto sería otra respuesta posible que atañe directamente a la pregunta por el sentido de la existencia. La tercera posibilidad…

- La tercera posibilidad podría ser esto que vos decís de hacer una obra filosófica para un cierto público…digo, tal vez. Estoy pensando sentidos de la pregunta.
Lo que pasa que al que se le ocurrió la pregunta, es una pregunta para mí, por lo que me dedico. Esa pregunta puede ser todo un largo trabajo, un proyecto de investigación. Porque para mí está mediado por el conocimiento científico. No hay un saber filosófico independiente del conocimiento científico, del conocimiento político, del conocimiento estético. Yo no sé qué quieren decir ustedes cuando hablan de saber filosófico, no sé de qué están hablando; si hablan del conocimiento de la historia de la filosofía o de qué…¿se entiende?

- Nosotros en realidad pensamos la pregunta con un sentido muy genérico de filosofía…
Está bien, pero aparte de eso, me pega en mi corazón. La ciencia contemporánea tiene que dar cuenta de ese conocimiento práctico sin reducirlo; no puede decir la ciencia contemporánea que hacemos geometría mala, al contrario imbécil, hacemos una geometría tan buena que la podés formalizar con topología, no con idioteces. Tenés que tener mucha matemática para formalizar el pensamiento del sentido común y el conocimiento del sentido común, mucha matemática hace falta, no idioteces. Esto por favor edítenlo, porque ahí me enojé con otros.

- ¿Creés que hay buenas y malas maneras de practicar la filosofía?
Me reconcilian con la actividad también con esto, eh, en serio chicos…

-Te sanamos…(risas)
Producen una especie de sanación…pero esto se lo han dicho todos supongo, o algo parecido.

-No
Ah pero han entrevistado estrellas, no decadentes como yo (risas)

-Ángeles caídos no (risas)
Volviendo…sí, yo creo que sí, hay maneras buenas y maneras malas.

- ¿Cuáles serían?
Es muy difícil decir esto sin traer ejemplos a mano y en ese punto es muy complicado porque yo soy polémico en términos generales pero no quiero…conozco gente que me odia y yo no creo que haya hecho mal a esas personas directamente, sino por haber tomado posiciones políticas en algún momento. Entonces la cosa está complicada ahí, hablar de los colegas, porque uno siempre va a pensar en colegas que conoció, que fueron maestros, o que los está viendo, entonces ¿cómo hablar de una manera que sea lo más general posible y sin que cualquiera que lea esto se sienta identificado? Está muy complicado.

-Tomanos a nosotros y decinos cómo seríamos buenos en la disciplina, y practicando qué seríamos malos.
Vamos a hablar de lo que habría que hacer, y a partir de ahí, ustedes infieran lo que no. En algunos lados, quizás yo hago las cosas mal respecto de mi propio criterio, pero en particular hay que entender, me parece, que cuando uno da clases…a ver, vamos a distinguir la cuestión: podés dar clases e investigar. ¿De qué quieren que hable?

Si podrías decir algo breve de las dos estaría bueno porque los lectores son diversos.
Me parece que es muy difícil dar clases si no te gusta dar clases, y me parece que es muy importante que si no te gusta dar clases, te des cuenta inmediatamente. En segundo lugar, me parece que es muy difícil dar clases de algo que no te gusta, por más que te guste dar clases, entonces ahí la negociación es mucho más dura por toda una serie de cuestiones que ustedes ya las conocen…hay que poder negociar permanentemente para poder dar lo que te gusta, con lo que no te gusta, de la manera que te gusta. La manera que te gusta debería hacer que despiertes algo en los que te escuchan, con lo cual hace falta entonces una performance, no solamente cuánto sabés, sino la manera en que podés el cuerpo para enseñarlo. Y en ese punto entonces hace falta cualidades que no son necesariamente filosóficas, sino docentes, que tiene que ver entonces con el estar dispuesto a escuchar y a hablar frente a los otros; al intercambio. En tercer lugar, tenés que estar dispuesto a enseñar y dar cosas que quizás no le interesan a todos y de qué manera entonces se las va a disfrazar para mostrarles y que se den cuenta, como Sócrates, que les interesaban. Esto es mucho más cínico, porque a todos nos gustaría enseñarle filosofía a la gente que quiere estudiar filosofía, que quiere aprender filosofía. Pero generalmente uno le tiene que enseñar quizás lógica a los nietzscheanos o Nietzsche a los lógicos, y entonces también está la permanente negociación con qué hacer con el público. Y cómo mostrarle al público que cualquiera de estas cuestiones –el problema del cuantificador universal, el problema de si la voluntad de poder lleva a Heidegger y a Hitler, el problema de si Rawls nos deja anclados en el radicalismo de De la Rúa, el problema de si el kirchnerismo tiene que ver con Laclau, y Laclau tiene que ver con Schmitt, entonces confirmaría todas las hipótesis radicales de que el peronismo siempre fue nazi, cómo puede ser posible entonces reconciliar Schmitt con Marx y si eso sería el kirchnerismo- anclar de alguna manera eso abstracto en su eficacia práctica en la propia vida de aquel que se lo estás dando. Estoy hablando simplemente de gente que le interesa algo de lo que vas a decir. Si te toca dar  filosofía para gente que no le interesa nada, lo mejor es: te tomás un Rivotril, te fumás un porro, o cambiás de trabajo. Me parece que hay algo del destino del que se dedicó a estudiar filosofía que es como el del poeta: si no hay demanda de poesía, te vas a poner a escribir prosa y no te va a salir bien. Entonces en ese punto hay que asumir las consecuencias de la decisión propia; podrías haber hecho otra cosa. Eso respecto de la docencia. Ni hablo de la escuela secundaria porque insisto  en que la escuela secundaria amerita una revisión absoluta y radical que nadie está dispuesto a llevar a cabo en este país en la situación en la que estamos, y no sé cuándo, porque lo que se destruyó en los noventa no se reconstruyó ni se va a reconstruir hasta no sé cuándo. Lo que se destruye en una década, no se reconstruye en una década, eh. Pero no me pongo kirchnerista, es un problema de política pública, de qué se hace con el estado…

-De sociología
De sociología y de datos reales. En diez años podés destruir todo un aparato estatal, que en realidad terminás de destruir lo que se viene destruyendo de veinte años atrás, y te lleva un siglo reconstruirlo. Tenemos la tasa de alfabetización comparable a Cuba. Hoy, nadie quiere saberlo; nadie se quiere enterar de esto. Entonces hay cuestiones que tienen que ver con la educación y filosofía que, chicos, hace falta una discusión más amplia sobre el papel de la educación primeria y el papel de la educación secundaria. Pero ello con toda la cultura; también en el teatro cuando se discute el público del teatro…Formemos lectores, ¿y qué hacés para formar lectores? Te ocupás de los maestros, y a los maestros hay que pagarles bien, no hay otra solución. ¿Cómo se reformula la educación primaria en Finlandia e Irlanda? Les propusieron un sueldo de un docente de dedicación exclusiva en la universidad, que se formen con un posgrado y que estudien. Tenés el problema de qué hacés con los más viejos que ya no quieren estudiar; y bueno, los jubilás y listo, o algo por el estilo. Pero tenemos que fortalecer, y eso es claro, la educación primaria, con muy buenos sueldos para los maestros, con respeto de sus derechos básicos, para poder así exigirles. ¿Están de acuerdo en esto?

Sí, claro
Sino no formas lectores. Les podés exigir formación si les pagás bien, pero no les podés exigir un doctorado o una maestría si no les pagás bien.

Pero seguramente vos también estarás de acuerdo en que también está la cuestión de la vida cotidiana de los educandos, su familia, su cultura, que esa es otra pata del problema…
Tenés razón, a eso me refiero. A esos maestros les tenés que pagar el doble que lo que les pagás a los que trabajan con chicos de clase media. A los maestros que trabajan con chicos en población de riesgo, que les tienen que dar de comer, y aparte enseñarle matemática, teoría de conjuntos y la lengua castellana, les pagás el doble. Es la única manera que tenés de asegurarte que vas a generar un mercado de lectores, una población de lectores, una población de ciudadanos.

- Pero esos chicos, salen de la escuela, vuelven al infierno por decirlo así…
Pero no los podés adoptar a todos.

- Pero tenés que cambiar la otra parte también… 
Perfecto. No hablamos de revolución... es una palabra que yo no uso…Porque vi Hegel. Y es uno de los problemas si querés filosóficos más importantes. Cómo imaginar lo nuevo a partir de lo que hay. Si ya Hegel demostró que lo que hicieron los jacobinos fue “como con todo esto no puedo armar nada nuevo, los mato a todos”. Y al matarlos a todos, que es la negatividad absoluta, y considerarme por afuera de lo universal, por la mediación que hago con ellos, el universal me cae al matarlos. La posibilidad de la utopía o de cómo imagino una sociedad radicalmente distinta, que eso sería la re-volución, es uno de los problemas que está atado cuando tan sintéticamente dije que había dos problemas filosóficos importantes, creo, en el fondo. Uno, el capitalismo, que es: cómo salimos de él. Y entonces la pregunta siguiente es cómo es posible formular una teoría sociológica y política de otra sociedad a partir de esto que somos, que es el capitalismo en todas sus múltiples variaciones. Y el otro problema es el del mal, que tiene componentes teológicos, o no, qué se yo. Entonces, llevándolo por ese lado y en esta deriva con el problema de la educación y de la filosofía, yo puedo partir de un punto de vista más peronista de trabajar sobre lo que hay y apuntar a fortalecer la positividad de lo que hay… teniendo en cuenta que si sos maestra o maestro y estás cuatro u ocho horas con niños en esta sociedad, en este momento, vos merecés mucha plata. Porque es un imbécil y un cínico el que dice que no, simplemente hay que ponerlo en el lugar, bueno venite y quedate acá cuatro horas con estos chicos y listo. A partir de ahí entonces empiezan todos estos problemas de en qué sociedad vivimos, cómo hacemos para vivir juntos, qué sociedad queremos, cómo formamos y qué papel nos toca a nosotros. Por eso estoy insistiendo con el tema del papel de la vanguardia en Hegel. Hay que aprender de ahí para decir: a mí no me toca ningún papel distinto al que le toca al almacenero, al director de escuela, al taxista, al resto de los ciudadanos. Me toca el papel simplemente de tener en claro cuáles son las inferencias que se pueden sacar a partir de cada posición. Eso sí le exijo al que estudia filosofía y al que es filósofo. Si vos te hacés anarquista, vos tenés que ser consciente de todo lo que se infiere. O si te hacés deleuziano, tenés que ser consciente de las consecuencias que se infieren. O si te hacés nietzscheano, tenés que hacerte consciente de todas las inferencias que se desprenden. A partir de ahí, hacete cargo. Yo me hago cargo, creo, de las inferencias que se sacan a partir de mis posiciones. Creo. Por eso lo estoy llevando al punto de decir, bueno: el problema entonces es cómo imaginamos una sociedad distinta a la que hay. Con qué derecho epistémico y ontológico. No solamente político. Porque, no me quiero poner romántico, pero obviamente la pregunta es por qué los dominados no rompen todo y siguen siendo dominados. Si todas sus familias y todas sus generaciones van a seguir siendo dominadas… durante generaciones. ¿Por qué la Villa 31 no sale y quema el Sheraton? Y el Hilton. Y no nos transformamos ya directamente en lo que George Romero plantea, en Los muertos vivientes. Porque la dominación sigue teniendo efecto, porque el capitalismo sigue teniendo efecto, porque nadie quiere o parecería que nadie quiere que haya una sociedad más igualitaria sino que todos queremos ser los ricos. La subjetividad capitalista es hermosa. Todos queremos ser los más ricos. Nadie quiere compartir con los más pobres. Pero eso ya está planteado por John Rawls. Con lo cual hace falta estudiar mucho más filosofía política analítica anglosajona, chicos. Para entender mejor ciertos problemas y para entender el cálculo que uno puede hacer para decir: A ver, ¿estamos dispuestos todos a que nunca más compremos libros y que todos comamos arroz? ¡Levante la mano quién está dispuesto, sí o no! … ¡Yo!... Ah ustedes no, ah, bueno.

- Sí, también esa pregunta jamás se plantea en serio desde un lugar de poder… alguien que te pueda interpelar.
Pero me parece que esa pregunta la podemos hacer entre nosotros.

-  Aunque, ¿quién va a plantear esa pregunta? Te cuelgan. Y no esa, cualquiera: si podés o no podés comprar dólares para viajar al exterior, te cuelgan.
Por eso. Y ¿a dónde te querés ir de vacaciones? ¿Al exterior? Pero esa es una pregunta de la pequeña burguesía. ¿A quién mierda le importa el dólar? No tengo repuestos para mi laptop ¿Y eso es un problema de quién? Es al revés,  justamente. Vos decís: “te cuelgan”. No, nadie te cuelga: a nadie le importa eso, es lo que está diciendo el gobierno. El gobierno está avanzando justamente planteando estas cuestiones pero nadie quiere tomarlas y bueno, estamos en un momento de decadencia. Después de tantos años, está bien, quieren ver otra cara. No importa, no quiero ponerme tan partidario. Lo que quiero decir es que la cuestión es qué tipo de sociedad estamos dispuestos a bancar para que sea más igualitaria. Eso es un punto muy lejos respecto de qué hay que hacer con la educación y qué con la filosofía. Pero a mí me sirvió la filosofía para llegar a estas cuestiones. Y para poder discutirlas con ustedes. Desde un punto de vista más real. Porque el problema que tiene la filosofía es que por ahí nos abstraemos en discutir Rawls, y ¡no, no me importa discutir Rawls! Me importa discutir la mediación; para qué me sirve John Rawls para entender el problema si es posible una sociedad igualitaria como la que plantea el marxismo. Y ahí entender algo de John Elster, Making sense of Marx. ¿Es posible lo que plantea Marx en La ideología alemana: a la mañana soy pescador, a la tarde soy granjero, a la noche soy intelectual? Dado el cálculo económico de lo que cuesta formar cada una de las tres profesiones, es imposible. Dado el estado de la naturaleza, es imposible que todos en el mundo vivamos como la población ABC 1 del mundo desarrollado. Dado el estado de los recursos naturales, no se va a poder, entonces chicos, a ver… Breaking Bad plantea un grave problema en el seno del capitalismo que es Estados Unidos ¿Por qué no vendemos merca? Mañana me muero… es un problema de Ibsen también, eh. Arranca Breaking Bad con Casa de muñecas: “Lo hago por mi familia”. Tengo un saber técnico increíble, fabrico la mejor metanfetamina en todo México. Si le cuento a mi mujer que está embarazada esperando mi próximo hijo, la hago cómplice. No la hago cómplice, pero me termino transformando, porque tengo cáncer y me voy a morir en cualquier momento, en el mejor fabricante de metanfetamina de México. Y no tengo problema en matar. El quilombo demagogo tiene que ver con eso, matarse o no matarse. “No, no mato”. Bueno, ¿vendo merca o no? “A adolescentes no”…Hay un punto en el cual las series americanas han avanzado tanto en el problema del sentido, incluso con conocimiento filosófico… cuando está el protagonista de Breaking Bad fabricando droga para el traficante más importante y le ponen otro químico y le preguntan “¿y vos por qué estás acá?” y responde “porque soy libertariano”. ¿Quién que no haya estudiado filosofía política analítica anglosajona entiende esa línea? ¿Ustedes saben lo que es un libertariano? Nozick. Hay que ofrecerle al público lo que el público quiere.

-Neoliberales…
No no no: neolockeanos. Porque los neoliberales pueden ser rawlsianos. Liberalistas igualitarios. Estos piensan que el público tiene que tener todo lo que quiera.  Y el Estado tiene que estar para arreglar las carreteras y hacer cumplir los contratos. Los guionistas americanos utilizan ese término, con lo cual quiere decir que en las series americanas está apareciendo un nivel de condensación filosófica y de formación filosófica en los propios guionistas, desde Lost, que ya saben eran John Locke, Rousseau, Bakunin…

- Deben tener en el equipo de guionistas un tipo que…
Es imposible. Es imposible eso que decís porque no lo pueden pasar a acción. Lo pasan a acción, quiere decir, lo meten en la situación dramática. “Yo soy libertariano, por eso fabrico la mejor metanfetamina para que la gente la tenga”. Si la gente quiere consumir yo le tengo que dar. Hay un filósofo marxista de la cultura que a mí me gusta mucho hace muy poco que es Fredric Jameson. Y que en 2004 planteaba lo siguiente: ya todos sabemos que el dinero es lo que vale. Y que nos vamos a morir; porque Heidegger nos enseñó eso. ¿Qué tenemos que hacer? Y tenía una esperanza en América Latina, en el 2004. No sé qué diría ahora, ¿sí? La experiencia de América Latina obviamente, no sólo tuvo a Laclau y Chantal Mouffe, la tuvo también Fredric Jameson. Había una posibilidad de que el mundo desarrollado termine de entender que el populismo no era lo que ellos  creían que era el populismo. Hoy no sé qué dirían, ojo. Pero dado esto: ése es nuestro papel. El capitalismo gobierna en todo el mundo y es lo único universal y el dinero es lo que mide todo ¡Y nos vamos a morir! Ya lo sabemos. Chicos: ¿qué hacemos?

- ¿Considerás que hay obras filosóficas que serían imprescindibles para toda persona, que no deberían faltar en su biblioteca?
Guau.

- Pero para un lego, para alguien que pudiera entenderla en su complejidad.
Me parece que lo mejor que puede hacer el lego es leer Borges. En Argentina. Me parece que el mejor acercamiento es la literatura. Sigue siendo el mayor lugar de experimentación que hemos tenido en lengua española. En Argentina por lo menos.

-¿Y cuando decís Borges pensás en algo particular de su literatura?
En toda su literatura. Hay algo increíble con Borges que es que utilizó la filosofía anglosajona para hacer literatura y la filosofía francesa la utiliza para hacer filosofía. Lee Russell, conoce la discusión entre Quine, escribe un cuento sobre Quain, así, “Quain”, tiene en su biblioteca un libro que edita un curso de análisis matemático que lo leés y entendés análisis y álgebra  matemático de una manera intuitiva, y no tan intuitiva, pero lo entendés, conocía a Cantor… El Aleph es Cantor, las paradojas de Zenón las utiliza para hacer literatura. Hace literatura a partir de la filosofía anglosajona. Y luego cuando Foucault utiliza El idioma analítico de John Wilkins… hay una increíble relación ahí de conexión entre la filosofía posmoderna y la filosofía anglosajona. Todo Derrida está en Borges. La biblioteca de Borges es el hiper link de Glosa de Saer.


- ¿Y obras imprescindibles para los que se dedican a la filosofía?
Borges. Me parece que el filósofo argentino… el filósofo en general, tiene un resumen de la cultura bastante complicada. Por la especialización. Me parece que tiene que leer Borges, tiene que leer Roberto Arlt, tiene que leer Saer… tiene que leer Scott Fitzgerald, tiene que leer Hemingway, que son los escritores favoritos de Deleuze. Tiene que leer D. H. Lawrence, Di Benedetto… tiene que leer poesía, en particular la poesía que aparece con el barroco y el neobarroco…Me parece que el filósofo… Me colocan con esta pregunta en una especie de posición rara, chicos. Tiene que ver con algo que dije antes y con lo que los convoca a ustedes a convocarme. Yo estoy en una posición de intersección. Porque si ustedes fueran escritores, los mandaría a leer filósofos. Bueno pongamos ese caso: ¿de filosofía, qué? Los cínicos. La Apología de Sócrates. Y si te dedicás profesionalmente ya la pregunta es distinta. Volviendo a pensar el objetivo de este encuentro y demás, y lo que a ustedes me parece que los está preocupando… que es: ¿cuál es la conexión de todo esto con los otros, que no hacen filosofía? Y que no son cientistas sociales, científicos, sino: la ciudad. Yo enmarcaría el proyecto de ustedes en la pregunta: ¿cómo hacemos para conectar esto con la ciudad? No con la plaza pública, que sería un problema griego, sino con la ciudad, que es un problema totalmente moderno; kantiano. Y entonces posmoderno. Los libros de filósofos que son para legos, no son de filósofos. Hay que encontrar los filosofemas incrustados en la literatura y en el arte. O en la política. Si ustedes me preguntaran ¿cuál es tu libro de filosofía favorito? En busca del tiempo perdido, que son siete tomos. El sonido y la furia. ¿Y ninguno de Husserl? Sí, el Curso de Lógica de 1896. (risas) Pero entonces me pueden preguntar ¿Y por qué te dedicás a la filosofía? Porque no me animé a dedicarme a la literatura. O bueno en realidad, como Piglia dijo que se dedicaba a la historia porque amaba la literatura, yo digo bueno, porque amo la historia y la literatura me dedico a la filosofía.  No es que me crea Piglia (risas). Aparte Piglia a los 40 años escribió Respiración artificial y yo a los 40 años no sé qué hice, y a los 50 tampoco (risas). No, bueno, yo soy un clown

-Diletante (risas)
Yo soy un clown diletante (risas) Pero es que tiene que ver con el humor. “El humor es la cosa más seria” dijo Stan Laurel a Jerry Lewis. Y el humor es un problema de la inteligencia. No hay humor si no hay inteligencia. Borges es el gran humorista. Quiero decir, no sé qué libro de filosofía pondría en la biblioteca de alguien que sepa de filosofía, no. Hay filosofías, en todo caso y eso va por la literatura. Que es el aprendizaje filosófico que hemos hecho todos los que nos entregamos a la filosofía por el humanismo. Los ensayos de Montaigne, pero yo no lo leí, así que no se los puedo recomendar a alguien todavía (risas). Pero, por ejemplo, yo leo Samuel Becket, pero eso es ya una lectura de tercer orden, sabiendo que ahí están las Meditaciones Metafísicas de Descartes. Y por otro lado hay un montón de escritura literaria en la filosofía, y esto se sabía antes de Derrida con la Gramatología. Nada más que Derrida hizo su negocio a partir de ahí, está perfecto.

- ¿Su negocio?
Cobraba las conferencias diez mil dólares. ¿Sabían eso? ¿Diez mil dólares cuánta plata es hoy? Como ciento cincuenta mil pesos. ¿Cómo te vendrían? ¡Chicos! Si  sos un star de la filosofía cobrás, bueno Derrida enseñó que hay una filosofía para el mercado. Hay que entenderlo. La pregunta es por qué hacer de eso una filosofía en la universidad.

- ¿Y qué libros o autores te influyeron a vos, intelectualmente?
La filosofía y el espejo de la naturaleza, de Richard Rorty. Las clases y los escritos de Roberto Walton;  Walton es el que me enseñó que se podía hacer un Husserl…entendible. De que había un Husserl entendible e inteligible. Incluso un Heidegger inteligible.

- ¿Algo de la sociología?
Pierre Bourdieu. Erving Goffman. La presentación de la persona en la vida cotidiana a mí me reconcilió conmigo, también. Allí Goffman muestra que hay una dramaturgia presente en toda vida social. Brecht y el método, de Fredric Jameson, es un libro que me apasionó, porque ahí entendí que hay un trabajo enorme para hacer todavía con el marxismo y con Bertolt Brecht, con Deleuze y Diferencia y repetición, y con la lógica de Hegel y con el problema del capitalismo. Me apasionó ese libro. Intenté irme a estudiar con Jameson, en los últimos tres años fue esto, él ya estaba jubilado. Dije: “yo quiero estudiar con Jameson Brecht y marxismo”, donde esté, en Estados Unidos. Y obviamente algo tiene que ver con mi carrera y la cuestión profesional que es el reformateo que hacen desde los ochenta Barry Smith, Peter Simons y Kevin Mulligan de la distinción analítico-continental. En la que yo entro por Richard Rorty y por mis amistades, pero que, cuando empiezo a enterarme de lo que estaban haciendo, me empiezan a mostrar que hay otra manera de entender la división analítico-continental y que el mundo no es tan blanco-negro, sino que hay tantos matices. Entonces la historia de la filosofía contemporánea debería leerse de una manera muy distinta y en ese punto, son estos trabajos de esos tres los que me ayudan a apoyarme en una especie de intuición que yo empezaba a tener a partir de ciertos trabajos de Diana Maffía, en la conexión de Frege con Husserl y de cosas por el estilo. Por otra parte, Deleuze a mí siempre me ha acompañado en la creación poética, artística. El Anti-Edipo sigue siendo un texto enorme, si uno lo pudiera comprender.

- ¿Y qué dirías de esas influencias?
Volviendo a las condiciones que planteaban antes, animarse a enfrentarse a la tradición establecida, me parece que sería una de las condiciones de la investigación que habría que establecer, dadas las condiciones que tenemos, que no somos una academia ni alemana ni danesa ni anglosajona ni yankee. Que hay suficiente libertad todavía para poder establecer fuertemente tradiciones de investigación que alteren un poco la tradición recibida, respecto incluso de las tradiciones europeas. Y establecer patrones o tendencias de análisis histórico-filosóficas y sistemáticas sobre esas cuestiones.

- Eso está por hacerse todavía.
Sí, pero se está haciendo ya. Lo tienen a Fabián Mié, a Fernando Bahr, se está haciendo acá, en Santa Fe. Lo tienen a Manuel Berrón, a Adriana Gonzalo.

- ¿Eso no sería una especie de historicismo de la filosofía?
Si hacés historia de la filosofía sí, pero me refiero a hacer variaciones propias sobre lo que ya se dice.

- ¿Y decir otra cosa?
Lo están diciendo. Pero si hacés historia de la filosofía estás condenado a trabajar con eso.

- ¿Y saliendo de la historia de la filosofía?
- Está bien, pero me parece que por ejemplo Adriana Gonzalo está diciendo otras cosas sobre la filosofía de las ciencias. Ustedes tienen una muy buena facultad, como también lo es la de la UBA y la de Rosario. Porque es gente que está muy bien formada. Y nos formamos muy bien simplemente por una cuestión de competencia, porque hay pocos lugares y es lo mismo que están haciendo ustedes. Y los que estamos en filosofía continental europea todavía tenemos que manejar más idiomas, en comparación por ejemplo con la filosofía analítica. Es simplemente algo descriptivo, si te dedicás a filosofía antigua tenés que leer griego, latín, italiano, francés, alemán, castellano y algún otro idioma.

- ¿Cuáles son las diferencias que encontrás en la formación de las facultades que has transitado?
Yo creo que hay que tomar eso que dicen en los centros de estudiantes que es que las facultades son de los alumnos. Y entonces defendiendo el interés de los alumnos se logran modificaciones. Porque más allá de la presión que ejerzan sobre el plan de estudios, el tema es qué interés tienen y qué forma de organización tienen para ejercer presión de otro orden sobre la currícula que se da. El poder es de ustedes, ustedes tienen que ver cómo ejercerlo. Entonces, las diferencias tienen que ver con locaciones, con circulación cultural y temas de moda que están en los distintos lugares. La pregunta es: ustedes, en Santa Fe, ¿para qué tienen esta facultad? ¿Y para qué creen ustedes que les sirve? ¿Y qué tipo de polo de investigación quieren hacer acá? ¿Respecto de qué, de qué otras facultades?  Porque yo en un momento pensaba también que una especie de planificación estalinista diría: si tenemos tres facultades en la región, cada una se tiene que dedicar a un tipo distinto de filosofía. No pueden estar todos en lo mismo, porque eso ya existe en universos que no son estalinistas como el capitalismo, ultra desarrollado. Vos no enseñás cualquier cosa en cualquier facultad, vos tenés que enseñar en la facultad que te contrató, lógica y al día siguiente Nietzsche. ¿Ustedes saben eso o no?

- Bueno, depende.
No, ¿qué depende? Vos te doctoraste en Alemania, aplicás y te contratan en Hong Kong. Un día das los manuscritos del grupo C de Husserl sobre el tiempo, al día siguiente das cálculo de predicados de orden 1 y el miércoles vas a dar ética, ¿en Aristóteles? No, en John Rawls. La ética es algo que existe a partir de John Rawls, qué Aristóteles. Esta idea de que nos formamos y damos sólo el parágrafo 12 de la tercera Investigación Lógica de Husserl del capítulo 1, de la primera edición, no sé de dónde salió. Si en el mundo desarrollado los chicos se forman y después tienen que dar clases de cualquier cosa, cuando consiguen trabajo… No tienen Conicet todos en el mundo desarrollado, saben eso.

- En este mundo tampoco.
En este mundo si tenés 30 años y un promedio de 8 para arriba, que supuestamente en nuestras carreras es lo mínimo, y tenés un director que tiene un doctorado hecho, que tiene un par de textos publicados en la última década…

- Volvemos a la política y a la práctica y con esto terminamos. ¿Observás influencias de ideas filosóficas en la política partidaria actual de la Argentina?
Sí, y no me gusta nada. El tema de la influencia de Carl Schmitt vía Laclau en el kirchnerismo me parece que ha sido bastante complicado porque no se han evaluado las consecuencias. Pero eso también ya estuvo presente antes…pero bueno, ameritaría otra entrevista tan extensa como ésta.

-¿Cómo ves vos el debate político que se da entre los intelectuales que defienden diferentes proyectos políticos en los medios de comunicación?
Parece que era un debate necesario. Si tenemos en cuenta la historia reciente, era necesario que la comunidad intelectual explicitara sus adhesiones generales.

-En vistas a las elecciones de 2015, y teniendo en cuenta los candidatos mejor posicionados ¿cuál es el panorama social y económico que ves venir?
No soy mago, ni astrónomo. Teniendo en cuenta algunas variables macro, se puede decir que habrá que cuidar mucho lo conseguido hasta acá y comenzar a pensar cuándo se podrá profundizar el cambio en la redistribución del ingreso, los derechos humanos, y la situación social en general. Parecería que se está discutiendo soterradamente, cuántos habitantes se van a arrojar bajo la línea de pobreza, y habrá que estar muy atentos para tomar parte en la discusión, diciendo: ninguno, sino al contrario.