María
Luisa Rubinelli es Profesora y Licenciada en Filosofía, egresada de la
Universidad Nacional de Rosario, y es Diplomada en Interculturalidad e
Integración Educativa (2006). Se desempeña desde 1987 en la Facultad de
Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Jujuy, donde es
actualmente Profesora Titular de Antropología Filosófica y Pensamiento
Argentino y Latinoamericano. Nos encontramos con ella motivados por su intervención en el panel “Pensamiento y Filosofía Latinoamericana”, en el Congreso de
AFRA, realizado en Santa Fe en agosto de 2015. En ella encontramos una búsqueda
por ir más allá de lo que los libros permiten: una construcción del pensamiento
que entreteje diálogos interculturales, enseñanzas que van y vienen entre
distintas generaciones, tiempos y tierras. Escuchar qué
tiene para decir el otro más cercano sobre la filosofía como parte de la vida, abre horizontes que nos permiten
volver sobre nosotros mismos: para saber cuál es nuestro lugar en el mundo,
dónde elegimos vivir y pensar, desde dónde enseñamos, hacia dónde apuntamos con
nuestras investigaciones. Un saber que se reconoce como construcción colectiva
transforma nuestras realidades.
- Sabemos que
estudiaste en Rosario y que después te fuiste para el norte. ¿Querés hacer una
presentación más o menos breve de tu vida?
- Bueno, me van
a obligar a reflexionar sobre mi propia vida
(risas). Les digo mi nombre primero. Soy María Luisa Rubinelli. Si,
estudié en la Facultad de Humanidades y Artes, en la Universidad Nacional de
Rosario. Tuve la fortuna de estudiar antes de la última dictadura. Ahí tuvimos
profesores, en general, de muy buena formación, y profesores que después, durante
la dictadura, o los echaron o se fueron, o a nosotros mismos nos echaron. Trabajé
en el Instituto de Filosofía, al final del último período democrático, antes de
la dictadura, y estaba haciendo una adscripción con [Andrés] Mercado Vera[i],
a Mercado Vera lo echaron de la Universidad de La Plata y después no sé si lo
echaron o se fue de la de Rosario.
- ¿De qué era profesor Mercado Vera?
- Con nosotros
dio filosofía contemporánea. Él trabajaba mucho Marx y Nietzsche y bueno…
obviamente no alegaron razones políticas, pero lo dejaron fuera. Y tuvimos otro
profesor que actualmente critican -y nosotros también criticábamos muchísimo
cuando éramos estudiantes- (risas), que era el que llevaba prácticamente el
núcleo de la carrera: Adolfo Carpio[ii].
Muy liberal en sus ideas, muy especial en sus formas de dar las clases, se
paseaba por el salón, un salón inmenso, porque era una materia común a varias
carreras, y era bastante autoritario a tal punto que el que llegaba tarde no se
animaba a entrar a las clases porque lo desnudaba en público (risas). Pero fue
una persona muy estricta, su formación era muy buena y era el que nos
apadrinaba, porque prácticamente era el papá de todos los que hacíamos filosofía,
y decidía quiénes hacíamos filosofía y quiénes no… Nos orientaba en las
consignas de trabajo, nos alentaba para que empezáramos a participar en
congresos. Fue una persona coherente con sus ideas liberales y en la época de
la dictadura, por ejemplo, dos de mis compañeros estaban militando en el ERP[iii],
fueron apresados y luego torturados, y bueno, mantenidos en la cárcel; y para
que no dejaran la carrera Carpio se arriesgó a ir a tomarles examen en la
cárcel. También hubo otros que, sin decir que fueron absolutamente colaboradores,
fueron más a las ideas de la dictadura, pero ahí se desarmó todo, con la
dictadura muchos compañeros de otras carreras desaparecieron de repente de la
facultad, y la facultad se transformó en un desierto.
- ¿Vos alcanzaste a concluir tus estudios antes?
- Sí. Pero
estaba trabajando en el Instituto de Filosofía y de repente por una cuestión de
racionalización administrativa nos echaron, a mí y a otras personas. Y quedaron
dentro de la facultad los que obviamente eran afines a las ideas de la
dictadura, o a la falta de ideas de la dictadura. Y bueno ahí ya no tuve más
que ver con la facultad, ni con la Universidad de Rosario.
- ¿No volviste nunca más a la Universidad de Rosario?
- Al menos como
docente, no. Fui una vez a un Congreso si no me equivoco. Y otras veces a
buscar algunos compañeros, como Silvana Carozzi[iv]
y otros amigos que me quedaron en Rosario. Pero nunca a una actividad académica
en la facultad. A ver… en el setenta y pico, ’77, ’78, yo ya estaba trabajando
a nivel medio y en la universidad, [en] lo que era en ese momento el Instituto
Politécnico, y… nos secuestraron junto a mi marido. Estuve más o menos un mes secuestrada.
Mi marido no apareció nunca. Entonces desde ahí cambió mi vida. Me dediqué a
hacer otro tipo de cuestiones, de trámites, de averiguaciones que nunca me
dieron resultado. Y en un momento tuve la posibilidad de viajar al exterior -yo
tengo familia en el exterior-, y pensé en la posibilidad de quedarme afuera.
Pero cuando estaba en Francia, después de un tiempito que no fue mucho, decidí
volverme. Y viví un tiempo más en Rosario, pero ya no le encontraba mucho
sentido a vivir en la ciudad, estaba bastante cansada; trabajaba en la
docencia, pero en otros niveles del sistema. Fue muy gratificante para mí
trabajar en la primaria, por ejemplo, porque soy maestra también. Me gustó
mucho, trabajé también a nivel secundario en una de las Normales. Yo había ido
al norte -hacía mucho tiempo- y decidí volver a hacer un poco de memoria, de cómo
era, y me entusiasmé mucho con la cultura andina, norteña. Pensé entonces en
irme un tiempo, “un año” había dicho, y resulta que me quedé un poco más de
treinta hasta ahora (risas). O sea que más o menos la mitad en Rosario, la otra
mitad en Humahuaca ha sido mi vida.
- ¿Qué es lo que te impactó de la cultura norteña?
- Me pareció una
cultura distinta, rica, pero que yo todavía no podía entender. A esta altura
había leído ya la obra de [Rodolfo] Kusch[v],
pero todavía no la entendía porque no tenía contacto con esa cultura. Entonces
dije “me voy a ir a ver si tengo trabajo allá”. Y sí, me ofrecieron la
totalidad de las horas pero en El Ramal [Jujuy] que es una zona, una cultura
diferente, más cercana a la cultura guaraní, o con integrantes de la cultura
guaraní residiendo en esa zona.

- ¿Las horas que te ofrecieron eran en escuelas?
- Sí, de nivel
medio. Y de nivel terciario, o sea en profesorados. Pero esa zona tiene un gran
inconveniente, insuperable para mí, que es la temperatura, el clima. En el
verano la temperatura habitual es de más de cuarenta grados. Yo quería estar
más en contacto con la gente que vive dentro de lo que ha sido, ¡de lo que hay
ahora!, de las recreaciones de las culturas andinas. En Humahuaca conseguí un
lugar para trabajar en escuelas secundarias y también algunas horas de nivel
superior, algunas específicas, pero la mayor parte no, no eran de filosofía. En
ese momento y durante un tiempo posterior, no era fácil conseguir profesores
que enseñaran y se quedaran en Humahuaca.
- ¿Cómo era la cuestión del idioma?
- Ellos hablan
español. Lo que sí, tenés que adecuar el oído, porque al principio no se
entiende, es difícil. Así como ahora me cuesta, cuando voy a Buenos Aires
entender lo que dicen algunos porteños. Sí, hay expresiones que son regionales,
que derivan de antiguas lenguas indígenas, pero hablan el español. Entonces,
hay palabras y hay expresiones que son distintas, hay conjugaciones de tiempo -se
usan distintos tiempos verbales, sobre todo la gente adulta-; pero bueno, me fui
adecuando. Con los que primero establecí una vinculación, un lazo afectivo, que
también me permitió después acceder a otros niveles más familiares fue con los
adolescentes… adolescentes que en algunos casos ya son jóvenes porque,
generalmente, te encontrás con alumnos con sobreedad, yo a veces
los cargaba, y cuando tenía problemas con ellos les decía –“bueno miren que yo
no voy a convocar una reunión de padres, porque ustedes son grandes… ¡voy a
convocar una reunión de hijos, para contarles a ellos lo que ustedes hacen!”
(risas) porque casi todos tenían ya sus hijos, tanto las chicas como los
muchachos. La experiencia en la escuela me gustó, si bien el director que
teníamos era mentalidad dictadura, y tuve problemas con él, pero la experiencia
con los estudiantes fue muy linda, muy interesante, y bueno me fui quedando, me
fui quedando… porque encontraba cosas que me interesaban, que me gustaban, me
sentía bien… y me sigo quedando (risas).
- ¿Fue más o menos ahí que empezaste a acercarte al estudio
del Pensamiento Latinoamericano o ya habías tenido algún contacto en la carrera?
- En la carrera
no teníamos Pensamiento Latinoamericano, no teníamos una materia específica que
yo recuerde, pero cuando terminó la dictadura reincorporaron a un profesor que
era Rafael Virasoro[vi] que se
dedicaba a eso. Y yo empecé a ir a su seminario, aunque había terminado la
carrera. No fue una adscripción, pero lo acompañé durante uno o dos años. Empecé
a estudiar por mi cuenta Pensamiento Latinoamericano. Una de las críticas que
les hacíamos a los profesores era la falta de pensamiento latinoamericano y de contextualización
histórica. Cosa que no pasaba con el profesor Mercado Vera porque él tenía una
formación hegeliano-marxista y era el que más contextualizaba. Después con los
años nos dimos cuenta de que, si bien criticábamos mucho a nuestros profesores,
habían sido buenos profesores (risas), nos habían dado buena formación académica.
El resto fue por cuenta nuestra.
- ¿Tuviste, además, algún otro “maestro de la vida”,
alguien que te haya marcado?
- Yo creo que
los que más han incidido en mi formación han sido Adolfo Carpio y Andrés Mercado
Vera. En Epistemología, si bien lo considerábamos por momentos como un loco
simpático, fue interesante el contacto con Raimundo Pardo[vii],
y en Lógica y Medieval teníamos también un profe que era todo un personaje, que
era Alberto Moreno[viii]. Con
posterioridad, cuando mi formación en Pensamiento Latinoamericano se
profundizó, la impronta de Arturo Roig[ix]
ha sido muy importante en mi formación, no solamente en lo filosófico sino como
persona. Tenía una personalidad muy especial, una generosidad muy amplia y una
muy buena formación. Eso me ha marcado mucho y ha hecho que mi actitud hacia
los estudiantes y también hacia aquellos que se acercan y quieren seguir su
formación sea más abierta. Y también han incidido en mi formación los profes
del equipo con los que trabajo, gente muy generosa. Es muy distinta a la actitud
de algunos profes de la UBA, que tratan de hacer más sólida su posición
académica desde el desprestigio de los que recién empiezan, esto provoca
indignación ¿no? Sobre todo porque hemos tenido oportunidad de evaluar
proyectos de estos profes consagrados, y justamente lo que les marqué en esta
evaluación es que… se olvidaron de dónde están parados. Los proyectos son muy
buenos, sólidos académicamente pero… ¿desde dónde? ¿Desde Europa? ¿Desde acá?
¿Desde dónde lo están planteando?
- ¿Te parece que en las Universidades que conocés
falta poner en situación los saberes, en contexto?
-Yo creo que son
culpables de ignorancia. Y son culpables porque podrían saber más de lo que se
produce en Argentina, en América Latina… podrían. Por ejemplo, el conjunto de
investigadores al que me refería hace un momento está dentro del Instituto del
INCIHUSA[x],
que es el Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales si no me
equivoco, son investigadores del CONICET[xi],
tienen una vasta producción, son grupos que se amplían año a año cuando se
convoca a la presentación de postulantes de becas de doctorado o a ingresar “a
carrera”: no conocen nada de esa producción local. Entonces yo creo que son
culpables de ignorancia. No les interesa conocer la producción que hay en
Argentina, en América Latina. Que no es fácil a veces conocerla porque seguimos
teniendo el problema de que las obras se distribuyen muy cerca del lugar donde
se producen. Entonces para conseguir bibliografía de Perú, de Bolivia, de
Ecuador, de Centroamérica, tenés que ir a comprarla al país donde se presentó,
no circulan con facilidad. Circula con mucha más facilidad lo que viene de
Europa y de Estados Unidos. Pero bueno, se puede hacer un esfuerzo.
- ¿Cómo ves vos la actualidad de la filosofía en
Argentina? Puede ser en su práctica profesional, o en la producción, o en el
impacto social.
- Yo creo que
hay algunos canales que se han abierto -no a todos-. Por ejemplo, en Canal Encuentro,
en YouTube, vos encontrás producción latinoamericana, encontrás también
programas de divulgación y algunos de problematización, que son bien
interesantes. Con algunos de los de difusión yo no estoy tan de acuerdo porque
es como que hacen de la filosofía -si bien lo hacen con cierta seriedad-, un
producto… lo veo más bien como mercantilización de la filosofía, y no me gusta
mucho. Pero son una forma de difusión. Hay otros que son más problematizadores,
que no dan lecciones solamente sino que invitan a vencerla, me parecen más
positivos. Por otro lado hay bastante producción editorial, y no solamente de
la filosofía, sino de lo que puede llamarse pensar latinoamericano, y que tiene
que ver con aportes de la lingüística, de la literatura, de la historia... Hay
muchas pequeñas editoriales, en distintos lugares: en Córdoba, en Jujuy mismo
también. ¡Y están las editoriales universitarias! El problema es que la tirada
es reducida y el sistema de distribución malísimo. Entonces, si bien hay
bastante producción, es difícil la llegada al mercado o acceder a la difusión.
Además, hay
muchísimos encuentros de Filosofía en distintos lugares del país. Nosotros
tenemos este año uno en Jujuy de algo que se ha llamado “el Norte Grande”[xii]
que nuclea a universidades nacionales del NOA y del NEA y que se hace cada dos
años. El año que no se hace el Congreso se hace una jornada regional de
filosofía. Esto se viene haciendo desde hace bastante tiempo y es itinerante,
es decir, va cambiando de sede entre las universidades del NOA. Y no solamente
participa gente que hace filosofía en el NOA sino en distintos lugares del
país. Pareciera que cada vez hay más convocatorias de Filosofía en distintos
lugares del país, lo cual está muy interesante, es muy bueno, pero son
demasiadas para poder participar en todas.
Creo que es
necesario hacer mucho dentro del campo de la filosofía para que la filosofía
latinoamericana -y bueno, yo me dedico fundamentalmente a pensamiento andino
ocupen cada vez un lugar más importante. El tema es que lo hacemos con esfuerzo
propio, en los distintos lugares en los que estamos, en las cátedras, o
tratando de abrir algún otro espacio en las facultades. Pero necesitaríamos
sentirnos más apoyados entre nosotros, me parece, para no cansarnos. Y por
supuesto que esto tiene que tener continuidad con la gente más joven que se
viene formando y está formada, y que a su vez está formando gente más joven
aún. Creo que hay mucho interés en los estudiantes, porque a nosotros por
ejemplo cada vez se nos acerca más gente. Hemos formado una unidad de
investigación que llamamos “Pensamiento latinoamericano: relaciones
interétnicas e interculturales”, y al principio no teníamos investigadores del
CONICET, ahora hay tres, que han ingresado al CONICET, y que están trabajando
en la unidad de investigación -bueno… una es becaria-. Son todos aportes
importantes porque a su vez esperamos que formen más gente. Y además no están
todos en la disciplina de la Filosofía, estrictamente hablando. Hay por ejemplo
una becaria que está en el campo de la salud. Nosotros damos Antropología
Filosófica en la Licenciatura para la Educación para la Salud. Y hay gente
también de Literatura también trabajando la unidad, y de Ciencias de la Educación…
Hemos planteado
algo que llamamos “trayecto formativo intercultural”, convocando a gente que
está en la facultad en distintas disciplinas y a gente que no está en la facultad
y conoce de cultura andina. Lo planteamos como un trayecto de formación para el
que esté interesado -obviamente tiene que tener el título del secundario,
porque eso no lo podemos, por ahora, dejar de lado- en formarse en pensamiento andino. Y lo hemos
planteado en varios módulos con la participación de académicos y de no-académicos.
Porque pensamos que por ahí podíamos “zafar” del problema de la falta de
títulos.
- En el panel
en el que expusiste hablaste de recuperar
saberes de las comunidades andinas, los cuales se fueron perdiendo y tienen
todavía importancia para ellas. ¿Te
parece que esa resignificación viene de la mano con pensar el conocimiento como
una “caja de herramientas” para una trasformación más social, mas política?
- Si, yo creo
que es importante que dentro de la academia se consideren otros conocimientos,
lo que otras culturas pueden aportar. Por ejemplo, en el tema salud nosotros
tomamos el asunto de las enfermedades o dolencias, pero tratamos de tomarlo
desde cómo se entienden las enfermedades en el pensamiento andino, que no se
entienden como problemas individuales, sino como un problema de desequilibrio,
que influye en todo el grupo y que tiene que ver con un desequilibrio que se ha
producido en la relación con otros seres, en algunos casos humanos y en otros
no. Entonces, para nosotros es importante que esto sea considerado conocimiento.
A veces se habla de saberes, pero se les da un status diferente. Nosotros entendemos
que, tanto en relación al tema enfermedad – salud, en una carrera que es
específicamente de salud, como a otros conocimientos, son saberes que deben ser
aprovechados por la academia, no desvalorizados, no desacreditados. El tema es
que no es fácil que esto se de en conjunto con otras cátedras. Por ejemplo, en
un seminario que di el año pasado para el doctorado en Ciencias Sociales, una
egresada de Antropología me dice: – “¿Por qué nosotros no tenemos esto en la
carrera? Tenemos mucha teoría marxista, y está bien, pero ¿por qué no tenemos
pensamiento andino?” Dado que se están formando como antropólogos en una región
andina. Pero además no hay filosofía latinoamericana, salvo en el espacio de
Pensamiento Argentino y Latinoamericano y en Literatura del NOA y
latinoamericana, no hay otros espacios.
- ¿No hay un reconocimiento institucional de que
esos saberes tengan que ser enseñados?
- No, en todo
caso son objeto de proyectos de investigación y de papers que presentás y
publicaciones que hacés, pero hasta ahí.
- ¿Cuál es tu lectura de los últimos movimientos
políticos de reivindicación de identidad latinoamericana, tanto en nuestro país
como en los de la región, esto que se llama “socialismo del siglo XXI” o la
idea de “Patria Grande”? ¿Te parece que hay algo más que aportar desde
filosofía o pensamiento latinoamericano para que tomen una legitimidad más
duradera?
- Sí, creo que
hay mucho para aportar… creo que en algunos casos es una cuestión de aprovechamiento
de un momento, que en realidad no son tan sinceras esas reivindicaciones, pero vienen
bien de todos modos. En el Norte se sintió mucho. En Jujuy, que limita con
Bolivia, el tema de la asunción de Evo Morales[xiii]
se sintió mucho. Se siente mucho. Bueno, porque además Bolivia está en una
situación económica más favorable que la nuestra. El cambio del dólar siempre
era favorable al argentino, que iba a comprar más barato y contrabandear, y
ahora el peso boliviano está por arriba, entonces la gente lo vivencia como una
situación de comparación con lo que hace Evo Morales y su gabinete (lo conocen
más a Evo que a García Linera[xiv]),
lo sienten de alguna manera como una reivindicación.
En la academia
circula esta idea de “la Patria Grande”, es objeto de muchos trabajos también,
es el caso de Venezuela, de Bolivia, de Ecuador. Se ha instalado un poco en el
discurso académico. De todos modos, pienso que en lo fáctico, en lo concreto, no
se visualiza demasiado cambio a mi entender. Pero a la vez hay una situación más
favorable para un diálogo, para buscar fuerzas comunes, para tratar de visualizar
de otra manera el porvenir de la región. Y esto me parece positivo. Nosotros tal
vez tenemos que redoblar esfuerzos en este momento favorable, hacer algo de lo
que Arturo Roig denominó “trabajar sobre las huellas dispersas”[xv]
del filosofar latinoamericano, que él no veía sólo en la academia, sino en la
vida cotidiana de los pueblos latinoamericanos, en las luchas que esos pueblos
vienen dando desde hace siglos y que no se visualizan como una continuidad,
sino que se las advierte cuando irrumpen. Pero la hay, existe una continuidad.
Entonces esas huellas dispersas, que aparecen discontinuas… ¿cómo se van
vinculando entre sí? Ese es un esfuerzo que nosotros tenemos que hacer. Como él
lo ha hecho en Ecuador y en nuestro país, recuperando la historia de las ideas,
como lo ha hecho también Leopoldo Zea[xvi]
en México y otros pensadores en otras regiones, por ejemplo Arturo Ardao[xvii]
en Uruguay. En nuestro equipo de investigación, estábamos trabajando historia
de las ideas en Jujuy desde mediados del siglo XIX a un poco antes de mediados
del siglo XX, sobre la categoría de “universo discursivo” de Arturo Roig. O
sea, buscamos lo que se ha producido desde las élites y simultáneamente
buscamos qué es lo que aparece desde otras formas de producción, sea la
producción periodística de la época, la narrativa popular, la poesía, algunas
canciones, expedientes de juicios, por posesión de tierras por ejemplo.
Buscamos conocer cómo viene esa historia, cómo se ha manifestado por ejemplo
respecto de la presencia del indígena, que muchos esperaban que desaparecieran
de la faz de la tierra, sobre todo de Jujuy, porque eran una muestra de atraso,
de barbarie. Entonces, cómo podemos hablar ahora de un reconocimiento si, en realidad,
muchas posiciones de élites vienen ya de antes de la colonia y continúan
teniendo una mirada totalmente peyorativa de lo que son las culturas indígenas.
Todavía hay tensiones no resueltas, o sea, que por un lado ahora hay más
dialogo, más apertura, más visibilización y por otro lado, todavía persisten
estas resistencias.
Por eso decía
que en muchos casos es singular este asunto de la apertura. Hay candidatos
políticos que en este momento, en medio de una campaña, como hacen siempre, van
y besan a todo el mundo, destacan la importancia de las culturas, pero siguen
pensando como pensaba la élite del siglo pasado. Siguen siendo además parte de
la élite. Entonces, si nosotros no trabajamos sobre los prejuicios naturalizados,
no podemos pensar en que haya un cambio, una apertura real, un diálogo, una
posibilidad de convivencia basada en el reconocimiento. No es real.
- En relación a
las prácticas educativas y a partir de la Ley de Educación Nacional n° 26.206, en
la cual el concepto de inclusión está fuertemente marcado, ¿ves todavía estas
tensiones de las que hablábamos entre una educación que busca incluir pero
manteniendo y valorando las diferencias interculturales?
- Yo tengo mis
críticas a la última Ley de Educación. En realidad la diversidad estaba reconocida
como importante ya en la Ley Federal. Pero cuando vos ibas a los diseños
curriculares de formación docente, la diversidad estaba mencionada pero después
no aparecía trabajada. Y ahora, si bien está mencionada la modalidad de
educación intercultural bilingüe, en Jujuy no hay definición al respecto -más
allá de que hay un equipo de educación intercultural bilingüe del Ministerio,
pero no se ha avanzado demasiado. Por otro lado el marco legal es bastante
ambiguo, porque al definir la modalidad de educación intercultural bilingüe,
habla de multiculturalidad, pero en realidad no se sabe muy bien de qué está
hablando. Y además, la educación intercultural bilingüe está prevista para
poblaciones indígenas rurales, cuando en otro momento la ley dice “para todos
los argentinos”. ¿Cómo van a educarse interculturalmente todos los argentinos
si sólo va a haber interculturalidad para los indígenas?
- Y sólo en el campo…
- Claro. Está
bastante difícil como está formulada la ley. De todos modos hay provincias que
han avanzado bastante y tienen institutos de educación superior que forman
docentes en educación intercultural bilingüe. En Jujuy no tenemos.
- ¿Te parece que la lengua es el primer paso para
abrir el diálogo con el otro?
- En Jujuy hay
poblaciones quechua-hablantes, y hay poblaciones descendientes de inmigrantes
aimara-hablantes. Pero no sé, esto no está totalmente reconocido. Entonces no
sé si en algún momento va a haber escuelas en las que se hable el quechua y el
aimara como lengua en uso. Es más común y más fácil advertir este uso en la
población guaraní de la zona baja, que hablan el guaraní de una manera más
abierta. Pero yo creo que está bien que haya legislación. Hay una resolución
del Consejo Federal de Educación[xviii]
-que si no me equivoco es del 2010- que hace una serie de consideraciones interesantes
acerca de cómo implementar la educación intercultural bilingüe, y ha contado
con el apoyo del Consejo de Educación Autónoma de los Pueblos Indígenas (CEAPI[xix]).
Pero de ahí a que eso se ponga en práctica hay mucha distancia. El docente no
puede quedar solo librado a su voluntad, porque además se expone a muchos
riesgos, dentro de un sistema jerarquizado como lo es el educativo. Entonces yo
creo que hay un larguísimo camino.
Quiero rescatar también, algo
interesante: trabajé tres años en un proyecto de investigación con gente del
Instituto de Educación Superior que tiene sede en la Quiaca y en Abra Pampa, en
el límite con Bolivia. Ellos mismos han desarrollado un postítulo en
Interculturalidad, que no vino de Buenos Aires como un “paquete”. Yo trabajé
con un grupo de docentes egresados de esa postitulación, por lo tanto gente
genuinamente preocupada por la educación intercultural, y ellos se planteaban
este problema: ¿cómo hacemos para no seguir homogeneizando? Esto es un desafío
permanente. Y por otro lado hay un tema que plantean los docentes, y es real: la
falta de material impreso, porque no es negocio para las editoriales. Algo
similar pasa con el Ministerio y algunas fundaciones que trabajan con fondos de
Estados Unidos, del Banco Mundial, de Coca-Cola, de Repsol… ¿Qué interés van a
tener ellos? Es una forma de “blanquear”. Entonces, la cosa está bastante
mezcladita. Y es difícil, para la gente que realmente quiere trabajar la
interculturalidad, sostener un esfuerzo continuo, porque muchas veces están
solos. Tiene que haber una decisión real del Estado Provincial y del Estado
Nacional de fortalecer esto, más allá de que haya cambios de gobierno, cambios
políticos. Pero bueno, para que construyamos algo así falta bastante. Por
supuesto que hay que seguir apoyando a la gente que lo quiere hacer desde donde
están. Y la universidad tiene un papel y una responsabilidad importante en eso.
[i] Andrés Mercado Vera (1918 – 1992). Fue profesor
de filosofía y filósofo argentino. Se graduó en 1945 en Filosofía en la
Universidad de Buenos Aires. Fue discípulo de Carlos Astrada y su adjunto en
Gnoseología y Metafísica, y luego adjunto y titular de Historia de la Filosofía
Moderna. Es autor de
Carlos Astrada, la
revolución existencial. Buenos Aires. Libros de Hoy. 1953.
Valoración de la fenomenología del Espíritu
(en col.). Buenos Aires. 1964.
Aportes
para la fundamentación de un filosofar latinoamericano. UNLP. 1974. Y de
“El proceso dialéctico en la Fenomenología”, “Astrada y la fenomenología”, “La
filosofía política de Hegel”, entre otros artículos, además de haber realizado
una labor docente memorable. Fuente: PODETTI, Amelia: Comentario a la introducción
a la fenomenología del espíritu. Ed. Biblos. 1º edición. Buenos Aires. 2007.
Advertencia preliminar, nota al pie nº 4.
[ii] Adolfo P. Carpio (1923 - 1996) fue profesor de
filosofía y filósofo argentino. Se Doctoró en Filosofía en la U.B.A. en donde
también se recibió años antes de Profesor. Curso estudios en las Universidades
de Heidelberg y de Friburgo en Alemania. Ejerció su profesión en la Universidad
de Buenos Aires, en la Facultad de Filosofía y Letras. Fue Profesor Titular de
las cátedras de Introducción a la Filosofía y de Metafísica. También fue
Profesor en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y en la Universidad
Nacional de Córdoba (UNC), en Argentina, y en la Universidad de Puerto Rico. Era
conocido por su metódico estudio y profunda defensa del alemán Martin
Heidegger, a quien conoció durante sus cursos de perfeccionamiento de posgrado
en Alemania. Entre sus obas podemos citar:
Principios
de filosofía: Una introducción a su problemática. (1974) - La obra cuenta a
la fecha con 18 reediciones.
Páginas de
filosofía. (1974).
El sentido de la
historia de la Filosofía. (1974)
Francisco Romero: persona y pensamiento. (1974).
[iii] El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP),
guerrilla marxista (no peronista), fue la estructura militar del Partido Revolucionario
de los Trabajadores (PRT) en Argentina durante los años '70, liderado por Mario
Roberto Santucho [hemos hecho una pequeña referencia a él en la entrevista a
Manuel Navarro: Primer encuentro. Nota 14].
[iv] Silvana Carozzi es docente de Filosofía
Política y Pensamiento Latinoamericano en las universidades de Rosario y del
Litoral (Santa Fe, Argentina). Es Licenciada en Filosofía, Magister en Ciencias
Sociales y Doctora en Humanidades y Artes (mención Filosofía) por la
Universidad Nacional de Rosario. Es investigadora independiente y autora del
libro Las filosofías de la revolución.
Mariano Moreno y los jacobinos rioplatenses en la prensa de mayo: 1810-1815.
Prometeo, Buenos Aires, 2011.
[v] Günter Rodolfo Kusch (1922 - 1979) fue un
antropólogo y filósofo argentino. Obtuvo el título de Profesor de Filosofía de
la Universidad de Buenos Aires en 1948. Realizó profundas investigaciones de
campo sobre el pensamiento indígena y popular americano como base de su
reflexión filosófica. Realizó viajes de investigación y trabajos de campo en la
zona del noroeste argentino y del altiplano boliviano; organizó simposios,
seminarios y jornadas académicas sobre la temática americana. Entre sus obras
se destacan:
La seducción de la barbarie:
análisis herético de un continente mestizo, (1953). América profunda
(1962).
Indios, porteños y dioses
(1966).
De la mala vida porteña
(1966).
El pensamiento indígena y popular
en América (1971).
La negación en el
pensamiento popular (1975).
Geocultura
del hombre americano (1976).
Esbozo
de una antropología filosófica americana (1978).
[vi] Rafael Virasoro (1906- 1984) fue un filósofo
argentino, profesor de Filosofía moderna en la Facultad de Filosofía de la
Universidad Nacional del Litoral, profesor de Gnoseología y Metafísica en la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Su
pensamiento filosófico trata sobre la dignidad de la ética personal del hombre.
Virasoro le reconoce al espíritu una relevancia ontológica y destaca como postulado
la apertura del hombre a la trascendencia. Su ética encuentra fundamento en las
teorías de Max Scheler y Nicolai Hartmann sobre los valores, y el rescate de la
intuición emocional. Entre sus obras podemos destacar:
Envejecimiento y muerte (1939).
La
ética de Scheler (1942).
Vocación y
moralidad (1949).
Libertad y valores
(1954).
Introducción a la fenomenología
de Husserl (1955).
Ensayos sobre el
hombre y sus problemas (1955).
Existencialismo
y moral (1957).
La conciencia moral y
los valores (1963). Su nombre ya ha sido mencionado en este Blog, en la
entrevista realizada a María Elena Candioti.
[vii] Raimundo Pardo (1916 - actualidad). Entre 1948 a
1955, se desempeñó como profesor de Epistemología e Historia de la Ciencia en
la Universidad Nacional de La Plata, posteriormente a partir de 1956 fue
profesor en la Universidad Nacional de Rosario, donde también fue designado
director de la Escuela de Filosofía. Su campo de trabajo ha sido la filosofía
de la ciencia y la epistemología. En su pensamiento se destaca el desarrollo
que realizó en la teoría de la epistemología del denominado «empirismo evolutivo».
Entre sus obras podemos destacar:
Ensayo
sobre los integrantes racionales. Partes 1 a 4. Sociedad Argentina De
Filosofía. Buenos Aires. 1949.
Ensayo
sobre los integrantes racionales. Parte 5, Del origen a la esencia del
conocimiento. Sociedad Argentina De Filosofía. Buenos Aires. 1954.
Ensayo sobre los integrantes racionales.
Parte 6, Ser y verdad en una teoría evolutiva. Sociedad Argentina De
Filosofía. Rosario. 1965.
Ensayo sobre
los integrantes racionales. Parte 7, La ciencia y la filosofía como saber sin
ser. Universidad Nacional de Rosario. Facultad de Filosofía. Rosario. 1973.
[viii] Alberto Moreno (1922 - 1999). Profesor de
filosofía por la Universidad de Córdoba. Obtiene su doctorado en 1960 con la
tesis
Lógica proposicional en juan de
santo Tomás, que fue publicada por la universidad de Notre Dame, Indiana,
U.S.A. Especializado en cuestiones de lógica, fue profesor en la Universidad
Nacional de Córdoba, en la Universidad Nacional de Cuyo, en la Universidad
Católica Argentina (Buenos Aires), en la Universidad Nacional del Litoral, en
la Universidad Nacional de Rosario y en la Universidad Nacional de Buenos
Aires.
Entre sus obras principales podemos destacar: Lógica. Ed. Fundación Eva Perón. Córdoba, 1954. ¿Qué es la lógica Matemática? Columba.
Buenos Aires. 1967. Lógica matemática.
Eudeba. Buenos aires. 1969.
[ix] Arturo Andrés Roig (1922 - 2012) fue un filósofo
e historiador argentino. Nacido en Mendoza, se egresó en la Universidad
Nacional de Cuyo con título en Ciencias de la Educación (Profesor de Enseñanza
Secundaria, Normal y Especial en Filosofía). Continuó sus estudios en la
Sorbona, y de regreso en Argentina, empezó a enseñar filosofía en la
Universidad Nacional de Cuyo, en 1955, con un interés especial en los filósofos
regionales. Poco después, este interés se expandió a los filósofos nacionales y
latinoamericanos. Su vasta obra se destaca como uno de los ejemplos más
logrados de la Filosofía latinoamericana. En ella podemos destacar:
Los krausistas argentinos (1969).
El espiritualismo argentino entre 1850 y
1900 (1972).
Platón o la filosofía
como libertad y expectativa (1972).
Esquemas
para una historia de la filosofía ecuatoriana (1977).
Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano (1981).
Filosofía, universidad y filósofos en
América Latina (1981).
El pensamiento
social de Juan Montalvo (1984).
El
Humanismo ecuatoriano de la segunda mitad del siglo XVIII (1984).
Bolivarismo y filosofía latinoamericana
(1984
). Narrativa y cotidianidad
(1984).
El pensamiento latinoamericano
del siglo XIX (1986).
La utopía del
Ecuador (1987).
Pensamiento
filosófico de Hernán Malo González (1989).
Historia de las ideas, teoría del discurso y pensamiento
latinoamericano (1991).
Rostro y
filosofía de América latina (1993).
El
pensamiento latinoamericano y su aventura (1994).
Ética del poder y moralidad de la protesta (1996).
La universidad hacia la democracia
(1998).
[x] El Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y
Ambientales (INCIHUSA)
es una Unidad Ejecutora del
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) que
conforma, con otras cinco, el Centro Científico Tecnológico CONICET Mendoza.
[xi] El Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET) es el principal organismo dedicado a la
promoción de la ciencia y la tecnología en la Argentina.
[xii] La Red Filosofía Norte Grande, integrada por las
Universidades Nacionales de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, Santiago del
Estero y las del Nordeste argentino es un espacio generado a partir de
intercambios entre los departamentos de filosofía y las comunidades filosóficas
de estas casas de estudio, con el objetivo de abrir espacios de debate,
reflexión y discusión filosófica.
[xiii] Juan Evo Morales Ayma (Orinoca, Oruro, Bolivia;
26 de octubre de 1959 - actualidad) es un político, sindicalista, activista y
dirigente cocalero boliviano, sexagésimo quinto Presidente del Estado
Plurinacional de Bolivia. Fue uno de los fundadores del Instrumento Político
por la Soberanía de los Pueblos (IPSP) que luego se aliaría con el Movimiento
al Socialismo (M.A.S.) para participar de los comicios presidenciales de 1997. En
las elecciones de 2005, obtuvo casi el 54 % de los votos, por lo que se
convirtió en el primer presidente de origen indígena. Asumió el poder el 22 de
enero de 2006 y, tras ser reelegido en 2009 y en 2014, sigue siendo el
presidente boliviano en la actualidad.
[xiv] Álvaro Marcelo García Linera (19 de octubre de
1962 - actualidad) es un matemático, sociólogo y político boliviano, actual
vicepresidente de Bolivia desde 2006. Participó en la guerrilla indigenista de
los años 1990. Se afilió a los Ayllus Rojos, una serie de comunidades nativas
de orientación marxista-katarista del noroeste boliviano. Luego participo como
ideólogo en la organización del EGTK (Ejército Guerrillero Túpac Katari), de
orientación indigenista. Arrestado y acusado de terrorista, se le aplicó la
prisión preventiva en 1993, siendo prescripto el proceso judicial en 2006.
Durante su estadía en prisión estudió sociología, llegando luego a ocupar el
cargo de docente universitario en dicha carrera.
[xv] ROIG, Arturo:
El
pensar latinoamericano y su aventura. El Andariego. Buenos Aires. 2008.
“Tras las huellas dispersas de nuestra filosofía”, pp. 156 – 162.
[xvi] Leopoldo Zea Aguilar (1912 - 2004) fue un filósofo e historiador de las
ideas mexicano. Uno de los pensadores del latinoamericanismo integral en la
historia. Se hizo famoso gracias a su tesis de grado
El positivismo en México (1945). En 1947 fundó, en la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México (UNAM), el
"Seminario sobre historia de las ideas en América".
En sus obras hace una defensa de la integración americana, en ruptura con
el imperialismo estadounidense y el neocolonialismo. Entre sus escritos podemos
destacar:
América en la historias;
América Latina y el mundo; Dependencias y liberación en la cultura
latinoamericana; El pensamiento latinoamericano; La filosofía americana como
filosofía sin más; Dialéctica de la conciencia americana; Filosofía de la
historia de América, entre otros.
[xvii] Arturo Ardao (1912 - 2003) fue un filósofo e historiador de las ideas
uruguayo. Arturo Ardao estudió en la Universidad de la República, Uruguay,
recibiéndose de doctor en Derecho y Ciencias Sociales. Continuó vinculado a esa
casa de estudios, dedicándose a la Filosofía y abriendo un nuevo campo en el
estudio de la Historia de las ideas. Ante la llegada de la Dictadura Militar en
1973 se ve forzado a exiliarse en Venezuela, dónde continúa su actividad
académica como profesor en la Universidad Simón Bolívar de Caracas. Entre sus
obras se destacan:
Vida de Basilio Muñoz.
En coautoría con Julio Castro. (Montevideo. 1937);
Filosofía pre-universitaria en el Uruguay. (Montevideo. 1945);
Espiritualismo y positivismo. (México.
1950);
La filosofía del Uruguay del siglo
XX. (México. 1956);
Racionalismo y
Liberalismo en el Uruguay. (Montevideo. 1962);
Etapas de la inteligencia uruguaya (Montevideo. 1971);
Génesis de la idea y el nombre de América
Latina. (Caracas. 1980).
[xviii] El Consejo Federal de Educación es el organismo de concertación, acuerdo y
coordinación de la política educativa a nivel nacional, para asegurar la unidad
y articulación del Sistema Educativo. Su presidente es el Ministro de Educación
de la Nación y se encuentra a su vez integrado por la máxima autoridad
educativa de cada jurisdicción y tres representantes del Consejo de Universidades.
Más información sobre su actividad, resoluciones, etc. en el sitio oficial http://portal.educacion.gov.ar/consejo/
[xix] Consejo Educativo Autónomo de los Pueblos Indígenas. Fue reconocido (no
creado) como órgano consultor y asesor del Ministerio de Educación y del
Consejo Federal de Educación mediante una resolución de este, en el año 2010. Sin
embargo, su actividad tanto a nivel regional, como a nivel nacional e
internacional es más rica y precedente. Una pequeña historia de su labor además
de diversa información sobre sus actividades puede encontrarse en su página
oficial
http://www.ceapi.info/