En
oportunidad de uno de sus viajes a Santa Fe, ciudad que lo vio crecer hasta su
juventud, y que actualmente visita en ocasión de sus clases de Seminario II y del seminario de Filosofía de las Ciencias
Sociales en la UNL, concretamos la entrevista. Esta vez la charla tuvo lugar en
la casa de una de las entrevistadoras. Una
vez todos allí, continuábamos con los preparativos, ante la preocupación de
nuestro profesor que preguntaba “¿Ya empezó la entrevista?”. Cuando
efectivamente comenzó, con una leve rigidez que enmascaraba quizás algo de nervios,
pronto tuvo lugar la soltura y fluidez, y sin proponérnoslo con el correr de
las horas brotaban preguntas frente a las cuales el entrevistado también nos
interpelaba y desafiaba. Por momentos no podíamos distinguir cuándo estábamos
delante de la persona y cuándo del personaje…
- Hacé una presentación
de vos mismo, destacando aquellos datos biográficos que te parezcan más
relevantes para contar.
Nací el 14 de Marzo de 1964 en Santa Fe.
Hice la secundaria en La Salle de 1977 a 1981 e ingresé en la Universidad Católica
de Santa Fe en 1984. En 1986 me fui a vivir a Buenos Aires. Soy Licenciado en
Filosofía con una tesis sobre la temporalidad de la conciencia en Husserl
dirigida por Roberto Walton. Tengo una Maestría en Sociología sobre la
sociología de Alfred Schutz en FLACSO, becado con una beca FOMEC de finales de
la época de los ’90 de la Universidad Nacional de Quilmes, dirigida por Walton, y mi tesis doctoral en filosofía sobre la ontología
formal de Husserl para la que tuve una beca doctoral Antorchas -antes de que se
fuera Antorchas- en el 2003-2004, pero que recién la terminé en el 2012. Soy
docente de la Universidad Nacional de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y
Letras, del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de
Quilmes, del Departamento de Filosofía de la Facultad de Humanidades y Ciencias
de la Universidad Nacional del Litoral, y doy clases en el posgrado del
Instituto Universitario Nacional de Artes y desde hace 6 años doy clases en Argentores -que es la Sociedad Argentina de Autores-
sobre filosofía y teatro.
-¿Son semejantes las materias que dictás en
los distintos lugares?
(Silencio)…No (Risas).Ustedes saben que
tengo un doble perfil, por mi formación y dedicación al teatro. Yo empecé
haciendo teatro antes de empezar a
estudiar filosofía en Santa Fe. En 1986
lo que hago es entrar en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático en French
y Araoz, y en el `87 recién me dan el pase y pedido de equivalencias a la
Facultad de Filosofía. Entonces, luego sigo estudiando actuación con maestros
como Juan Carlos Gené, Carlos Gandolfo. Hice un seminario muy breve con Augusto
Fernández. Cuando tuve la beca FOMEC para hacer la Maestría en Sociología en el
año 98 aproveché para hacer cursos con Cristina Moreira, que es una de las
personas que trajo toda la teoría del método de actuación de Lecoq, que es un
método francés. Luego hice actuación con
Pompeyo Audivert, dramaturgia con Mauricio Kartun. En el año 99 entré en la
Escuela Municipal de Arte Dramático en la Tecnicatura en Dramaturgia. En el año
2002, en plena debacle del 2001, tuve la
suerte de ser seleccionado por el Royal Court Theatre para hacer la residencia
internacional para dramaturgos emergentes, donde me becó el British Council, Universidad
Nacional de Quilmes y Fundación Antorchas me pagó el pasaje. Después hice
puesta en escena con Raúl Schumacher y Graciela Schuster en el 2002 también,
2003. En consecuencia, yo recién en el
2008 si se quiere, con Argentores y con la Maestría en Dramaturgia del
IUNA, empiezo a intentar juntar mis dos
oficios.
-¿Entonces te fuiste a Buenos Aires por el
teatro o por la filosofía?
Me fui por el teatro. Quería aprender
actuación, necesitaba jugarme por aquello que yo deseaba. Me jugué y me fui a
Buenos Aires en el año ’87.
-¿Cuantos años tenías ahí?
Tenía 23. Hice el servicio militar en el
‘83. Cuidé las urnas, con un sargento que se llamaba Juan Domingo en La Paz,
Entre Ríos. Yo llegué a Buenos Aires en el año ‘87, y el primer año de la
facultad fue en el ’88. Me fui para tratar de aprender una técnica de actuación,
que no necesariamente es una poética, sino algo que puede ser transmisible
intersubjetivamente. Pero esto recién me enteré cuando leí la Poética de Aristóteles.
-¿No había nadie que te forme acá en Santa
Fe?
Sí, yo acá empecé formándome con Ricardo
Gandini en el Teatro Arena y después trabaje con Julio Beltzer y Elsa Ghio en
el Teatro Taller. Apareció en esa época, chicos algo… estoy hablando de finales
de la época de los ‘80, a tres años del retorno de la democracia. Yo fui el primero
que hice teatro callejero, con Laura Capocasa -una amiga mía de esa época-, en
Santa Fe en el año 86. Fuimos seleccionados para el Festival Latinoamericano de
Teatro Callejero en Córdoba, que es un antecedente de lo que es el Festival
Internacional de Teatro de Buenos Aires. En realidad cuando yo estuve en el
Festival Internacional yo dije “yo quiero estar haciendo teatro todos los días,
todas las horas”… entonces bueno, me voy a ir a Buenos Aires. En ese momento
Buenos Aires era el lugar que uno podía decir “es el lugar en el que voy a
encontrar lo que estoy buscando”. En realidad yo debería haberme ido a New York
o Londres directamente y no haberme quedado en Buenos Aires (risas). El precio
que hubiera tenido es que no hubiera podido desarrollar las dos profesiones o los
dos oficios. Eso es algo que parece que solo en este país se puede hacer, que
es tener más de un oficio. Incluso siendo investigador de Conicet, doctor en
filosofía.
-¿Cómo podés describir lo que acontecía
ahí en el teatro? ¿Qué pasa ahí en el teatro?
Juan Carlos Gené es uno de los pocos
maestros que tuvo este país. Estuvo exiliado 18 años como Perón. Fue uno de los
mejores actores, dramaturgos y directores, manejaba las tres cosas al mismo
tiempo. También era un gran cabrón. Juan Carlos Gené estuvo en el avión que
trajo a Perón en el año 72-73 por ahí. Amenazado a muerte por la Triple A, se
exilia en Caracas, está 18 años en Caracas. Yo conocí a Gené viendo una obra
que se llama Ulf, sin embargo yo ya
conocía su trayectoria. Hay una famosa obra de él que es El herrero y el diablo, que todos los días en alguna parte del
mundo se hace, con la que él cobraba derechos de autor. Él hizo el mejor
programa de televisión, creo que por lo menos hasta que apareció Zona de riesgo en algún momento, que es Cosa Juzgada con David Stivel, que era
uno de los guionistas. Cuando vuelve al país en el ‘93, yo empiezo a tomar
clases de actuación con él, y apareció la famosa pregunta “¿por qué esto?” Y yo
creo que ahí pude reconciliarme con parte de mi pasado del cual vengo, y del
cual voy a empezar a decir algo ahora, que es la cuestión de la religión.
Concretamente yo era monaguillo de la Iglesia San Juan Bautista, que no casualmente
quedaba frente a La Salle, donde después terminé haciendo la secundaria en
plena dictadura militar. La sola cuestión de estar yo al lado de la mesa en
donde se hacía la transubstanciación del pan y el vino en el cuerpo y la sangre
de Cristo, yo vestido totalmente de blanco, donde el cura me decía “el angelito
negro” -que era una golosina que se vendía en la época- y donde yo luego pasaba
la gorra para recoger el ébolo, o el diezmo para la iglesia, constituye
obviamente el germen por el cual yo quiero estar al lado del padre, para
recibir al gran Padre, para comer el cuerpo de Cristo y hacer esa ceremonia, que
para mí ya se transformó en totalmente pagana, e intentar lograr algo de ese
orden con todos los problemas que eso implica en una sociedad secularizada. Y
creo que viene de ahí, en ese punto es
como la experiencia básica que me transforma en un hombre de teatro, en
un teatrista. Por otra parte, si se quiere más lúdico, jugar con otros es la
base de la sociabilidad de la felicidad de la vida. Y ese jugar con otros puede
tener a veces estas variaciones. Compartir un espacio, un tiempo, para producir
un objeto que es un evento que transcurre en el tiempo, que desarrolla una
forma en el espacio. Si es narrativo o no es narrativo, a mí no me interesa
demasiado. Eso es por ahora lo que puedo contarte biográficamente…Aparte era un
chico muy tímido, híper tímido, entonces la contra fobia es hacerse como el líder
que exhibe todo. Entonces sí, mi conducta para mucha gente de filosofía fue la
de alguien de teatro, no la de alguien de filosofía. Entiendo perfectamente
todo lo que ustedes están diciendo respecto de ciertas cuestiones sobre la
imagen del intelectual burocratizado o no, yo la padecí y la padezco todos los
días que aparezco por una universidad. Pero bueno, aparecen estas posibilidades
de hacer cosas nuevas donde quizás, las cosas que otras generaciones hacían a
escondidas para que no se enteren, digamos los primeros discípulos de la
escuela de Brentano, como Christian von Ehrenfels,
eran músicos, Stump mismo era músico. Esas cosas que uno comienza a decir “Ah
bueno, pero ¿cómo?” el mismo Paul Feyerabend estaba haciendo puesta en escena
en Alemania y tiene la beca para estudiar con Popper…
-Adorno
Adorno es complicado porque aparece la
cosa de la frustración. Digamos, Adorno es frustrante en el sentido que decís
“flaco no te gustaba el jazz, no entendiste el pop, tocabas el piano, fuiste
alumno de Alban Berg, dale tocá algo, andá a tocar al bar a la noche con Woody
Allen”. Andrew Bowie
es un filósofo que escribió Estética y
subjetividad y es un músico del jazz, va a hacer jazz a Berlín entonces
aprovecha y escribe un libro sobre Kant y Hegel. Bueno esas cuestiones se han
empezado a poder blanquear. Y lo digo así directamente, “blanquear”. Lo voy a
decir de la misma manera muy dura, es como si antes no se podía decir que eras
puto, bueno ahora ya está, vos sos puto,
vos sos lesbiana. Bueno, yo hago otra cosa ¿Qué? Pongo un negocio, hago
arte, escribo poesía. Está al mismo sentido que escribir paper, al mismo nivel.
Eso se abrió. Y sí, fuimos algunos de
nosotros, de mi generación, los que pudimos hacer el pasaje, hasta que en el
congreso AFRA del 2013, mi amigo Federico Penelas armó una mesa plenaria sobre
filosofía y literatura y convocó a los que teníamos doble vida: Lucas Suarez,
Florencia Abadi, Luciano Luteró, Federico Matías Pailos, el propio Federico
Penelas.
-¿Hace música
Federico, no?
Canta tango, el hermano es el músico. Pero
él es dramaturgo, Federico es dramaturgo y director, escribe sonetos.
-Contaste que te
fuiste a Buenos Aires a estudiar teatro… ¿cómo surge el interés por la
filosofía?
Creo que de la misma manera que… la
respuesta biográfica tiene que ver directamente con los curas, eso no hay
vuelta. Yo tuve la suerte de tenerlo en la secundaria a Jorge Antony de
profesor, después fue mi amigo personal y amigo de toda la familia, y fue para
todos nosotros una gran pérdida que se muriera tan joven. Y también estaba
Carlos Cantero, que en su momento fue subsecretario de educación de la
provincia de Santa Fe. Esos profesores de filosofía a mí me ayudaron para definir
la vocación. Vengo de un hogar en donde no había biblioteca, la biblioteca se
fue armando con lo que podía conseguir mi madre, comprando en cuotas las
enciclopedias, y hay un momento en mi vida en donde yo comienzo a leer, que
tiene que ver con traslados por la ciudad de Santa Fe, por distintas casas y
mudanzas. Sé que para convertir a un hijo en lector le tenés que dejar los
libros por ahí, no sé si es suficiente, creo que es condición necesaria pero no
sé si condición suficiente. A eso se sumará algo que tiene que ver con una
educación católica que te hace reflexivo en tanto y en cuanto siempre estás
analizando cuánto tiempo vas a pasar en el infierno (risas), o si los ángeles
van a aparecer y están al lado tuyo y no te das cuenta porque sos muy malo. Entonces
esa reflexividad junto a la lectura lleva a que cuando dejás de creer en Dios,
llenás el agujero con la razón, como Descartes. Entonces la filosofía aparece
de esa manera. Pero también podría tener la respuesta deleuziana, que sería que
hago filosofía porque hice la secundaria en la dictadura, necesité entender
cómo es que esta sociedad tuvo campos de concentración, cosa que todavía no
termino de entender. Y porque estaba cerca de estudiantes de la década del 70’
desde que era chico y entonces había algo que… en términos económicos yo
tendría que haber sido abogado, haber estudiado derecho como se hace en Santa
Fe, y quizás hubiese sido mucho mejor (risas). Pero bueno, no me fue tan mal.
Si ustedes están escuchándome, no me fue tan mal.
-¿Tus padres que
hacían? ¿tenían algo que ver con la intelectualidad?
No. Mamá era enfermera, papá era
carnicero. Es muy hamletiano tener un padre carnicero, y viste que yo me llamo
Horacio, que sobrevive en Hamlet. Pero papá no era sólo carnicero, papá era
jugador, y con esto creo que cerramos mi parte biográfica. Eso lleva a que las
preguntas sobre el azar me constituyeron desde mi infancia, y los avatares del
azar. Siguiendo el ejemplo de Manuel Navarro voy a contarles algunas cosas, que
tienen que ver con la propia honestidad y sinceridad respecto a la propia
biografía, no con compararme por favor con semejante ejemplo histórico del pasado
reciente. Cuando yo di el libro de Paul Willis Aprender a trabajar hace un tiempo en Filosofía de la ciencia
social, es porque ese libro para mí fue mi socioanálisis: cómo los hijos de
clase obrera obtienen trabajos de obreros. Yo a ese libro lo tuve que leer en
algún momento por “x” causas y entendí que mi relación con mi familia y con la
universidad estaba planteada en ese libro. Si tenías todas las posibilidades
para entrar a la universidad, ¿por qué no? Yo fui artesano.
Yo hacía zapatos.
-¿En qué momento
de tu vida?
Yo hice muchos trabajos. Permanentemente
trabajé, trabajo desde los 17 años. Creo que eso es importante, porque en la
academia es importante que la gente se entere. Los que estamos en la academia
conocemos el mundo del trabajo (risas). Creo que es importante, en serio. En
ese punto es mi orgullo, es uno de mis orgullos personales y de mis amigos
también supongo. Yo trabajo desde que tengo 16, 17 años, por una cuestión de
independencia y por una cuestión de necesidad. Cuando hablo del libro de P.
Willis es porque yo podría haber, insisto, hecho una carrera tranquilamente, haber
ido a la universidad, haber hecho una profesión liberal y tener un bienestar
económico. Pero yo esa posibilidad que me dieron mis padres la utilice para
otra cosa, que es hipotecar mi alma estudiando filosofía. Con tiempos extensos,
porque yo me recibí tarde, me doctoré
tarde, etc. Pero tuve mucha ayuda también, en consecuencia puedo ahora tener
los costos que tengo. La cuestión de P. Willis viene al caso porque a los 16
años yo quise dejar la escuela secundaria. De hecho la dejé. Para mí era
insoportable, como creo que para cualquiera que no sea del Colegio Nacional de
Buenos Aires y esté rodeado de amigos…Dejé la escuela secundaria y cuando me
estaba yendo a trabajar a la carnicería de mi papá, que mi papá no quería, un
amigo de él me dijo “tu papá quiere que estudies”. En consecuencia hay una
negociación que yo establezco permanentemente con mi origen de clase y el
origen de mis padres, y mi propio origen que es: “yo no quiero ser otra cosa,
yo quiero estar cerca de ustedes”, en particular cerca de mi padre. Pero me
mandaron a estudiar. Esta cosa está planteada también en Bourdieu, pero yo no
me quiero comparar, simplemente es lo que yo empecé a entender desde este tema
de cuando uno pasa de ser alguien que
estaba destinado a hacer alguien de un trabajo manual, donde yo me hago
trabajador manual, me hago artesano, en vez de haberme hecho informático que
esa era la otra manera de tener un trabajo independiente en los 80’. Me decían,
“si querés hacer eso estudia informática” y yo debería haber estudiado
informática, no haberme quedado con una imagen de los 70’ del trabajo manual.
Pero por otra parte, psicoanalíticamente, el cuero es lo que sobra de la vaca,
es el resto de la vaca, entonces es como tipo “papá acá estoy”, “estoy haciendo
algo que vos también estás haciendo”. No fue la única vez. Yo me recibí en el
año 97, y empecé estudiando en el 86 en Santa fe y me recibí en el 97 y me
recibí casi por una especie de mandato de mi analista, que directamente me dijo:
“si no se recibe yo no lo atiendo más” (risas). Y me recibí, pero estuvo muy
bien porque yo ya era grande, ya tenía 33 años.
Yo no quería perder mi análisis, no mi padre. Mi padre ya lo había
perdido, en el año 89… entonces permanentemente hay algo con la institución
académica que es “yo me voy de acá”, “yo de acá me voy, yo acá no estoy”…hasta
que en un momento dije “no, yo acá estoy”, y empecé a intentar hacer una
diferencia. Entonces mi relación con la academia, que supongo que también es lo
que ustedes perciben de alguna manera cuando me ven dando clases, es algo tipo
“bueno, yo a esto podría dejarlo, podría hacer otra cosa”, podría abrir un
restaurante, una fábrica de mesas, podría hacer una página web, podría armar un
estudio de teatro, etc. Pero lo que pasa es que me gusta esto. Y entonces
intento negociar, de la mejor manera que puedo, cómo llevar a cabo lo que creo
que hay que hacer en el campo de la cultura, que es donde creo que se inserta
la actividad universitaria.
-Me parece muy interesante lo que decís,
porque por ahí lo que uno ve como semblante de los docentes e investigadores es
que están haciendo su carrera académica y ocupando un espacio que si lo llegan
a perder parecería que no saben qué va a hacer de ellos, es como el abismo, es:
“o logro mantenerme acá o muero”…
En Puán, para la
gente que se fue de Puán, es: “hay vida más allá de Puán” ¡y una gran vida! Por
ejemplo, en Quilmes, en San Martín, en CONICET. Sí, claro, pero aparte del
trabajo está la vida, ¡está la cultura! Está el cine, el teatro, la poesía, la
literatura, la dramaturgia, la música con todas sus variantes… Está la
política, la economía, la ciencia…
-Sí, pero esto de tratar siempre de
agrandar el currículum, de tener papelitos de todo lo que hiciste, de
mantenerte siempre, es como ir al gimnasio y ejercitar el cuerpo, que el cuerpo
nunca se venga abajo…
Está bien, pero
yo no estoy en contra de eso, sino estoy planteando que mi recorrido fue algo
que me obligó a tener polirubro, y que eso es un problema en un universo que
está hiperespecializado en todos sus órdenes, no solamente en la academia.
Entonces en ese punto yo tuve suerte, y hay momentos donde hay cosas que me
cuesta mucho sostenerlas. Pero es eso también la idea: que en un mundo
capitalista tardío, que está en permanente renovación y destrucción al mismo
tiempo, para la cuestión laboral (sobre todo cuando tenés problemas laborales
porque siempre los tuviste y porque te queda una marca en el cuerpo que es: “en
cualquier momento voy a terminar en la calle”, y eso es una especie de marca de
clase) la hiperespecialización no ayuda, sino al contrario… ¿qué podés hacer?
Puedo ser acróbata, malabarista, te limpio el auto, hago periodismo deportivo.
Y supuestamente, creo que ahí sí, la formación en filosofía te permite un
despliegue y una formación de habilidades conceptuales que te permiten luego
desenvolverte en algunos tipos de disciplinas humanísticas o sociales. Si le
das el trabajo y el tiempo necesario te podés desenvolver con un desempeño
interesante, por lo menos. Y en ese punto creo que la formación que tenemos en
las facultades que yo conozco, que son Quilmes, UBA y UNL, es muy buena. Hasta
los derridianos pueden analizar argumentos. Just
kidding (risas).
-¿Te parece que tuvieron cierta
competencia, o que la tienen hoy, tu actividad en el teatro y la filosofía?
Competencia sí.
Hay un tema que yo me planteaba sobre todo cuando quería actuar: o te dedicás a
estudiar alemán o a estudiar canto. El tiempo es finito, hay una “x” cantidad
de horas, suponiendo que tenés todos los recursos, no podés tomar ocho horas de
alemán y ocho horas de canto. Tenés que dormir y publicar, y hacer el casting
en algún momento si estás en esa actividad. Eso tiene que ver también con la
ambición. Porque si la tomás a una de las dos como hobby no tenés ese problema, insisto, acá es un problema de
ambición chicos, de ambición pura, no hay otra manera de describirlo. Si querés
estar en Primera A en las dos cosas, la cosa en algún punto se va a poner
complejísima, muy compleja. Porque se va a dar justamente lo que se llama la dedicación
exclusiva, digamos, yo en este momento estoy queriendo escribir y no tengo el
espacio mental, quisiera poder hacérmelo primero mentalmente para poder
hacerlo. Llega un momento en que se te puede poner difícil. Es como ser bígamo:
en algún momento se te pone difícil.
-¿Y a nivel de lo que sería lo vocacional,
lo experiencial?
No puedo vivir
sin las dos, ¡como cualquier bígamo! (risas). ¡Amo a las dos, qué quieren que
haga, ahí no voy a mentir, necesito las dos!
-Aparte del teatro ¿cómo te llevás con las
otras disciplinas artísticas?
Amo, amo, amo
las disciplinas artísticas. Me encantaría saber de música, me encantaría. En
1980 en realidad yo me salvo porque empiezo a estudiar en la Mantovani, a la
noche.
-¡Ahora sale otra cosa de la galera! (risas)
¿Qué quiere decir “me salvo”?
Me salvo quiere
decir… yo tenía dieciséis años, estaba en la dictadura, en tercer o cuarto año
yendo a La Salle y yo dibujaba, entonces empiezo a estudiar a la noche Bellas
Artes. Tres veces empecé y nunca lo pude terminar. Mi primera tendencia fue en
arte plástico, mi hermana terminó
después haciendo arte plástico, y me salvo porque yo me encontré con
gente más grande que fueron como mis hermanos mayores, me abrieron la cabeza.
Entonces, yo ahí tuve una suerte… Siempre
tuve ganas de tomar un taller de pintura, de dibujo… A ver, de lo que yo creo
que puedo opinar es de teatro, y creo que puedo opinar de literatura,
dramaturgia, un poco de poesía por ahí, por mi mujer, porque se me traslada el
saber de ella que es poeta y doctora en Letras. Y de prosa. Y de cine. De
música y de arte visual ya toco más de oído, y también obviamente depende del
tiempo que uno pueda dedicarle. Pero me parece que lo que está pasando en el
campo de la música y del arte visual, y lo que ya pasó en la literatura y la
poesía, es absolutamente interesante para pensar cosas que en la filosofía
todavía….
-¿Eso lo decís a nivel global, regional…?
Muy bien. Global
y local porteño. De Santa Fe yo ya no puedo opinar demasiado porque el contacto
con Santa Fe es venir a dar clases el viernes y me voy el sábado, y lo que me
están contando mis colegas, más o menos, y lo que me pueden contar ustedes.
Pero no puedo opinar de lo que pasa en Santa Fe, puedo opinar de lo que pasa en
Buenos Aires.
-¿Hay creatividad en el arte?
Sí. En el arte
visual estoy pensando en nivel global y en música en el nivel local ciertas
cuestiones que están pasando en la música contemporánea. Yo creo que el artista
parece más feliz que el filósofo…Te lo digo casi melancólicamente pero… sí.
Porque si sos un artista tenés tu propia filosofía sin ser un perverso
lacaniano, como Warhol, genera cosas que obliga a la filosofía a pensar. Creo
que en América Latina los tipos de performance
están obligando a que la estética se ponga a la altura. Estoy pensando en una
serie de mapa teatro de Colombia por ejemplo, que trabaja sobre desplazamientos
de villas o de barrios peligrosos hacia otros lugares y que obliga a pensar
toda una serie de cosas relacionadas con la moral, el mercado de arte, la industria
cultural… y sobre todo si no estamos haciendo cosas para Europa, digamos,
vendemos que somos pobres…Hace poco hubo una serie de performance en Buenos Aires, donde vino un performer europeo y quería traer gente de la calle para exhibirla, darstellen, una especie de vidriera, y
eso plantea una cantidad de problemas inquietantes respecto de todas estas
cuestiones que yo estaba recién mencionando. Quería exhibir a los porteños los
pobres que quizás no veían, entonces ahí podría tener otro sentido, pero en
realidad es una mirada europea. Entonces, hay algo que está pasando en la performance que está planteando
cuestiones, me parece, altamente relevantes para el pensamiento estético, el
pensamiento político, el pensamiento ético y el pensamiento: “¿esto es arte, no
es arte?”.
-¿Qué te llevó a interesarte por las
ciencias sociales? ¿La filosofía había quedado chica?
No, a ver… Yo
tengo la beca FOMEC y podría haberme ido a Nueva York en ese momento, a hacer
una Maestría en Filosofía, porque era el uno a uno y lo que me pagaban en pesos
era en dólares. Y me pagaban la institución, más mil dólares para que viva. La
institución era FLACSO o podría haber sido The
New School of Social Research. Yo elijo quedarme en Buenos Aires y consciente
o inconscientemente era para recuperar toda una década en la cual yo había
tenido que ocuparme de instalarme en Buenos Aires y había dejado el teatro. Y
me había ocupado de recibirme en la facultad y poder aprovechar las conexiones
que tenía y las posibilidades que tenía, de gente que confiaba mucho en mí,
para llevar una carrera académica. Es más, en un momento tuve un ofrecimiento
de irme a doctorar a Alemania, y dije no, no, yo quiero hacer teatro. Ahí las
decisiones fueron más bien totalmente azarosas, entonces caigo en FLACSO y
descubro la sociología. Ahí la conexión con mi vida privada es directa porque
yo en ese momento estaba con una chica que era socióloga, entonces hay algo ahí
que tiene que ver con qué tipo de conexiones y con qué tipo de gente
establecés; por lo menos en Buenos Aires una cosa es el estudiante de Sociales,
otra cosa el de Psicología, otra cosa el de Filosofía y Letras, que es el
ámbito del mundo común, que se puede compartir, porque todos leen cosas raras.
Y vos decís “pero las chicas de Sociales son distintas a las chicas de Filo” y
descubrís la sociología. Si descubrí la sociología a través de una mujer, puede
ser, si quieren pónganlo así, pero… Caí en FLACSO y empiezo a ver lo que había
de sociología. Y me maravilla. Me maravilla en un sentido que en un momento
empecé a pensar que si hubiera habido una facultad de Sociología en Santa Fe
cuando yo estudié Filosofía, hubiera estudiado Sociología. Cosa que es falsa,
porque es simplemente un desplazamiento neurótico de aquello que uno está
insatisfecho con algo, diciendo “si hubiera estado eso”, porque podría haberme hecho el pase a
Sociología directamente y no a Filosofía en el año ’88. Entonces, a partir de
ahí fue que yo devengo amante de la sociología.
-¿Y qué te enamoró? ¿En qué le ganó la
filosofía?
-¿Reconocés metas que sean fundamentales
para vos?
Comprarme una
casa, tener un hijo… Escribir las tres obras de teatro que tengo en la cabeza…
-¿La de Husserl desnudo?
No, en realidad
estoy pensando en una obra, hace muchos años, que es dos mujeres gordas
desnudas hablando sobre Heidegger, esto quiero que quede establecido…
-Tenés algo con los desnudos hablando
sobre filósofos…
Es que el
desnudo en la performance está a la orden del día desde hace treinta años. Es
un tema… que la belleza del cuerpo es innegable y que cuando el cuerpo está
desnudo en escena se produce una presencia en acto que el actor permanentemente
tiende a borrar. Y en la danza es como una cosa media básica, que el cuerpo
tiene que estar desnudo para no estar cargado de cosas, como el nadador. Pero
más allá de eso, digo, quiero hacer esos espectáculos y resolver de alguna
manera esta tensión entre esto -que a ustedes les está interesando tanto- de la
filosofía y el teatro, la academia y el arte. Y poder concretar el proyecto
filosófico del desarrollo de una fenomenología empírica más seriamente y
profundamente, que me parece que es mi aporte a la comunidad filosófica
argentina.
-Y estas obras que tratarían de Heidegger
o de Husserl, que mencionaste antes, ¿para qué público las pensás?
Es un problema.
Yo acabo de dirigir una obra de Davide Carnevali que se llama Sweet Home Europa, que es una obra que
tiene una estructura bastante interesante pero que para el público porteño que
está acostumbrado cada vez más a obras fáciles de digerir, incluso del teatro off, fue bastante complicado. Entonces
yo tengo dos posibilidades: o me radicalizo en la búsqueda experimental sin
importarme el público, o negocio con lo que actualmente es el mercado del
teatro off y logro intentar hacer un
producto más digerible. Respecto a las obras donde aparecen los filósofos…tengo
una obra que la quiero hacer con Federico Penelas que es sobre Wittgenstein, todos
sus textos son directamente teatrales, hay algo con la teatralidad de los
textos de Wittgenstein que es alucinante, para empezar con el concepto “de lo
que no se puede hablar es mejor callar, pero se puede mostrar” hasta todo lo que aparece en la filosofía y
la psicología, Investigaciones
filosóficas… “-Hola, ¿tenés un alma?
-¿Cómo voy a saberlo?”, cosas por el estilo... Ése es un chiste para filósofos,
no se rieron (risas). “Hola, ¿tenés un alma?” Y responde: “¿cómo saberlo?”.
-Somos filósofos sin sentido del humor
(risas)
¡Es lo peor,
chicos, es lo peor! ¡Perdón, el sentido del humor es lo más importante! ¡Es lo
más importante! Entonces, para terminar de responder lo anterior, eso va a ser
para ese público y para festivales. Lo estoy pensando como una estrategia de
inserción también en un mercado internacional…
-… ¿y para el AFRA?
Voy a traer mi
ponencia sobre ontología formal.
-Queremos ver las señoras gordas hablando
de Heidegger. O a vos de Husserl (risas). Vas a tener que hacer un striptease primero porque entrar directamente
desnudo sería muy fuerte…
Fíjense que el
desnudo es lo que están haciendo ustedes con nosotros. Ustedes están logrando
que nosotros nos desnudemos en el sentido de que contemos por qué hacemos lo
que hacemos. Y de ahí a simplemente
verlo en pelotas al tipo… Digo, qué sé yo, con las cosas que están pasando
chicos (risas).Hay algo del cuerpo desnudo que es maravilloso que lo saben ya desde
el Renacimiento italiano. E implica algo de la verdad en escena que no tiene
comparación con otra cosa. Fíjense que estoy pensando algo en el orden de la
belleza, o de lo sublime, pero eso es otro problema. No estoy pensando en dos
gatos…pero bueno, eso es otra posibilidad, se me acaba de ocurrir (risas). Dos
gatitos hablando sobre Heidegger, no van a saber la letra. Ven, eso es un
prejuicio sobre los gatos (risas)
-¿Existe para vos algo como la felicidad?
Sí claro. Es
efímera, es diferente. El amor y la amistad. Si tenés amor y no tenés amistad,
estás más complicado que si tenés amistad y no tenés amor. Entonces, el amor lo
podés perder, pero la amistad es como una condición, me parece, básica para la
felicidad. En qué consiste la felicidad, cada uno tiene su propia definición,
pero sé que es efímera y sé que tiene que ver con, para mí, estar en paz
conmigo mismo. Lo he logrado muy pocas veces. Y tengo veinticinco años de
análisis.
-¿Ahora es un momento de esos?
Sí claro.
-Y es gratis.
¿Para ustedes o
para mí? (risas)
-¿Creés en algo actualmente? ¿Podrías
decir por qué lo creés?
Creo en el
kirchnerismo. No sé si se referían a eso.
-Creencia de cualquier tipo, política,
metafísica… Nos referimos a todo, es inespecífica la pregunta.
Sí, claro. Creo que la gente puede
cambiar. Con mucho trabajo. Trabajo interno, mucho. Pero que no siempre se
puede lograr. Y solamente se logra si está la voluntad de que uno mismo quiere
cambiar. Esto tiene que ver con órdenes del deseo, hasta la praxis política.
Creo en eso porque yo mismo he cambiado, entonces si yo lo pude hacer, kantianamente
lo puede hacer cualquiera. Esto es kantiano puro, tiene que ver con dedicación,
voluntad, y algo de suerte. Entonces creo en la fuerza de la voluntad. Creo…
dios mío (risas) Ya es una de esas películas americanas de esas copadas que a
mí de grande me empezaron a gustar mucho. “Creo que nosotros vamos a liberar a
Siria arrojando la bomba, y vamos a derrotar al Estado Islámico” (risas)
mentira, estoy haciendo de esos chistes…
“Vamos a derrotar a Siria, Irak, y les vamos a tirar la bomba atómica…” no,
pero pasa que mi hermana se va a El Cairo el 19 de septiembre. Obama estaba
hablando de eso, yo el miércoles 10 estaba preocupado porque Obama va a
anunciar la guerra. Yo estaba diciendo en el curso de Argentores: “Ustedes
están acá discutiendo sobre el teatro, yo estoy preocupado porque el jueves se
va a desatar la guerra y aparte anunció que no va a mandar soldados, con lo
cual va a tirar la bomba.”
-Pero no es LA
bomba.
Hay una “bombita”. (Risas)Y eso va a hacer
que todos los que están dormidos en todas las partes del mundo occidental van a
querer estallar. Pero no importa eso. Olvidémonos de eso por favor porque
estaba positivo. Creo en la capacidad del sujeto de auto-transformarse, y creo
en las relaciones sociales de amistad. Que no es lo mismo que decir en la
lógica de amigo-enemigo. Sino al revés. Creo fuertemente en el pacto de la
amistad. Que es lo que me ha sostenido en mi vida.
-¿Quiénes fueron
tus amigos?
¿Te doy toda la lista? (Risas)
- No, pero cuáles
fueron esas relaciones más representativas, de donde vos aprendiste esa
creencia tan fuerte.
Ese fue un largo aprendizaje que ha pasado
varias décadas, es decir que hubo grandes amigos que los he perdido, y he
podido siempre hacer nuevos amigos. Hay algo que alguien me dijo una vez, que
después de los treinta es difícil hacerse amigos. Yo no sé qué quería decir.
Quería decir algo muy preciso, pero no, para mí no vale. No vale en el sentido
de que no sé si estoy dispuesto a irme de parranda con todos mis nuevos amigos
porque ya estoy grande y tengo otras complicaciones, montones de otro tipo,
pero estar abierto al encuentro con los otros, jóvenes, iguales o más viejos,
me parece uno de los mejores dones que a mí me ha dado la vida. Porque eso a mí
me salva. Si estoy acá es porque ustedes lo saben. Pero no quiero hacerme ahora
el “Yo quiero tener un millón de amiiigos” claro, Roberto Carlos.
-¿Y ahí qué creés
que interviene?
De nuevo, es una cuestión de curiosidad.
De insatisfacción con la propia vida y quiero conocer la vida de los otros…
-Como una
experiencia estética de los demás también…
No. no lo llevaría tan nietzscheanamente y
deleuzianamente. Es mucho más vital. Es: necesito a los otros. Después estoy
solo, ya sabemos, nos vamos a morir solos. Claro, ya está a Heidegger lo
conocemos, sí, ya está. Jodéte, ya está, fuiste nazi, a otra cosa, punto.
Sabemos que nos vamos a morir, vamos a estar solos, nadie nos va a acompañar a
la muerte, disfrutemos la vida, y disfrutar la vida tiene que ver con las
relaciones sociales.
-¿Interviene el
amor ahí, el amor hacia los demás?
Es que depende de qué concepto de amor
tengas, si es un amor muy cristiano, o no…
-Amplio.
Sí, entonces sí, si el amor es la
capacidad de dar y recibir respecto a los otros sí. ¡Obviamente!
-El cariño, una
generosidad que no espera nada a cambio, brindarse y que se brinden con uno…
Exacto. Eso genera obligaciones. Que las
cumplís si tenés ganas, y si no las cumplís, perdés el lazo. Hay algo de eso,
digamos, la relación de amistad no es la relación de amor de pareja, no es la
relación comercial contractual, y no es la relación familiar. Lo elegís. Al
amor también lo elegís, pero después empieza la vida doméstica donde empiezan a
aparecer las necesidades. Hay algo que simplemente,
chicos, si ustedes alguna vez se han separado, y no han leído Fragmentos de un discurso amoroso (Roland Barthes, 1977), es que todavía no han vivido nada. Es como yo dije en otro lado, el manual de autoayuda para gente como nosotros que somos ateos.
chicos, si ustedes alguna vez se han separado, y no han leído Fragmentos de un discurso amoroso (Roland Barthes, 1977), es que todavía no han vivido nada. Es como yo dije en otro lado, el manual de autoayuda para gente como nosotros que somos ateos.
-Es muy gracioso.
A mí me parece una sátira total…
No, no es una sátira. El amor es un efecto
del discurso. Totalmente. Pero por otra parte, ahí está la cita de Nietzsche: “Un
marino se encuentra con otro marino en un puerto, de paso. Festejan como si
siempre hubieran estado juntos y siempre fueran a estar juntos, por el resto de
su vida. Al día siguiente cada uno sigue su marcha.” Esa es la amistad. El
desastre es cuando uno quiere trasladar eso al vínculo amoroso. Entonces, la
amistad es un vínculo distinto al vínculo amoroso, con lo cual lleva mucho
trabajo analítico distinguir las esferas. Entonces, cuando yo hablo de amistad,
hablo de estos marinos. Y entonces sí esto es una experiencia llamala si querés
“estética” en el sentido que estabas diciendo, y nietzscheana, pero bueno,
Nietzsche no tenía muchos amigos, qué se yo. Es simplemente tener amigos y
capacidad de tener amigos. Cada vez está más difícil, teniendo en cuenta las
dificultades de socialización que están pasando en la escuela primaria y la
escuela secundaria, y que yo no me quiero imaginar si alguna vez soy padre de
un hijo, en una escuela, no me quiero imaginar cómo arreglar los desastres para
los chicos que no tienen amigos. Me ponen muy mal todas las películas y los
relatos de la gente que tiene dificultades para hacer amistad. No sé qué hacer.
Me acuerdo de un capítulo de South Park, de un chico que no tiene ningún amigo,
ni siquiera en Facebook. Entonces el amiguito dice “bueno, entonces yo soy
amigo tuyo”, entonces los otros entran a bajar de Facebook, entonces quedan
cero amigos en Facebook. Obviamente el tema de las redes sociales complejiza
todo. Yo creo que de todas maneras en Santa Fe las redes sociales no son tan
influyentes. ¿O sí?
-Son parte de la
vida. Lo más fuerte es como una individualización que se ve de todos lados, la
competitividad. Pero eso es parte del lazo social.
¿Cuántos amigos tienen ustedes en
Facebook?
- Ciento veinte.
Cuatrocientos. Seiscientos… ¿Cuántos amigos tenés vos?
Unos dos mil quinientos (Risas) qué loco
que terminamos hablando de esto, porque eso no es amistad, lo sabemos, ahí sí
hay una duplicidad interesante. La amistad es esto, invertir tiempo, estar con
el otro, escucharse, no es tipo “Hola, Me gusta.” (Risas)
-Claro, pero eso
lo sabemos nosotros con cierta edad, no sé de más chicos, cuando empiezan a
socializar…
Eso es un quilombo. ¿Pero es acá también
un quilombo? Porque en Buenos Aires está a la orden del día. Lo que estoy
diciendo es qué pasa cuando estás formando una subjetividad que está
permanentemente conectada, que tiene permanentemente dispositivos inalámbricos
para supuestamente conectarse con otros, y tiene dificultades para conectarse
con otros. Habría un amigo mío, dramaturgo, más joven que yo, que diría “la
gente no tiene hijos porque ve mucha porno”. (Risas) Pero a ver, no es
demasiado duro lo que estás diciendo, la gente no quiere tener hijos porque no
quiere hacerse responsable de criar un ser humano, qué tiene que ver la porno.
Pero se pueden empezar a establecer ciertas correlaciones como que, porque la
gente cree que esto va por facebook cuando luego se encuentra espera que el
otro diga “Che, qué lindo vestido que tenés.” En vez de hablar. Cómo se da la
formación de una subjetividad que está totalmente mediatizada por los
dispositivos inalámbricos respecto de una formación de una subjetividad que
tiene que interaccionar, esperar el tiempo… y eso tiene que ver con las
relaciones afectivas también, obvio. Chicas ustedes ya lo saben, no hace falta
que venga yo a descubrirles eso. Con los tipos o no, eso es obvio. La filosofía
no se ocupa de esto, eh. Hay más sociología del amor que una filosofía del amor
en el sentido real del tipo ¿qué está pasando con esto? Y eso es para mí uno de
los agujeros básicos de lo que hay que dar cuenta. Y eso es: hay algo que no se
sostiene más, nadie sabe qué va a pasar, y nadie sabe qué se tiene que hacer,
con lo cual ¿quién va a proponer algún tipo de solución? Los psicoanalistas
están trabajando mucho. Pero ¿no tenemos nada para decir? Seas analítico,
continental, derrideano, filósofo de la lógica, historiador de la filosofía
antigua, ¿no tenés nada para decir sobre qué pasa con la familia, la
procreación, el encuentro, la sexualidad? Eso para mí es algo increíble eh.
-A mí me da la
impresión de que lo que se dice desde la sociología sobre eso no deja de ser filosófico.
Totalmente de acuerdo con vos. Pero, de
nuevo, ahí la pregunta sería ¿qué es para vos lo filosófico? Es eso lo que
también estaba pensando antes de venir hasta esta charla con ustedes. Que me
parece que están tirando muy fuertemente a una noción de autonomía de la
filosofía en la cual yo, estoy como ya más posmoderno, pero no en el sentido
francés sino en el sentido rortiano. La filosofía es una disciplina más, igual
que las otras. No funda ni está arriba de nada. Entonces, ¿cuál es nuestra
especificidad? Bueno, conozco algunos argumentos, puedo leer cosas conceptuales
muy abstractas, conozco algo de las Humanidades que ustedes no conocen y yo
puedo aportar en el diálogo o la polémica, conozco algo de la historia de la
filosofía, conozco algo de la historia de ciertos problemas, pero yo no
defiendo más una especificidad.
-Retomando una
pregunta anterior, sobre si creías en algo: ya varias veces mencionaste durante
la entrevista al psicoanálisis, y que te analizás. ¿Creés en el psicoanálisis?
No entiendo qué quiere decir creer en el
psicoanálisis. No entiendo la pregunta. Decime cuál es el sentido de la
pregunta, ustedes me preguntan si yo creo en algo, no, no creo en Dios. No creo
en ninguna instancia trascendente al mono que somos. Somos monos. Peligrosos,
más peligrosos que los monos.
-La pregunta
sería si creés que el psicoanálisis acierta en su teoría con respecto a la
naturaleza humana, o en parte…
Creo que cualquier persona que estudia
filosofía debería analizarse. Porque ya el hecho de hacer de un síntoma una
profesión implicaría que uno debería por lo menos hacer un trabajo sobre su
formación psíquica para beneficio propio. Porque, obviamente, si no sos
obsesivo, no hacés filosofía. Entonces, la neurosis obsesiva que te lleva a que
de ese síntoma hacés una profesión, ameritaría que hagas un buen análisis y que
tengas un buen análisis. Y que no esperes a que te estalle algo, como le
sucedió a muchos de mis colegas para empezar análisis. Les digo, bueno, empezá
antes, si ya sabés que andás complicado si en medio del capitalismo decidiste
estudiar esto. Y no sos protestante, como es en la filosofía analítica que van
a la Iglesia Protestante, o sos católico aristócrata como los heideggerianos en
Europa. Entonces yo creo que el psicoanálisis, obviamente, primero tengo mis
críticas, que en el sentido científico no funciona, pero como práctica
discursiva, y yo lo analizo como una suerte de práctica discursiva, que tiene
eficacia y tiene efectos en la realidad como toda práctica pragmática
lingüística, acierta mucho dependiendo con unas ciertas condiciones, que tienen
que ver con el analista y con el analizando, y el dispositivo que se forma. No
creo que sea universal, en el mundo musulmán no tengo ni idea si funciona, en
el mundo chino no tengo ni idea si funcionaría. Creo que para una burguesía
formateada como la sociedad victoriana, esto es, bajo la Iglesia Católica o alguna
de sus Iglesias, en relación con determinadas cuestiones, funciona. Hasta para
Foucault funciona. Entonces sí, yo creo que es una práctica que incluso ligada
a la Iglesia Católica por el mecanismo de la confesión, como diría el propio
Foucault, funciona. Si tenés una interioridad, es mejor que salga en un
dispositivo así esa interioridad es escuchada por otro, que sos vos en
situación de escucha analítica con tu analista. Y eso permite entonces tener
una posibilidad más de distancia respecto de las propias causas y de las
propias reflexiones.
-O sea que tu
respuesta privilegia la parte crítica, fundamentalmente.
¿Hay otra? ¿Hay otra? No sabía. Gracias
por informarme. Gracias. Por eso digo que tengo veinticinco años de análisis,
con lo cual algunos, gente joven de la EOL dicen que ya debería ser analista y
digo no, yo no soy tan perverso. Y que justamente tengo mi interpretación de mi
propia práctica, que no se corresponde con los cánones de la interpretación
psicoanalítica, sino sería psicoanalista. Si querés inferir de eso que hago lo
mismo con la Academia, tenés razón. Gracias, me acabo de dar cuenta de algo.
(Risas)
¡En serio, me acabo de dar cuenta de algo!
Claro, yo hago análisis, pero no creo en lo que me dice mi analista de su meta-teoría.
Creo en mi reconstrucción sobre la práctica y en lo que charlo con mi analista,
y lo convenzo, pero tenés razón. Después, me parece increíble que se utilice el
planteo de la noción de “parricidio” para explicar lo que hacen los jóvenes
respecto de sus antecesores en el campo literario, cuando en realidad habría
que explicarlo en términos de Bourdieu y no en términos de psicoanálisis. Cuánto
capital hay para repartir, y dado que no hay nada para repartir, bueno,
matémoslo. En vez de decir “parricidio” y todo lo demás. Ahí me parece que sí,
la metaforización y la extensión de conceptos psicoanalíticos al campo
sociológico no ayuda en nada, menos acá.
(Fin de la primera parte)
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